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martes, 22 de febrero de 2022

Esquiar 1/2

 Este fin de semana he tenido la suerte de esquiar por primera vez en mi vida, algo con lo que llevaba fantaseando desde hace muchos años. En mi familia no hay nadie al que le guste esquiar, de manera que he tenido que esperar hasta los diecisiete años para poder probar este deporte junto a mis amigos. Sinceramente, ha superado mis expectativas enormemente y me alegro de poder decir que lo he disfrutado muchísimo.

El momento en el que vi la estación de esquí por primera vez me quedé boquiabierto, tan solo había estado en la nieve una vez e iba a pasar dos días tirándome por laderas repletas de ella. En un principio, las pistas no me parecían gran cosa, principalmente porque desde la humilde rampa donde los principiantes nos matamos unos con otros no se ve más allá de dos telesillas y tres pistas. Sin embargo, una vez te montas ( o al menos lo intentas) en el telesilla ese que sube hasta Dios sabe dónde, llegas a algo así como un mundo nuevo.

De repente, descubres que hay cuatro valles diferentes, tres parkings más y un infinito número de pistas que se extienden hasta donde uno quiere, ya que salía gente dando saltos hasta de debajo de las piedras. Es ahí cuando te das cuenta que los puntitos negros que se veían desde abajo no eran árboles, sino que eran las personas con las que volvías en el bus. Por otro lado, el trayecto en telesilla también me resultó algo curioso, ya que  básicamente subes cientos de metros en una silla voladora de la cual no sabes bajar. Afortunadamente, tras preguntar repetidas veces cómo se hace a la parejita de al lado, se suelen apiadar de tu alma y te ayudan a hacerlo.

Cuando levanté la mirada para intentar ubicar a mi pequeño grupo de torpes aprendices vi lo más parecido a una autopista de personas que puede existir. Hay gente yendo y viniendo en todas las direcciones, y no muy despacio que se diga. Cada uno circula por su carril sin mirar atrás ni un segundo, sortean algún que otro obstáculo bípedo que se encuentran chapoteando en el suelo y se lanzan por el primer acantilado que pillan, como si de saltar a la piscina se tratase.


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