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lunes, 28 de febrero de 2022

Galicia I

En la anterior entrada os mencioné por encima lo que nos pasó la temporada pasada con el campeonato de España que tuvo lugar en Galicia. Seguramente se me quedará un poco corta esta entrada así que os adelanto que habrá segunda y tercera parte. Espero que os guste esta historia, una que me ha dejado marca en la historia de mi vida. Aquí os dejo "Galicia I".


Bueno, todo empezó con un humilde equipo juvenil donde éramos unas 7-8 integrantes. Sin embargo, en diciembre vino una nueva incorporación al equipo. Así que ya podríamos hablar de un equipo majo de 9 personas. 

El cambio de cadete a juvenil fue radical, pues nos cambiaron de entrenador y los entrenamientos eran mucho más exigentes, había pruebas de ergómetro de 2000 metros, comenzamos a hacer pesas y a entrenar 6 días. Además, el equipo juvenil y senior femenino se juntaron y fue todo uno, con dos entrenadores al frente. 

El caso, que pasamos de hacer entrenamientos de cadetes a entrenamientos de seniors, y eso se notó, no solo a la hora de sufrir sino que también en la recompensa, lo veréis ahora.


Como iba diciendo, tiempos de muchos cambios a los que nos supimos amoldar perfectamente. Sin embargo, por ese gran cambio no había muchas expectativas de ganar algo aquel año ya que amoldarse a esos entrenamientos y a las nuevas integrantes del equipo llevaba tiempo, pero no tardamos más de 2 regatas en cerrar la boca a aquellos que no pusieron ninguna esperanza en nosotras. Para que lo tengáis en cuenta, la temporada trata de 8 regatas de liga y dependiendo del puesto en el que un equipo quede, gana más o menos puntos y con ello, el equipo con mayor puntuación obtiene un trofeo.


Después de la liga vienen los campeonatos, primero el de Bizkaia donde competimos botes de dicho entorno. Luego el de Euskadi donde se incorporan las giputxis y por último, el campeonato de España. Pues bien, quedamos terceras tanto en Bizkaia como en Euskadi. Todavía tengo los momentos grabados en la mente cuando en el de Euskadi nos estábamos jugando el tercer puesto Isuntza y Deusto, íbamos a la par. Fue entonces cuando la patrona nos gritó que estábamos a 200 metros del tercer puesto, me acuerdo como si fuera ayer. Deusto nunca antes había ganado aquello en la categoría femenina, de hecho, en Deusto años atrás destacaban los chicos ya que apenas había chicas, pues donde destacaban los equipos femeninos eran en equipos como en el de Ondarru, pero todo es cuestión de tiempo.


Finalmente en aquel enfrentamiento entre las tomateras y las lekittarras...

Escribir

Aunque pueda dar pereza en un principio, escribir es algo muy útil. No sólo porque te ayuda a mejorar tu forma de redactar, etc., sino porque puede ser lo que te sirva para desahogarte. A pesar de que pueda parecer algo evidente para muchos, otros lo veréis como una locura, pero os aseguro que si empezáis a escribir algún día de vuestra vida, no vais a poder parar.

Sinceramente, yo no lo hago para desahogarme ni para mejorar mi redacción ni nada de eso, sino para leerlo en un futuro y poder hacer una especie de repaso acerca de las cosas sobre las que he reflexionado o recordar cosas importantes que me han pasado y he decidido redactar. Además, yo lo que he hecho (y os recomiendo hacer) ha sido comprarme una libreta bonita, de forma que cuando la termine tendré todas mis cosas escritas como si fuera un libro.

A ver (que me enrollo), lo que quería dejar claro es que escribir puede ayudar mucho si eres de las personas que no cuentan sus problemas, porque te puede hacer ver desde otro punto de vista los problemas. Además, lo mejor de esto, por experiencia propia, es leer lo que escribiste hace unos años y darte cuenta de que ya no tienes ese problema (y de que no era tan grave como tú pensabas en el momento).


Resumiendo todo lo anterior, si no lo hacéis ya, os invito a sentaros un día que no tengáis mucho que hacer a escribir lo primero que se os pase por la mente (algo que os preocupe, un sueño, algo que os pasó, algo raro que pensasteis…). Os aseguro que os gustará y repetiréis.


Apendicitis (1/2)

En el verano de 2014, hace ya más de 7 años, mi familia y yo fuimos a pasar un fin de semana con la cuadrilla de mis aitas a una casa rural en un pueblo de Burgos, como solemos hacer todos los años. Todo parecía ir fenomenal hasta que la primera noche me desperté de madrugada con dolor de tripa. Mis padres no le dieron demasiada importancia, ya que para cenar hicimos una parrillada y era muy probable que algo me hubiese sentado mal. El dolor no era muy fuerte y conseguí pasar la noche bastante bien.


Al día siguiente, por la mañana, fuimos a una poza y como solo voy allí una vez al año decidí bañarme a pesar de como me encontraba. Cuando salí, me encontraba bastante peor y de camino a cambiarme de ropa para ponerme algo seco me desmayé, suerte que lo hice allí y no unos instantes antes cuando estaba en el agua. Al despertarme estaba tumbada en el suelo con alguien levantándome las piernas y con varias cabezas mirándome fijamente con cara de preocupación. Una vez me recuperé, me cambié de ropa y me llevaron a un bar para que tomase una Coca-Cola. Le di un sorbo y a la de un rato lo vomité, luego me dieron un vaso de agua con azúcar y también. Fue entonces cuando mis padres decidieron llevarme al médico. 


Acudimos al centro más cercano pero estaba cerrado y nos mandaron a otro que estaba más lejos. Cuando llegamos, el médico nos dijo que podría ser apendicitis pero que tampoco me dolía la tripa tanto como para serlo, y eso era verdad, a mi la tripa me dolía como cualquier otro día comparado con cómo la gente se retuerce de dolor cuando tiene apendicitis. La cosa es que al ser un centro de salud de un pueblo no tenían un ecógrafo para decirme si tenía apendicitis y mucho menos las instalaciones para operarme en caso de tener que hacerlo. Así que nos recomendaron volver directamente a Bilbao y hacer allí todas las pruebas necesarias.


Una vez en Bilbao, les contamos a los médicos todo lo que me había pasado y me hicieron una analítica de sangre y una ecografía para saber qué era lo que tenía. A la de poco tiempo, entró un doctor en el box en el que me encontraba y nos confirmó que lo que tenía era apendicitis aguda y que era necesario operarme de urgencia. En aquel momento, inmediatamente, me puse a llorar, era lo único que me salía. Al fin y al cabo, yo tenía 10 años, y en aquel mismo momento me di cuenta de la realidad de la situación, iba a tener que entrar en un quirófano. 


Continuará…


Dormir o no dormir

Desde siempre he dormido bien, mis aitas nunca tuvieron ningún problema en dormirme, al contrario, cuando tenía sueño les decía que me iba a dormir y en menos de tres minutos ya estaba en el quinto sueño. Sin embargo, mis hermanos no tuvieron esa suerte y esa facilidad de dormir por lo que las noches se convertían en mis peores pesadillas, ellos eran quienes no me dejaban dormir. Toda mi vida he tenido que compartir cuarto con mis hermanos, primero con mi hermana, luego con mi hermano y de nuevo con mi hermana, aprendí muchas cosas compartiendo la habitación con ellos pero también aprendí lo bien que se está durmiendo sola. 


Mi hermana me obligaba a quedarme hablando con ella por las noches y a darle tema de conversación. Yo solo quería dormir pero si no hablaba con ella se enfadaba, por ello no me quedaba otro remedio que intentar no quedarme dormida y sacar la poca energía que me quedaba para mantenerme despierta.


Después, me tocó compartir cuarto con mi hermano y siendo sincera tengo que decir que fue peor que con mi hermana. Endika, llamaba todas las noches a mis aitas porque tenía miedo y yo me tenía que tragar noche tras noche sus gritos, llamando a mis padres para que durmieran con él. Que no le hacían caso, pues gritaba más fuerte y la que acababa llamando a mis aitas era yo porque no aguantaba que mi hermano no me dejase dormir.


Dos años más tarde, de nuevo, volví a compartir habitación con mi hermana y esta vez al ser más mayores no fue tan horrible. Sin embargo, las peleas que teníamos a la noche porque mi hermana se quedaba con el móvil y a mi me molestaba la luz, eran constantes. Tenía que dormir con la cabeza dentro de la colcha para que no me llegase la luz de su móvil, no respiraba muy bien ya que tenía toda la cabeza tapada pero prefería eso a no poder dormir por una luz que alumbraba toda la habitación. 

Además de eso, también discutía con mi hermana prácticamente todas las mañanas porque ella se levantaba antes y era incapaz de levantarse sin hacer ruido y sin encender la luz, cosa que a mi me molestaba demasiado.


Por todo esto, me he dado cuenta que para dormir tengo muy poca paciencia y todo lo que se haga para quitarme esas horas de sueño me enfadan, puede considerarse un defecto que tengo pero de lo que sí que estoy segura es de que dormir es sagrado y nadie debería molestar a nadie en ese tiempo de sueño.


domingo, 27 de febrero de 2022

Más que justificado

Desde pequeños, mi padre nos intentó inculcar a mi y a mis hermanos la afición por el esquí. Este es un deporte que desde joven le apasiona y es por eso que disfrutaba viéndonos a nosotros practicarlo. Dicho esto, yo nunca he sido un gran amante de esta dichosa actividad.


A pesar de todos esos buenos momentos que compartí en el pequeño piso de mis abuelos junto a mis primos, hubo un motivo claro por el que dejé de esquiar. Si bien es cierto que todo lo que engloba este deporte no me motivaba en exceso (Levantarse a las siete para llegar los primeros a pistas, ponerse capas y capas de ropa, el dolor en los pies por las botas…), fue por culpa de un accidente que decidí no volver a pisar una pista en mi vida.


Era un día como otro cualquiera. Me levanté pronto, a regañadientes para variar, y en vez de esquiar con mi padre y hermanos como de costumbre, ese día me tocó irme con mi tío y mis primos. Ya llevábamos esquiadas aproximadamente 6 horas cuando decidimos hacer la última bajada. Siempre son esas últimas bajadas las que te acaban arruinando el día, o los próximos seis meses en mi caso. Al parecer choque contra una acumulación de nieve, con tan mala suerte que caí sobre una placa de hielo enorme. El desenlace: un hombro desplazado y una fractura complicada de húmero que me obligó a pasar por quirófano. Me pasaría los siguientes meses con dos agujas clavadas en mi brazo que sobresalían notoriamente. La peor parte, sin ninguna duda, eran las curas que me hacían dos veces al mes, para evitar una posible infección. 


Desde entonces, no recuerdo haber vuelto a esquiar en mi vida. O al menos por voluntad propia. Al principio usaba lo ocurrido como excusa para quedarme tranquilamente en casa, pero poco a poco me di cuenta que realmente le había cogido fobia a este deporte. En vez de disfrutar de las vistas o de la libertad que te transmite, lo único que me pasaba por la cabeza mientras bajaba la montaña era “No te mates”. La mejor parte de esquiar, sin duda alguna, el telesilla.

Cuarto compartido

 Ha habido más de una entrada sobre tener hermanos o no tenerlos y las partes buenas y malas de ello. Todos los que tenemos hermanos no tenemos más remedio que convivir con ellos en la misma casa. Sin embargo, algunos además de tener que convivir en la misma casa, compartimos cuarto. Sí, a mis 17 años sigo compartiendo cuarto, pero no solo con una, sino con dos hermanas. 


Cuando era más pequeña me daba igual, incluso me parecía divertido pero según hemos ido creciendo la cosa ha cambiado. Ahora tenemos horarios, manías y personalidades diferentes… la convivencia se complica. A pesar de ser hermanas no nos parecemos ni físicamente ni de forma de ser, por lo que chocamos mucho en algunos temas. 


Por un lado tenemos el típico problema de la hora de dormirse y despertarse, ella se levanta con una hora de antelación, por lo que su alarma también me despierta y yo le molesto con el ruido del móvil por la noche. El orden y la ropa obviamente también son motivo de discusión, pero llegó un momento en el que nos cansamos de discutir siempre por lo mismo, así que decidimos compartir toda la ropa. 


Llevo lidiando con esas discusiones toda la vida osea que he llegado a acostumbrarme, pero lo que sin duda más me molesta de compartir cuanto, es la falta de privacidad. De pequeña no tenía problema pero ahora es cuando más lo noto. Soy una persona que le gusta pasar tiempo sola, con mi espacio, silencio…pero digamos que no tengo mucho de eso. No entienden esa necesidad de tiempo y espacio personal y es con este tema con el que más problema tenemos. 


A pesar de que ahora quiero mi propio cuarto, a día de hoy agradezco haber compartido habitación desde pequeña. Creo que me ha enseñado y aportado cosas buenas que difícilmente habría aprendido de otra forma. Sin duda durante todos estos años lo que más he trabajado ha sido la paciencia, la capacidad de llegar a acuerdos y la gestión de la rabia. No voy a decir que ha sido fácil llegar a tener una convivencia tranquila porque nos ha llevado muchas discusiones, gritos y algún que otro tortazo.


Que todos lo sepan

Que si me he ido de vacaciones a no sé dónde, que si el fin de semana estuve de fiesta con no sé quién, que si he cumplido 7 meses con mi pareja… Todos estos son ejemplos de cosas que comparten un gran número de personas en sus redes sociales (y estaría mintiendo si diría que yo no me incluyo dentro de alguno de ellos). Puede tratarse de cualquier cosa, que el caso es publicarlo para que a todo el mundo le quede constancia de lo que hemos hecho.


No estoy diciendo que esto esté mal, ni mucho menos, de hecho, a mí me parece perfecto que cada uno comparta sus cosas personales en redes, al fin y al cabo, se trata de la privacidad de cada uno. Sin embargo, no voy a negar que muchas veces esto se convierte en una especie de necesidad. Necesitamos que todos a nuestro alrededor sepan lo que hacemos y dejamos de hacer en cualquier ocasión.


Nos preocupa que los demás no sepan cuál ha sido nuestro plan del sábado, porque sino parece que no hemos hecho nada, o porque simplemente queremos que los demás vean lo bien que lo hemos pasado. Es como que no queremos quedarnos atrás respecto a lo que muestran los demás en redes, como si se tratara de una competición. 


La verdad, sería un poco hipócrita por mi parte hacer una dura crítica sobre esto, ya que a mí a veces también me apetece publicar algunas cosas, sin embargo, trato de que no se convierta en una “necesidad”. Es difícil resistirse a la tentación de compartir aquello que nos gusta o que hemos hecho, con el propósito de impresionar al resto. Es cierto que las redes sociales nos incitan a querer compartir diferentes aspectos de nuestra vida, pero al final, cada uno es dueño de lo que hace. 


Lo cierto es que en mi caso, aunque tuviera pensado publicar algo, muchas veces termino por no hacerlo, porque lo estoy pasando tan bien que se me olvida o sino porque simplemente me da pereza. Aún así, no voy a negar que a veces me gusta compartir ciertas cosas en redes.

 

La universidad

 Hace un tiempo que me di cuenta de que la vida del adolescente como tal es muy monótona, quiero decir, nuestros días se basan en levantarnos por la mañana, ir al colegio, hacer cualquier extraescolar por la tarde y vuelta a casa hasta el día siguiente que se repite básicamente lo mismo. Después de esto, llega el fin de semana y luego otra vez el comienzo de la siguiente semana hasta que nos topamos con las vacaciones de navidad, estas terminan, y otra vez estamos en la rutina de colegio. Más tarde llegan las de Semana Santa, volvemos una vez más a lo mismo en el cole, y finalmente llega el verano hasta el inicio del siguiente curso. Así consecutivamente hasta llegar a la universidad, cosa a la que muchos aspiramos hoy en día. 


Puede que no esté en lo cierto, o tal vez sí, no lo sé, pero al menos desde mi perspectiva, veo el ir a la universidad como una oportunidad de cambiar de aires. A lo que voy es a que la universidad es como una nueva etapa de nuestra vida tras haber pasado por alrededor de unos doce “aburridos” años en el colegio. Esta es una de las razones por las que, teniendo la oportunidad y los recursos de poder estudiar la universidad fuera, ¿por qué no aprovecharla? ¿por qué no vivir en un lugar desconocido, conocer gente nueva, adquirir nuevas costumbres, hobbies etc.?


Al fin y al cabo, sí que es verdad que quedarte en tu misma ciudad a estudiar está muy bien, no lo niego, sin embargo, creo el hecho de irse fuera es lo que marca la diferencia. Si nos ponemos a pensar podemos sacar muchos pros y muchos contras de esto, pros como algunos de los que he mencionado y contras como separarte de tu familia y amigos, echar de menos tu casa, tu ciudad… También hay que tener en cuenta la carrera que quieres estudiar y en qué universidad y donde tiene más prestigio y demás pero eso ya depende de cada específico caso.


En conclusión, considero que la universidad es una nueva y emocionante etapa de nuestras vidas, a todo esto, he de aclarar que evidentemente la universidad no es la única opción ya que hay FPs y grados de distintos tipos, sin embargo, a lo que yo aspiro es a acceder a la universidad por ello esta es el foco principal de mi entrada.


Nadie lo creía

 Desde el pasado año, Rusia había estado reuniendo tropas en la frontera con Ucrania. Según el Pentágono, ese número de tropas oscilaba en torno a las 100.000 unidades, lo que resultó en que tanto los países europeos como EEUU se pusieran a negociar con Rusia la retirada de las tropas viendo la posibilidad de una guerra. No obstante, los expertos apuntaban a que la guerra era casi imposible ya que solo se trataba de un método para hacer presión. 

Después de que varios líderes europeos se reunieran con Putin, así como la Casa Blanca, todo parecía que se estaban llegando a ciertos entendimientos, en los requisitos que imponía Rusia. Aunque los puntos principales para disolver a las tropas fueron rechazados completamente. De esas negociaciones podemos sacar lo que parecía una retirada de tropas por parte de Rusia. Todo el mundo cayó en la trampa, mientras se volvían a sus bases soldados de segunda, el ejército principal se mantenía en la frontera. 

Así, el pasado jueves 24 de febrero, entorno a las 4 de la mañana (hora de España), comenzaba el ataque ruso. Un ataque perfecto (desde el punto de vista militar) dejaba a la mayoría de bases del ejército ucraniano inutilizables, mermando considerablemente la capacidad de respuesta de dicho ejército. Las tropas rusas entraban a Ucrania por multitud de frentes: Bielorrusia, Crimea y el Dombás. A la fecha de la redacción de esta entrada (27 de febrero), las principales ciudades ucranianas, entre ellas, Kiev, todavía no han caído. 

Espero que este conflicto se resuelva pronto (aunque de momento, todo a punta a que será lo contrario). La utilización de la violencia tan gratuita, injustificada e irrespetuosa nunca debe ser ninguna opción y, por lo tanto, los mandatarios rusos deberán responder ante tal barbarie. Ahora, los mandatarios europeos deberán responder con ayuda a Ucrania porque, en el caso de que esta caiga, muchas cosas van a cambiar para mal, en el viejo continente.      

sábado, 26 de febrero de 2022

Estar enfermo

Odio estar enfermo. No existe nada en este mundo que me guste menos que la sensación de no sentirme al cien por cien. Por este motivo, valoro cada día en que me encuentro bien y puedo hacer todo lo que me proponga. Sin embargo, desgraciadamente, hoy no es uno de esos días. Tengo un catarro de tres pares de narices y me encuentro como si me hubieran dado una paliza. 

La sensación de cansancio constante y el tener que estar sonándome los mocos todo el rato hace que cualquier tarea se me haga el doble de difícil y que el resultado no sea tan bueno como acostumbra. Desgraciadamente, hoy en día, a todo esto hay que añadirle las constantes preguntas o risas de la gente sobre si tienes COVID. Parece ser que el dichoso coronavirus ha acabado con todos los demás patógenos y que ya es solo él quien puede habitar en nuestro interior. 

Seguramente, muchos os estaréis preguntado por qué no tomo un ibuprofeno o un paracetamol para que se me quiten todos los males, pero la verdad es que no soy para nada partidario de consumir medicamentos sin ton ni son. Evidentemente, cuando el médico los receta está claro que hay que tomarlos, pero conozco a muchísimas personas que ante el mínimo dolor de cabeza o malestar se toma una “pildorita” sin pensárselo dos veces. Tenemos que ser conscientes de los riesgos y perjuicios que todo esto tiene para nuestra salud. Aunque parezca mentira, conozco a una persona que murió por un cáncer de hígado causado por un consumo excesivo de ibuprofeno.

Por otro lado, hay ciertos prototipos de enfermos que siempre serán dignos de mi admiración. Las personas que ante el mínimo síntoma buscan en internet y creen que tienen una gravísima enfermedad me hacen bastante gracia, aunque es cierto que pueden llegar a ser muy cargantes. En la misma línea, aquellos que por un mísero catarro se hacen las víctimas, se tumban en la cama y aprovechan para vivir como el mismísimo Felipe VI durante una semana me dan entre envidia y rabia. 

En definitiva, tenemos que valorar cada día nuestra salud y tratar de ser personas lo más saludables posibles con el fin de contribuir a nuestro bienestar. El simple hecho de tener un constipado puede hacernos menos productivos y hacer de nuestros días interminables desafíos. No obstante, ante el mínimo síntoma o la mínima molestia no debemos recurrir a internet ni muchos menos a medicamentos. De los falsos enfermitos mejor ni hablar…

jueves, 24 de febrero de 2022

Paranoias

Estoy segura de que alguna vez os habréis puesto a comentar con vuestros amigos, familiares o conocidos las paranoias que tenéis. Os voy a ser sincera, hablar con mi hermana sobre las que ella tenía, no ha sido la mejor decisión de mi vida. No recuerdo cómo, cuándo y por qué surgió esa conversación con ella, pero, a raíz de esta, es como si me las hubiera “contagiado”.


Amaia, mi hermana, comenzó contándome que cada vez que iba hacia casa en Bernedo (cuando era de noche e iba sola) no podía evitar ir corriendo. Ella era totalmente consciente de que lo que escuchaba detrás de ella, no era alguien que se iba escondiendo cada vez que miraba atrás, sino que era el eco de sus zapatillas. Sin embargo, siempre ha tenido esa paranoia y nos la ha pegado a mi primo y a mí. Desde pequeños hemos tenido la costumbre de volver a casa corriendo. Era algo inevitable y cuando íbamos los tres nos retroalimentabamos el miedo entre nosotros (bueno, más bien mi primo y mi hermana se aliaban intentando meterme más miedo a mí; y me atrevería a decir que no era la más miedica de los tres). 

Cuando mi hermana se fue haciendo más mayor y ya no volvía a casa a la misma hora que nosotros, mi primo y yo seguíamos igual de caguetas que antes. Al contrario que cuando venía con nosotros Amaia, mi primo era igual o más miedica que yo. Con el paso del tiempo, comenzamos a tranquilizarnos si íbamos juntos, pero no demasiado por si las moscas. 


También, me contó que siempre dormía con las sábanas por encima de la oreja porque temía que alguien se la agarrara cuando era de noche y ella estaba durmiendo. Después de que me dijera esto probé a ponerme esa noche las sábanas como ella (la verdad es que era bastante cómodo). No sé si fue que dormí genial aquella noche o que me emparanoié con lo que me contó, pero ahora no puedo dormirme si las sábanas no me tapan las orejas. Supongo que las dos tienen algo que ver.


Normalmente cuando he comentado paranoias con mis amigas nunca me las han contagiado. Sin embargo, mi hermana ha sido la única que lo ha conseguido. ¿Será verdad eso de que las brujas (actualmente llamadas enfermeras) existen?



miércoles, 23 de febrero de 2022

Mi experiencia apadrinando un pingüino

 Escribo el día 15 de febrero para hacer un update de lo que va ocurriendo con el pingüino que he decidido apadrinar. De momento todo el proceso es gratuito, por lo que realmente no entiendo cómo se les ayuda. Según la web por donde lo hice, el pingüino que apadrine conseguirá sobrevivir y convertirse en un pingüino adulto, capaz de procrear y cuidar de sus polluelos cumpliendo así una de las fases de su ciclo vital. 

Para poder apadrinar lo único que hay que hacer es meter tu nombre y apellido, un correo y escoger un nombre.


Hoy es día 16 y ya me han dado un diploma por haber apadrinado a un pingüino. Por lo que me he podido enterar, el apadrinamiento de pingüinos era un proyecto para concienciar a la gente del estado de estos pingüinos. En la isla Decepción (donde viven estos animales) hay una base que se encarga de investigar acerca del territorio. Lo que se pretende es que los pingüinos tengan un entorno seguro y con unas condiciones de vida estables.


Estos animales necesitan vivir en un lugar con unas características especificas. Debido al calentamiento global o a la sobrepesca de peces el entorno en el que viven puede cambiar y la situación puede poner a estos pájaros en peligro.


La reflexión final que creo que he sacado de todo esto (a parte de que ahora puedo decir que tengo un pingüino) es que nos estamos cargando el planeta. En los últimos años se ha demostrado que más de la mitad de los plásticos que encontramos en el mar son debido a la pesca, más concretamente a la pesca de arrastre . Este tipo de pesca no solo deja una gran cantidad de residuos plásticos, sino que además, están acabando con un montón de animales en peligro de extinción. Lo peor de todo es que más de la mitad de estos animales son matados debido a la pesca incidental de las flotas pesqueras comerciales.


Este tema viene muy bien explicado en un documental que ví hace poco, "Seaspiracy", que básicamente habla de todo lo que se esconde tras la contaminación que hay en el mar y va destapando muchas de las organizaciones que hacen ver que están ayudando, pero la verdad es que hacen todo lo contrario.




Escuchar

 ¿Acaso no es escuchar una de las mayores habilidades que el ser humano puede desarrollar? Últimamente he pensado mucho sobre el tema y creo que escuchar es una de las mayores virtudes que una persona puede tener. Es un sentido que no sólo sirve para oír como tu madre o tu padre te echa la bronca por no haber hecho la cama, sino que nos permite ser capaces de disfrutar de un gran número de cosas.


Lo primero que se nos suele venir a la cabeza al nombrar este sentido es el escuchar a otra persona de manera ACTIVA, cosa que me parece una de las mayores cualidades que se pueden desarrollar. Normalmente, un gran número de personas no prestan una verdadera atención a lo que alguien les está contando, sino que la simulan ya que muchas veces no es de su interés. No somos conscientes de la importancia que tiene saber escuchar y de lo mucho que nos beneficiaría potenciar esta habilidad. Sin embargo, nuestra necesidad de ser escuchados pasa por encima de esto y nos volvemos egoístas sin ser conscientes de ello. 


Yo me considero una persona a la que le gusta escuchar lo que los demás tengan que decir (aunque no implica que lo haga en el 100% de los casos, también soy humano). Me gusta ver cómo disfruta la gente y las caras de emoción que ponen al contarme lo que les ha pasado el fin de semana o cualquier anécdota aparentemente absurda. Si sois capaces de escuchar de manera atenta os divertiréis tanto como la persona que os está contando esa cosa, o sufriréis y empatizaréis si es algo no tan bueno.


Básicamente y para resumir, os recomiendo empezar a ser más conscientes de la importancia que escuchar a los demás tiene y que intentéis mejorar en este aspecto. Lo mejor de todo es que no sólo tenéis por qué escuchar a los demás hablando de sus cosas, sino que también podéis pasar un buen rato escuchando el sonido ambiente de la ciudad, de la naturaleza… disfrutar de vuestro alrededor.


martes, 22 de febrero de 2022

Esquiar 1/2

 Este fin de semana he tenido la suerte de esquiar por primera vez en mi vida, algo con lo que llevaba fantaseando desde hace muchos años. En mi familia no hay nadie al que le guste esquiar, de manera que he tenido que esperar hasta los diecisiete años para poder probar este deporte junto a mis amigos. Sinceramente, ha superado mis expectativas enormemente y me alegro de poder decir que lo he disfrutado muchísimo.

El momento en el que vi la estación de esquí por primera vez me quedé boquiabierto, tan solo había estado en la nieve una vez e iba a pasar dos días tirándome por laderas repletas de ella. En un principio, las pistas no me parecían gran cosa, principalmente porque desde la humilde rampa donde los principiantes nos matamos unos con otros no se ve más allá de dos telesillas y tres pistas. Sin embargo, una vez te montas ( o al menos lo intentas) en el telesilla ese que sube hasta Dios sabe dónde, llegas a algo así como un mundo nuevo.

De repente, descubres que hay cuatro valles diferentes, tres parkings más y un infinito número de pistas que se extienden hasta donde uno quiere, ya que salía gente dando saltos hasta de debajo de las piedras. Es ahí cuando te das cuenta que los puntitos negros que se veían desde abajo no eran árboles, sino que eran las personas con las que volvías en el bus. Por otro lado, el trayecto en telesilla también me resultó algo curioso, ya que  básicamente subes cientos de metros en una silla voladora de la cual no sabes bajar. Afortunadamente, tras preguntar repetidas veces cómo se hace a la parejita de al lado, se suelen apiadar de tu alma y te ayudan a hacerlo.

Cuando levanté la mirada para intentar ubicar a mi pequeño grupo de torpes aprendices vi lo más parecido a una autopista de personas que puede existir. Hay gente yendo y viniendo en todas las direcciones, y no muy despacio que se diga. Cada uno circula por su carril sin mirar atrás ni un segundo, sortean algún que otro obstáculo bípedo que se encuentran chapoteando en el suelo y se lanzan por el primer acantilado que pillan, como si de saltar a la piscina se tratase.


Gratis

Todos nosotros habremos visto en algún momento de nuestras vidas un cartel en el supermercado o en cualquier tipo de tienda en el que se ofertan productos GRATIS. Seguramente hayamos sentido una enorme atracción hacia aquello y, por muy malo que sea el producto o no lo vayamos a necesitar para nada, el propio hecho de que no nos vaya a costar nada conseguirlo simplemente nos llama la atención. De hecho, estas publicidades tienen como objetivo esto, atraer a gente que en un principio son conscientes de que estos productos no son para nada esenciales en su vida, pero que por alguna razón u otra los quieren. 


Muchas veces me he preguntado la razón por la que ocurre esto y, a pesar de no haber encontrado una respuesta clara y que me resuelva la duda, sí que es verdad que tengo una teoría que puede solucionar de alguna forma esta cuestión. En mi opinión el ser humano, a pesar de ser una creación muy compleja y diversa, tiene una característica común y que es bastante general, y es que le gusta lo fácil, siente atracción por la sencillez. Puede que no todo el mundo opine lo mismo y piense que en ocasiones es mejor trabajarse las cosas por uno mismo para conseguir lo que sea (cosa con la que estoy totalmente de acuerdo), pero con el paso de los años se ha podido demostrar que al ser humano le fascina la facilidad. 


Esto se puede ver en diversos aspectos, como por ejemplo en conseguir dinero fácil (vendiendo droga, haciendo trabajillos sueltos, denigrando la propia imagen de la persona…), y generalmente no se acaba en buen puerto. Esto es simplemente un ejemplo, pero la principal conclusión que saco y a lo que quiero llegar con todo esto es que el dinero es el peor enemigo del humano. El ser humano es capaz de hacer cualquier tipo de barbaridad para conseguir dinero, tanto las personas que menos lo necesitan como las que más. Yo estoy muy en contra de la frase de que “el dinero no da la felicidad” (de lo que posiblemente hablaré en otra entrada), ya que el propio hecho de tener dinero no me hace feliz, sino lo que puedo conseguir con ello.


Por tanto, hilándolo con este tema y teniendo esto en mente, pienso que cuando vemos una publicidad en la que se anuncia algo gratis, por nuestra cabeza vienen pensamientos de que podemos ser “felices” y obtener una gratificación. Creo que esto se debe a que vemos algo que no nos va a costar nada conseguir y encima pensamos que nos va a ser de utilidad, cuando en realidad puede no serlo, por lo que simplemente adquiriendo estos objetos ya sentimos que salimos ganando.


Tener un nombre raro.

 - Que niña más mona, ¿cómo se llama?  
(........)
¿Perdón? ¿Ángela? ¿Jana? ¿Jarra? 
 - An…ja….na. Como “Jana” pero con “An” por delante.
- Ahh, jo, qué nombre más…………….original………


Todos los años a comienzo de curso, cuando conozco a gente nueva en verano, si me apunto a cualquier actividad extraescolar… siempre se repite la misma historia. 
Anjana es un nombre de la mitología cántabra. Las anjanas son unas hadas buenas del bosque que se dedican a cuidar y guiar a casa a quienes se pierden en él. Obviamente, cuando conozco a alguien, esto no es lo primero que digo. Simplemente me limito a decir “ya…”, a hacer una mueca y a tratar de buscar un tema más fácil de llevar que la peculiaridad del nombre. Lo gracioso es que realmente, si vas a Cantabria, no tienes ni que esforzarte para ver cualquier peluquería, hotel o posada que se llame Anjana. Pero claro, fuera de esta verde provincia, todo se queda en un nombre difícil de pronunciar.


Ahora, por muy ridículo que suene, puedo decir que he aceptado mi nombre y que estoy en calma con él. Sin embargo, no siempre ha sido así. He de decir, que muchas veces, de pequeña, me ha supuesto lo que para mí en ese momento eran grandes conflictos. Me acuerdo perfectamente de las rabietas que me llevaba cuando dos chavales de un año más se burlaban de mí llamándome Anjana Marrana, Anjana Banana, Anjana Manzana, o, la que más rabia me daba “AnHannah Montana”. 
Qué le voy a hacer, la verdad es que el nombre da juego para mucha rima.


Por otra parte, puedo decir que el momento de “las presentaciones” es un momento que ha pasado de parecer tenso a resultar hasta cómico. Sobre todo, cuando se trata de una presentación grupal. Creo que todos hemos participado alguna vez en esa especie de dinámica del diablo en la que cada uno dice su nombre, todos seguidos. Bueno, pues a medida que van avanzando los turnos, y se acerca el mio, yo me preparo. Siempre se repiten los mismos patrones: Decirlo, sonreir, repetirlo. En caso de que la persona no sea del grupo “hábil”, tengo que deletrearlo. Después de esto, es divertido también observar el ademán que hace la persona. Es tan rápido, que en caso de que no le agrade el nombre, se les hace inevitable disimular la expresión facial. 


Muchas veces me han y me he planteado la opción de cambiarme el nombre, pero mi yo de 8 años estaría muy disgustada al oírme decir que ya no es una opción que ocupe algún puesto en mi lista de “qué hacer cuando cumpla la mayoría de edad”. Además, las opciones eran bastante cutres; sin ir más lejos, Ana me parecía un nombre perfecto, porque mantenía 3 letras del anterior y era corto. Sinceramente diré que ahora no es que me parezca un nombre atractivo. (Sin ánimo de ofender a ninguna Ana, hijo de Ana o hermano de Ana) Simplemente llegó un día en el que tuve que aceptar que mi nombre era este y punto. Ahora no es que me parezca que tenga el nombre más bonito del mundo, pero tampoco es algo que me cause tanto dilema como antes lo hacía. 


Eso sí, tengo claro que yo nunca haría algo así a mis hijos. Pero bueno, por lo menos me ha servido para una entrada al blog.


lunes, 21 de febrero de 2022

Cómo estudiar

Cada uno tiene su método para estudiar de la mejor manera posible. Pues bien, hoy vengo a hablaros de algunos de los métodos de estudio más comunes. Asimismo, el lugar de estudio y el temario también influyen en los diversos métodos de aprendizaje.


Para empezar, en mi opinión, el mejor lugar para memorizar y retener las cosas es aquel en el que haya silencio, luz, estés cómodo y tengas el material necesario para ello. En mi caso, suelo estudiar en mi habitación, pero hay momentos en los que voy a la mesa del salón para cambiar un poco de aires, despejarme y ver si me inspiro más.


En cuanto a los métodos de estudio, por un lado, está el método de estudiar a través de esquemas. Es decir, con la teoría que hay en el libro, cuaderno o apuntes, cada uno resume de manera esquemática y sencilla con sus palabras toda esa cantidad de información. Además, hay diferentes tipos de esquemas como: numérico, de flechas, mapa conceptual, etc. De esta manera, una vez recogida la información más importante, te resulta más fácil desarrollarla y entenderla.


Por otro lado, otra forma de estudio es la de hacer resúmenes. Yo creo que este procedimiento, junto al de hacer esquemas, son los más comunes y eficaces para alumnos como nosotros. En mi caso, el hecho de hacer esquemas me resulta complicado, simplemente porque no sé resumir, ya que todo me parece importante. Supongo que a alguno de vosotros también os pasará esto. Resumir no es mi punto fuerte la verdad, pero una vez que le pillo el truquillo y empiezo, me resulta más fácil de estudiar.


Por último, está la manera directa que consiste en estudiar del libro, cuaderno o apuntes de clase. Con esto me refiero a no hacer esquemas, ni resúmenes, ni nada de ese estilo, simplemente subrayando. En mi opinión, esta es una manera más densa de estudiar y poco eficaz en mi caso, ya que tan solo leyendo toda esa cantidad de palabras, me resulta difícil su retención en el cerebro. En ocasiones, acudo a este método pero solamente si no es mucha información o no me da tiempo a estudiar de otra manera.


En definitiva, cada uno, dadas sus capacidades, tiene su método más eficaz para estudiar y para retener toda la cantidad de información que debemos saber. Asimismo, todo consejo para estudiar es bienvenido, ya que la selectividad y la universidad se acercan y el conocimiento de buenos métodos de estudio para un futuro se agradece mucho.


Fin de una etapa.

Al final de esta evaluación, se cierra para mí, igual que para muchos, una etapa en la que llevo viviendo toda mi vida. Esto es algo en lo que no dejo de pensar cada lunes que me levanto para ir a clase, porque cada lunes estoy más cerca del último lunes que tenga que levantarme para acudir a este centro.

Mucha gente afirma no darle pena dejar de asistir a este colegio pero yo no puedo evitar que no me de pena dejar de venir porque es lo que llevo haciendo toda mi vida y la única visión que tengo de un colegio.


En primero de bachiller se me hacía muy raro pensar que dentro de un año fuese a acabar el colegio, lo veía como algo lejano. También es verdad, que al tener a amigos en segundo pues de vez en cuando recorría ese pensamiento por mi cabeza. Además, me daba pena no verlos casi por el colegio porque sabía que iba a ser su último año. 

Finalmente, cuando ya estos amigos acabaron el curso, algo que me parecía surrealista, empecé a ser más consciente de que mi fin aquí ya estaba cerca y de que ya no iría en bus con Maider ni quedaría con ella para que me donase los libros, sino que a partir de ahora quedaríamos para que me cuente su experiencia en la uni.    


A diferencia de mucha gente que desde pequeña moría por ir a la universidad, a mi siempre me ha dado pena ver como gente mítica del cole se iba y me daba pena pensar que algún día fuese a llegar ese momento para mi. Creo que esto a parte de ser por el cole, es porque mi vida en si no ha tenido grandes cambios, he ido siempre al mismo cole, mis amigos en general son gente que conozco desde pequeña (tanto los del pueblo como los de aquí)…Al final el cole a girado bastante en torno a mi vida al ser un lugar donde he pasado tantas horas de mi vida (algunas interminables como las del comedor)


Creo que nunca se me va a quitar la costumbre de ver a un exalumno del cole y decir: ay, ese es mítico del cole. Aunque la verdad es que tampoco quiero que se me quite la costumbre. Espero seguir yendo a algún Calasanz y seguir quedando con toda la gente que me ha aportado este centro, sobre todo con mis amigas de siempre que tienen casi todas muchas papeletas de ir a Donosti así que me da que pasaré muchos findes allí (o ellas en Vitoria si la suerte me acompaña). 


Anécdota para recordar

 El pasado fin de semana fui a esquiar a Formigal con mis amigas. Contratamos el viaje con una agencia que te organizaba prácticamente todo, incluso te daba la opción de alquilar el equipaje para esquiar como las botas, los esquís, los bastones y el casco. Algunas de nosotras tuvimos que alquilar dicho equipaje puesto que no lo teníamos en casa, mientras que otras ya tenían el suyo propio como era el caso de Adriana. 


El sábado a la mañana un autobús nos llevó hasta la estación de esquí donde íbamos a comenzar nuestro día en la nieve. Hacía mucho tiempo que no esquiábamos ni yo ni algunas de mis amigas por lo que decidimos comenzar despacio, yendo poco a poco y cada una a su ritmo. 


Media hora después de haber empezado a esquiar, tras haber bajado tan solo dos pistas, y encontrarnos bajando una tercera pista vimos a Adriana caerse. Muy a nuestro pesar, vimos que se le había roto la bota. Sí, la bota se había partido por la mitad. En aquel momento todas nos empezamos a reír porque era surrealista que nada más empezar a esquiar ya se le habría roto la bota. No obstante, cuando nos dimos cuenta que con la bota rota Adriana no podía esquiar, la situación dejó de ser tan graciosa. Adriana tenía que volver a la estación para alquilar unas botas nuevas y yo decidí acompañarla.


Era fácil volver a la estación siempre y cuando tuvieses unas botas y esquís que fuesen adecuados, pero cuando te encuentras en medio de una pista de bastante pendiente y con una bota rota resulta bastante más complicado. Solo teníamos dos opciones. Una de ellas era quitarse los esquís y bajar la cuesta tumbadas para llegar abajo y allí coger dos telesillas para volver a la estación. La otra, consistía en subir andando hasta el telesilla en el que nos habíamos bajado para que nos llevase de vuelta a la estación. Optamos por la segunda opción y nos pusimos en marcha. Adriana y yo nos quitamos los esquís y empezamos a subir la cuesta para llegar al principio de la pista. Nos costó bastante subir puesto que la pista resbalaba ya que era muy pronto y todavía el sol no había derretido mucho el hielo.He de añadir que también fue peligroso porque la gente bajaba esquiando y nosotras subíamos andando, nos podía haber atropellado algún esquiador perfectamente. 


Llegamos arriba y le contamos nuestra situación a los chicos que controlaban los telesillas. Estos, nos dijeron que teníamos que andar 100 metros más para llegar a otro telesilla que nos bajase a la estación.  No os podéis hacer una idea del deporte que hicimos subiendo esas cuestas con lo esquís en los hombros y de lo mucho que sudamos.


Finalmente, llegamos a ese telesilla y nos montamos en él, yendo en sentido contrario a la marcha, puesto que los telesillas se usan comúnmente para subir a la gente a las pistas y no para bajarlas. Éramos las raritas que íbamos en dirección contraria y a decir verdad la gente nos miraba sorprendida.


Conseguimos llegar a la estación de Anayet sanas y salvas y después de una larga cola, Adriana alquiló unas botas y volvimos de nuevo a esquiar. 


El resto del día y el día siguiente no tuvimos ningún problema de esa índole, así que doy gracias que aquella fuera la única batallita que nos ocurriese, al fin y al cabo solo perdimos una hora y media de esquiar.


Con todo esto, quiero advertiros que si vais a esquiar no os pongáis unas botas que tengan más años que vosotros ¡porque puede que no sean muy útiles!. 


sEx0

 

 No hay más que leer el título para empezar a escuchar risas, murmullos o ver la más disimulada sonrisa. Es uno de los temas que más tabúes ha despertado siempre y que, por desgracia, siguen coexistiendo con nosotros. Sin enrollarme demasiado, aclaro que aquí no me voy a callar nada y que todo lo que leáis va a ir directo al grano.

 Como principal punto destaco la educación. Gran parte de los problemas a la hora de mantener relaciones sexuales provienen de una falta de orientación, prevención y comunicación; estos temas se deberían impartir en los colegios, ya que tienen la misma o más importancia a la larga que el saber utilizar la campana de Gauss. Estos tres aspectos teóricamente son los que toda pareja debería conocer. De no hacerlo, las consecuencias podrían ser mucho peor de lo que imaginamos. 

 No me entendáis mal, la culpa no siempre es de la educación, sino también de aquellas personas que van de chulas por la vida como si fuesen los más listos de su barrio. Los veo venir, siempre las mismas frases: "es que el condón me aprieta", "yo ya he acabado, arréglatelas tu solo/a", etc... Con estos ejemplos, nos damos cuenta de que la desinformación y la tontería, que se unen a la chulería, son capaces de hacer a una persona añicos con posibles consecuencias para toda la vida, o mismamente dar mala imagen de ti y quedar como un idiota que solo piensa en sí mismo.

 Por mi parte, he de admitir que hace mucho me incluía en ese grupo de personas que solo pensaba en su propio beneficio y que únicamente se centraban en el placer personal y no en el mutuo. Por suerte, entre amistades, experiencias personales, y mis ganas de ser un gran sexólogo, aprendí que el egoísmo no hace más que dañar a las personas, y que el postureo no es más que un signo de inmadurez. 

 Si tuviese que dar un consejo para terminar esta primera parte de este tema, sería: "quien come callado repite". Éste da a entender que ir contando lo que haces en la intimidad por ahí, verte superior por llevarte por delante a cinco personas en una noche o la necesidad de repetir todo el día lo bueno/a que eres en la cama, no te hace ser mejor: cuanto más presumas de algo que solo tú y otra persona sabéis, seguramente no será para tanto... creo que sabéis de los que os hablo no?

Salir de la zona de confort

Mi aita, en verano siempre lee trilogías de asesinatos, misterio, thriller, y la verdad es que nunca me habían llamado la atención este tipo de libros. Sin embargo, este año, cuando estábamos fuera de vacaciones, me acabé los dos libros que me había llevado y decidí darle una opción al libro que él ya había terminado “El silencio de la ciudad blanca”.


Esta es una novela policíaca, escrita por Eva García Sáenz de Urturi, que se sitúa en la capital alavesa, Vitoria-Gasteiz. En el momento en el que un asesino, que cometió varios crímenes con características muy peculiares hace algunos años, va a salir de la cárcel, se encuentra a dos víctimas asesinadas de la misma forma. Esto hace que Unai, policía y protagonista del libro, lleve este caso reabierto.


La primera vez que esto ocurrió fue impactante, dos recién nacidos, un niño y una niña, con apellidos compuestos alaveses, desnudos, apoyando la palma de la mano en la mejilla del otro y rodeados de tres eguzkilores. La escena se repitió tres veces más hasta que atraparon al asesino, niños y niñas de 5, 10 y 15 años, en cada asesinato las víctimas tenían cinco años más que las anteriores.


Todo parecía haber acabado hasta que años más tarde, antes de que el supuesto asesino saliera de prisión, otra pareja de 20 años con apellidos compuestos alaveses apareció muerta.


No os cuento más, este es solo el principio de una historia con unos personajes muy detallados, con una trama que te atrapa desde el primer capítulo y te tiene en vilo hasta el último. Un libro muy recomendado tanto para aquellos que os guste este género como para los que no lo habéis leído nunca.


Empieza a rodar

Estamos a 16 de febrero y no quedan más que 4 días para la primera regata de bateles tras haber saboreado el año pasado el tercer puesto en Bizkaia y Euskadi. Nos quedamos con la miel en los labios de ir Galicia a disputar el campeonato de España, sin embargo, no pudo ser o mejor dicho, nos lo robaron en términos coloquiales.

Veréis, os pongo en contexto. La temporada 20-21 fue una de las mejores, aunque en verdad todas han sido increíbles y ha habido mucho aprendizaje tras el paso del tiempo, pero la del año pasado me dejó marca y fue la más destacable. Esto os lo contaré en otra entrada que me voy por las ramas, pero para situaros, venimos de una gran temporada donde nos hicimos respetar (algo muy complicado en el mundo del remo) y tras haber disfrutado de aquel inefable año, nos encontramos con esta nueva temporada, la del 21-22. Como os he dicho al principio, este domingo empieza la marcha, empieza lo bueno, nos metemos en la salsa.


A diferencia de otros deportes, la temporada de remo comienza en octubre y desde ese mes hasta enero/febrero entrenamos, solo entrenar, tanto gimnasio como salir al agua.

Este año toca el día 20, primera regata de bateles y la verdad que se  notan las ganas en las caras de tus amigas y compañeras de bancada.


En verdad no son nervios, osea sí pero no. Me explico, el primer año que empecé a remar sí que iba a cada regata nerviosa ya que era algo nuevo y muy desafiante porque no sabes cómo va a responder tu cuerpo y sobre todo tu mente a remar a tope durante 9 minutos. Bueno pues en el primer año sí que se notan los nervios, ese respeto, pero a partir del segundo es como un entrenamiento más. Te sigues mentalizando al ver a los rivales y siempre hay ese nervio de salir y remar, pero lo justo, te lo tomas de otra manera más racional y madura. Poco a poco se va acercando este domingo tan esperado con ganas de salir con el cuchillo entre los dientes y sobre todo, de disfrutar.


Como he dicho antes, venimos de un año espectacular y gratificante. Este domingo da comienzo a uno nuevo y las ganas de salir a cuchillo están garantizadas.

Nuestro objetivo es marcarnos un pedazo de año, además muchas de nosotras no sabemos  nuestro futuro en el remo ya que quizá estudiaremos fuera, así que queremos poner la guinda al pastel con esta nueva temporada.

Sobre todo buscamos disfrutar al igual que lo hicimos el año pasado, o más. 

A mano o a ordenador

Soy de las personas que cogen apuntes a ordenador, principalmente por las razones básicas: no se te cansa la mano, escribes mucho más rápido, si te equivocas borras sin tener que ensuciar la página, etc. Obviamente es algo muy práctico, sin embargo, no podría contar las veces que me he replanteado dejar de hacerlo.

Sinceramente, ni yo misma sé por qué pienso tantas veces en volver a coger los apuntes a mano, porque la verdad es que alguna clase de historia o de bio que no he traído ordenador se me ha hecho bastante dura. Solo sé que hay algo (que no sé qué es) que me gusta más de coger apuntes de forma tradicional. A lo mejor lo que me llama es que tengo que pensar antes de escribir, por lo que se va quedando en la cabeza de alguna forma lo que vas apuntando; o quizá lo que me gusta de coger los apuntes a mano es que me siento más productiva, porque al fin y al cabo con el ordenador no estás haciendo ningún gran esfuerzo.

A pesar de todas esas veces que me lo he replanteado, sigo cogiendo los apuntes con el ordenador y creo que va a seguir así, porque me parece que la pereza que me da machacar mi mano cada hora de clase va a ganar a todos los pros que esto pueda tener. En serio, no sabéis la envidia que me dais muchas veces las personas que cogéis todos los apuntes a mano, os admiro. Parece que no, pero una vez te has hecho al ordenador se hace muy difícil estar una clase entera con el boli en la mano prácticamente sin frenar.

En conclusión, el ordenador me parece un inventazo y nos simplifica la vida mucho, pero realmente hay veces que me encantaría poder coger información a mano con la facilidad que lo hacen algunas personas. En resumen, no tengo la suficiente fuerza de voluntad como para volver a ponerme a coger apuntes con boli.


domingo, 20 de febrero de 2022

MELENAS AL VIENTO Y A VIVIR EL MOMENTO (2/2)

 Los esquiadores más profesionales, habían sido sugeridos bajar por una serie de pistas bastante descuidadas que llegaban prácticamente hasta el parking. Sin embargo, fueron pocos los capacitados para bajar dichas pistas. Mientras tanto el resto de los allí presentes fuimos evacuados en orden de preferencia. En primer lugar, desalojaron a las personas con discapacidades o enfermedades. A continuación, a las personas de tercera edad y a los niños más pequeños. A partir de ahí, de los más pequeños hacia arriba. En aquel entonces mi hermano tenía 7 años y yo 8, por lo que nos tocó ser evacuados a altas horas de la madrugada. 


Mentiría si os dijese que la situación me agobió, es cierto que había niños muy nerviosos y adultos angustiados, pero yo no lograba entender por qué. He de decir que por aquel entonces me creía una aventurera, por lo que aquella experiencia me parecía super emocionante. Añadió más emoción el hecho de que tuviéramos que dormir en el suelo de la cafetería en la que habíamos comido, y que una ventana se rompiera por la ventisca. 


En la hora de la cena nos proporcionaron caldos calientes y mantas, todo muy digno de libro de aventuras. A medida que pasaba la noche iba evacuando a grupos y cada vez quedamos menos. Finalmente llegó nuestro turno, a las 6 de la mañana nos montamos en la parte trasera de un quitanieves que nos bajó hasta una carretera, en la que nos recogieron unos todoterrenos de los bomberos. Una vez llegados a una carretera más accesible, un autobús nos recogió y nos llevó al parking de la estación. Allí nos dijeron que habíamos sido el penúltimo grupo de las más de 500 personas evacuadas.


Al año siguiente, en las mismas fechas se volvieron a dar las mismas condiciones, como si de un déjà vu se tratara, solo que esta vez no abrieron las pistas. Esta ha sido sin duda una experiencia que recordaré con mucha emoción a lo largo de mi vida y siempre que subo en el telecabina cuando hace viento, me vienen flashbacks de este acontecimiento.


El espacio

 Desde tiempos inmemorables ya se miraba al firmamento. Construcciones como Stonehenge muestran esa alineación perfecta con los solsticios de verano e invierno. Pero no sólo destacó el hombre prehistórico, sino que grandes civilizaciones también destacaron en este ámbito, civilizaciones como la egipcia, la inca o la maya. Pero, ¿por qué nos ha suscitado tanto interés saber que hay más allá de la atmósfera?

Desde la carrera espacial entre la URSS y EEUU, nuestra curiosidad por el espacio ha aumentado considerablemente. Hemos enviado varias misiones al espacio con el fin de recoger datos, muestras, información sobre la composición de otros planetas, asteroides y cometas. No contentos con esto, también se han enviado varias misiones con el fin de conocer el origen del universo. 

Otras misiones de gran importancia han sido aquellas que se han enviado a lo largo del Universo con el fin de encontrar nuevos planetas parecidos a La Tierra, encontrar nuevas galaxias, y si era posible, encontrar nuevas formas de vida. ¡Oh, sí! Encontrar vida inteligente más allá de La Tierra ha sido un gran reto para la ciencia que todavía sigue siendo una gran incógnita. 

Pero volviendo a algo más cercano, a temas que pueden tener más relevancia para las personas de a pie, lo que más fascina a cualquier persona, cosa a la que me incluyo, son las constelaciones, encontrar la Osa Mayor y la Menor, la estrella Polar (o la Octantes en el sur), intentar ver la Estación Espacial Internacional, quedarte a ver la lluvia de estrellas o, incluso, ver sucesos que solo pasan cada muchos años.

En definitiva, el Universo ha sido una fuente de curiosidad para toda la Humanidad. A mí, siempre me ha gustado ver el cielo nocturno: ver constelaciones, la vía láctea o, simplemente, la Luna. Como ya dijo Neil Armstrong: "No me sentía como un gigante. Me sentí muy pequeño". Saber que más allá, hay un universo entero aún por explorar es algo que abruma, pero debe de ser fascinante. 

La siesta


Lo de echarse siestas siempre ha sido la característica por excelencia de ser un “buen español” y lo cierto es que hasta este año, he debido ser una extranjera. No sé por qué pero siempre que me echaba una, que normalmente era tras un campamento de scout o un largo viaje, me levantaba que no sabía ni en qué año vivía. Me entraba un mareillo tonto que me dejaba toda la tarde aturdida y no era hasta la mañana siguiente que volvía a ser yo.


Sin embargo, no fue hasta escuchar en repetidas ocasiones a una amiga, a Muskilda en concreto, la frase “yo me levanto por las mañanas, pensando en la siesta del mediodía”, que empecé a replantearme si me echaba “bien” las siestas. Pues lo cierto es que no, estaba más tiempo de la cuenta. Los profesionales de este deporte puede que sí sean capaces de dormir tres horas seguidas y levantarse como si nada, pero para el resto de mortales,  la clave está en siestas de entre 15 y 30 minutos. Desde que lo empecé a hacer no he podido parar.


Para mi la mejor hora y lugar para una de estas, es después de comer y en el sofá. Diría que el sofá es como más “chill” que la cama. En lo que respecta al ambiente, la  persiana bajada. Y luego hay quienes se ponen la tele de fondo o algo de música hasta que se quedan dormidos, pero sinceramente yo voy a lo que voy. Tras esos 30 minutos, aunque a veces suelen ser 45, me levanto un poco aturdida pero al de 10 minutos me activo y soy capaz de volver a mi rutina, pero eso sí, mucho más descansada. En definitiva, echarse la siesta se ha convertido junto con comer, en uno de mis vicios y me enorgullece poder decir que ahora sí soy “una española como Dios manda”.


Menorca

Todos tenemos en la cabeza algún lugar del que solo se nos vienen a la cabeza buenos recuerdos. En mi caso, este paraje no es otro que la isla de Menorca. Esta isla consigue ofrecerme cada verano las dos semanas de mayor desconexión y tranquilidad de todo el año. Su clima y sus impresionantes playas hacen de esta isla el lugar perfecto para recargar las pilas y disfrutar de una vida tranquila.

Lo primero que se viene a la mente al pensar en Menorca es la casa de mi abuela. No os penséis que es un casoplón; de hecho, es un piso de escasos 40 metros cuadrados. Sin embargo, tiene las mejores vistas que puede haber del puerto de Mahón y una terraza espectacular. Os aseguro que los desayunos y las cenas interminables con la brisita y esas vistas son inigualables. 

Durante el día, el plan que hacemos es siempre el mismo. Por las mañanas, mi padre, mi hermano y yo vamos a hacer las compras, ya sea por las encantadoras calles de Es Castell, donde está nuestra casa, o en el mercado de Mahón. Sinceramente, volver a encontrarse con los mismos tenderos año tras año y tener la oportunidad de compartir con ellos nuestras andanzas durante el largo período que no nos vemos es increíble. Si estáis esperando alguna recomendación, tenéis que probar el queso, la sobrasada y las gambas de la Isla.

Una vez hemos hecho las compras, normalmente hacia la una o las dos del mediodía, nos vamos a la playa con los bocadillos que mi madre prepara mientras nosotros compramos. Normalmente, elegimos playas en las que haya que andar un rato hasta llegar a la arena, de manera que no estén repletas de turistas y podamos estar a gusto. En cuanto montamos el chiringuito, nos bañamos para quitarnos el sofocón y nos quedamos allí hasta que dan las ocho más o menos que volvemos a casa a cenar y, sobre todo, a ducharnos. 

Sin embargo, sí es cierto que solemos reservar un día o dos para hacer alguna visita a Mahón, Ciudadela o cualquiera de los pueblitos de la Isla. Para mí, las calles de Ciudadela tienen un encanto sin igual, especialmente las del Casco Antiguo. Además, tanto en Ciudadela como en Mahón el puerto es impresionante, no solo por los enormes y carísimos yates y velero, sino por las menorquinas, barcos típicos de la isla, con sus preciosas velas cuadradas.

A diferencia de lo que muchos pueden pensar, hace mucho tiempo que no me siento un turista en Menorca. Espero poder seguir pasando mis dos semanas sagradas allí muchos años, pues esta isla tiene algo mágico que consigue que en cuanto llegas todas tus preocupaciones queden atrás y disfrutes al máximo de sus paisajes y su clima. No cambiaría por nada en el mundo la quincena que paso en Menorca cada año.

 



Todos pagamos por pecadores.

 Cada vez el ser humano es mas cruel y no tiene piedad en hacer cualquier cosa por conseguir lo que quieren, sin importar si muere un inocen...