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viernes, 8 de abril de 2022

RuPaul’s Drag Race

Al ser la última entrada que haré en este blog, he pensado que la mejor forma de finalizar todo este trayecto es hablando de algo que me apasiona. En este caso, un programa de televisión. Pero creerme cuando digo que no es uno cualquiera. La buenísima edición junto con el casting de gente con tanto talento, hacen de Drag Race un programa inigualable. 


Podría pasarme horas y horas hablando de esta gran franquicia, que en los últimos años ha dado la vuelta el mundo, pues lo que empezó siendo un reality únicamente estadounidense, a día de hoy lo podemos encontrar en una lista muy extensa de países (donde claramente España se encuentra). Por esta misma razón, únicamente me centraré en Drag Race España. De lo contrario el blog se convertiría en una novela, y no precisamente corta. 


Drag Race llegó a España hace algo más de un año, concretamente el 29 de diciembre de 2020, día bautizado como el más feliz de mi vida. No me podía creer que un programa que llevaba viendo y admirando durante tantos años, al fin había llegado a España. Además, ahora mismo está en emisión su segunda temporada, para que veáis el éxito que tuvo la primera. Pero bueno, que me voy por las ramas. El concurso consiste en que cada semana las reinas tendrán que enfrentarse a algún reto (por lo general de actuación, canto, diseño, de comedia…). Por lo tanto, al final nos encontramos con una ganadora y otras dos que no lo serán tanto. Estas dos últimas tendrán que enfrentarse en un lip sync para ver quién se quedará. Esto sería en MUY pocas palabras de lo que trata el reality. Obviamente tiene muchos más trasfondo, y se tratan temas que por lo general no se ven en otros programas.


Sinceramente, os animo a todos y todas a ver este concurso, pues lo tiene todo. Una gran diversidad en cuanto al cast, comedia, moda (una bastante alternativa), toca temas de los que todos deberíamos oír hablar, da visibilidad a comunidades más pequeñas… Podéis encontrar todas las temporadas de la versión estadounidense en Netflix, que son unas 13, por lo que tenéis Drag Race para rato.

El tiempo

Hace varios días, volví a ver una de mis películas favoritas: Interstellar. Trata generalmente sobre viajes espaciales ficticios, aunque se acerca bastante a lo que podría ocurrir en la realidad. El caso es que las veces que la he visto, siempre me ha llamado la atención el transcurso del tiempo en otros lugares lejanos a la Tierra respecto a esta (entre otras cosas). Por ejemplo, cuando un astronauta vuelve de un largo viaje espacial y él sigue teniendo prácticamente la misma edad, es decir, para él el tiempo ha transcurrido de forma normal. Sin embargo, para el resto de mortales el tiempo ha transcurrido más rápido en relación a él y se reencuentra con su hija, que ya es una ancianita. La verdad, al principio me parecía surrealista y pensaba que era imposible.


Me puse a investigar un poco para entender mejor por qué ocurría este fenómeno. No os voy a dar una chapa sobre esto (principalmente porque tampoco sabría explicar gran cosa), pero resumiendo mucho, se debe a que el tiempo se ralentiza cuanto más rápido se viaja y está relacionado con el lugar y los espacios gravitacionales que tengamos cerca. Aún sabiendo la causa de las variaciones del paso del tiempo, sigue pareciéndome impactante que algo así sea posible.


Al final, vivimos metidos en nuestra burbuja y no somos conscientes de que fuera de nuestro entorno, planeta, sistema solar…el concepto del tiempo cambia completamente y convierte nuestra actividad en algo insignificante. De todas formas, lo más posible es que nunca lleguemos a ver ese contraste temporal reflejado en alguien, ya que todavía no tenemos la tecnología ni los avances necesarios para hacerlo. 


Por el momento, bastante tenemos con preocuparnos por el paso del tiempo en nuestro entorno y aprovechar este valioso tesoro de la mejor manera posible. Creo que este es un tema que debería hacernos pensar bastante sobre el tiempo del que disponemos y en lo que nos gustaría invertirlo, de forma que en un futuro no nos arrepintamos. En mi caso, he descubierto que me gusta utilizarlo de vez en cuando para curiosear sobre este tipo de cosas.


Personas

 Qué decir de las personas. Los seres humanos, esa especie que ha colonizado el planeta Tierra casi al completo. Una raza capaz de lo peor y de lo mejor, de ser querida o ser odiada, para unos el cáncer del mundo, para otros la pura esencia de la vida. Nos guste o no, pertenecemos a este cada vez más numeroso grupo de homínidos muy desarrollados que se caracteriza por poder "pensar", aunque no siempre decida hacerlo.

Cómo se suele decir, cada persona es un mundo. Todos alguna vez nos hemos quedado pensativos al darnos cuenta de que toda la gente que vemos y no conocemos tiene su propia vida, sus propios problemas, sus propios sueños. A pesar de que a veces parezca que vivimos en una simulación, realmente formamos parte de una increíblemente compleja sociedad en la que no encuentras dos personas que piensen igual ni por error. Cada cual lleva su mochila personal al hombro, y en ella arrastra todo su pasado, el que le hace ser quién es hoy en día.

Sarcasmos aparte, considero que las personas somos seres infinitamente curiosos. No hay mayor placer en el mundo que descubrir cómo es alguien que no conocías por dentro. Ver cómo le brillan los ojos cuando habla de aquello que le apasiona, como tuerce la expresión de la cara al mencionar eso que tanto le atormenta o cómo se ríe a carcajadas de forma descontrolada. Víctimas de los prejuicios nos perdemos la oportunidad de entablar grandes amistades a lo largo de nuestra vida, y la verdad es que es una pena. Nunca sabes quién se esconde tras la máscara que cada uno lleva puesta, esos roles en los que estamos encasillados, tan fáciles de romper y tan cómodos para esconderse al mismo tiempo.

Sinceramente, creo que deberíamos atrevernos más a dar ese primer paso y estar abiertos a conocer gente nueva. Uno nunca sabe lo que se pierde, ahí fuera hay personas que pueden pensar igual que tú o compartir tus mismos gustos, no obstante, preferimos observar desde la distancia y dejar pasar la oportunidad.


La última y nos vamos

Pues bueno, ya he llegado a mi última entrada en este blog, mi entrada número 18. Cuando empecé el curso pensé que me iba a costar mucho llegar a esta entrada porque pense que hablar sobre 18 temas iba a ser complicado pero finalmente he llegado a escribir sobre muchos más temas que se han quedado sin publicar. A lo largo del curso he ido escribiendo en un documento llamado "sin título" cuando me surgía la inspiración y he llegado a escribir en metros, trenes, autobuses o incluso desde el sofá de mi casa. Finalmente, os voy a hablar sobre lo que me ha aportado bachiller.


Comencé bachiller con mucha incertidumbre por el cambio, por ver cuál sería mi clase, por ver cómo me iria el curso, por ver si había acertado con la rama escogida (obviamente no), por ver si porfin iba a encontrar mi vocación…Aunque tenía amigas en clase y quieras que no, tenía alguien con quien compartir la situación y eso me hacía estar más tranquila. 


Primero de bachiller me enseño que todo en la vida pasa, sea para bien o para mal y que si algo no te gusta te va a costar el triple entenderlo y estudiarlo. También me enseñó a no compararme con los demás y a saber conformarme con mis notas si he hecho todo lo que he podido y más, porque en esas situaciones y en muchas otras hay cosas que simplemente no dependen de nosotros.  


Segundo de bachiller, ha supuesto un gran cambio. Este año ya no estoy con mis amigas de siempre pero no es algo que me importe demasiado ya que sigo compartiendo con cada una alguna asignatura. Al principio sí que se me hizo raro verme sin ellas pero ahora casi que lo prefiero porque me ha aportado una perspectiva diferente y hablar con gente a la que el año pasado apenas veía. 


Además, segundo de bachiller, a pesar de haber sido un año bastante duro tanto físicamente como mentalmente, me ha hecho evolucionar mucho como persona. Creo que ha día de hoy soy una persona más "paz y amor" (como me dicen en mi pueblo). Además, trato de no juzgar nunca, porque nunca sabes por lo que está pasando la otra persona y más en estos cursos donde mucha gente comienza a desarrollar trastornos como la ansiedad. También a no normalizar situaciones y no dar las cosas por hecho porque yo soy la primera que se queda bloqueada cuando le preguntan datos de su madre. Desde aquí hago un inciso para que cambien las fichas escolares en las que debes de poner datos de tus padres, no todo el mundo tiene padre y madre o no los tienen como tutores legales.

 

La indecisión

Ser una persona indecisa siempre ha formado parte de mí. Desde que tengo uso de razón, decidir me ha parecido una tarea complicada.


Con 8 años ya empecé a tener problemas en este sentido. Todos los viernes, después del cole, íbamos a “Iñako” a comprar unas chuches. He de decir que era una tienda bastante pequeña pero aun así, decidir cuáles iban a ser mis próximas adquisición dulces se convertiría en una agotante tarea (y más para mis pobres acompañantes). El caso es que mis amigas a día de hoy me siguen recordando lo que pasaba…


Tras tener que estar más de 10 minutos esperándome fuera de la tienda de chuches, de repente salía yo. En un principio, ingenuas a lo que estaba sucediendo, sonreían pensando que ya habría escogido qué merendar pero lo cierto es que era todo lo contrario. 


Yo, habiéndome visto incapaz de elegir por mí misma qué comprar, había decidido salir del establecimiento para dejar la decisión en manos de mis amigas. Para que tomaran aquella “gran” decisión, realizaba un auténtico referéndum donde cada una, por orden, iban diciendo cuál creían que sería la opción más adecuada basándose en mis gustos. En un principio, varias de ellas ponían los ojos en blanco, pero tras ver la seriedad del asunto, empezaban a hablar. Mis amigas sin titubear respondían una tras otra cosas similares: regalices, gominolas y algún chupachupas. Sin embargo, siempre estaba la amiga “rara” que no se si era para joder o qué, pero que me recomendaba comprar un paquete. Las otras, casi instintivamente se giraban y le decían un “cállate” con miedo de que la indecisión se apoderara otra vez de mí y tuviéramos que celebrar unas segundas elecciones.


En definitiva, les daba las gracias y volvía a entrar en la tienda. Pero claro, ahora ya no sabía si escoger las gominolas o el paquete de pelotazos que me habían recomendado, así que acababa comprándome una napolitana de chocolate.


¡Qué suerte tengo!

Muchos coincidiréis conmigo en que los pueblos son el mejor sitio en el que uno puede estar. Todo aquel que tenga un pueblo donde pasar algún fin de semana, las vacaciones de Semana Santa, el verano… se puede sentir muy afortunado, ya que, en mi opinión, no hay lugar mejor. Puede que no sea uno de los lugares más bonitos del mundo, pero es un sitio en el que el tiempo se pasa volando, no importa lo que hagas.


Personalmente mi pueblo me ha enseñado tanto cosas buenas como cosas malas. Los pueblos son aquellos sitios en los que se hacen grandes amistades y que prácticamente duran para toda la vida. Sin embargo, en el caso de que tengas algún problema con alguien… a ver cómo te las ingenias para que el tío, del hijo, del amigo de esa persona no te odie. Y es que es así, en los pueblos se sabe todo de todos, por muy grande que sea. En mi caso mi pueblo es muy pequeño, y ha habido veces que incluso me he llegado a enterar de cosas de mi familia gracias a que algún señor del pueblo me paró y me preguntó sobre ello.


Otro aspecto que cabe destacar es el de que en los pueblos es el sitio en el que más se puede llegar a notar la falta de gente según qué época del año sea. Obviamente en verano es un sitio que está lleno de gente, al que cada año va gente nueva y todo se convierte en una especie de “mini ciudad”. Supongo que en la gran mayoría de pueblos pasará lo mismo. No obstante, cuando llega septiembre y las vacaciones de verano terminan, el pueblo se convierte en un lugar casi desértico. Las pocas veces que he podido estar allí en esas fechas era una diferencia increíble. Por las tardes solo se veía a la gente del pueblo dando un paseo por el pinar, el frontón estaba vacío, en el bar quedaban los 5 señores de siempre jugando sus partidas de mus… Este es uno de los aspectos que más me entristece, ya que a todo el mundo le gustaría que el pueblo conservara esa chispa todo el año, pero por desgracia no es viable.


En resumen, los pueblos son sitios maravillosos en los que relajarse y pasar el tiempo con la gente que quieres, y me siento muy afortunado de poder tener uno. No obstante, hay que saber cuándo ir y tener diversos factores en cuenta para que de esta forma la estancia allí sea lo mejor posible.


jueves, 7 de abril de 2022

Escribir

Cuando tengo tiempo, no estoy perezosa y estoy inspirada ¡agárrate, que vienen curvas! Si bien es el cumple de alguien, estoy cabreada, estoy estresada, estoy reflexiva o estoy agradecida por algo; me convierto en una auténtica escritora (y no por el hecho de que escriba bien). 

Creo que todo comenzó en verano. Una noche que no podía dormirme porque andaba dándole vueltas a algo como de costumbre, terminé escribiendo aquello que estaba sobrepensando tanto en “Notas”. Una vez lo solté todo, apagué el móvil y, como si nada, aquel tormento de pensamientos en bucle desapareció.


Hasta hace relativamente poco no me había parado a pensar que escribir era y es algo que me gusta. Eso sí, no soy ninguna profesional y me gusta hacerlo mayoritariamente los días que estoy inspirada porque sino termino enfadándome.


Por otro lado, si escribir en verano es genial, os prometo que hacerlo en época de colegio es incluso mejor (o al menos así me lo parece a mí). He de admitir que últimamente 2º de bachiller me está dejando un poco `K.O.´ porque antes de que pueda sobrepensar acerca de algo mi cuerpo ya ha avisado de "batería baja". Es por ello, por lo que, este año, no estoy escribiendo prácticamente cuando necesito desahogarme. En cambio, he decidido hacer entradas al blog lo que me permitía escribir. Aunque escribir de esta manera es completamente diferente a escribir para desahogarte, me ha servido para quitarme el chincho. Asimismo, no siempre tengo por qué redactar mis preocupaciones y el blog ha sido algo ideal para que pueda desarrollar mi “escritura anecdótica” o “divertida”. 


En resumen, he descubierto que la escritura es algo que me gusta y me ha sorprendido muchísimo. Por otro lado, alentaros a que os animéis a probar cosas nuevas (ya sea a escribir como a cualquier otra cosa) porque como me dijo alguien una vez “es mejor hacer algo y arrepentirse que no haberlo hecho y arrepentirse”.


Mi trauma

Durante 11-12 años de mi vida yo he llevado un corte de pelo bastante “especial”. La decisión de llevar el pelo de dicha manera no era en absoluto elección mía, pero tampoco me oponía, así que supongo que el que calla otorga. 


Este corte de pelo era tan sumamente sencillo que durante estos 11-12 años no pisé ni una sola vez la peluquería. El pelo me lo cortaba mi madre en casa con tijera, por lo que el miedo a cortes accidentales de oreja o pellizcos con las tijeras estaban a la orden del día. Todo ello sumado a la incomodidad de tener todo el flequillo en la cara en cuanto a cortar el flequillo se refiere.


Imagino que en este punto todos los que no me conocíais de pequeño tendréis bastante intriga por lo que llevaba en la cabeza, pues bien, yo llevaba el muy popular “pelo casco”. Creo que nadie que haya llevado este corte tiene buen recuerdo o se siente orgulloso de ello y francamente, yo tampoco.


Siento deciros que si creíais que el trauma venía de que mi madre me cortase el pelo de manera tan terrible, estáis equivocados. El problema venía cuando iba con mis abuelos al parque o a dar un paseo. Generalmente íbamos a la Vía Vieja de Lezama, una calle de un barrio muy residencial en las faldas de Artxanda. El hecho de que el barrio fuese tan residencial hacía que estuviese lleno de personas de la tercera edad. Pues bien, estos amables ancianitos se dedicaban a decirles a sus nietos o entre ellos mismos “ mira que niña tan guapa”. ¡¡¡¡¡Pues no señora, soy un niño!!!!! Rabia, odio, humillación y unas ganas de mandarles a la m***** terribles era lo que invadía al Dani de 7-8 años que se lo tomaba a la tremenda. Sin embargo, mi respuesta era callarme e irme a jugar a otro lado.


Ahora, mirándolo con perspectiva, me doy cuenta de que no había ningún tipo de maldad y la única intención de los abuelos era ser amables conmigo. Que su visión cansada y deteriorada no les permitiese lograr su misión con éxito, es otra cosa. Adjunto foto de mi melena para que vosotros mismos valoréis.









Sociedad de consumo

 Hoy en día vivimos en una sociedad de consumo. Todos nosotros tenemos al alcance de la mano cualquier tipo de producto básico como comida, ropa, juegos.. Con un pequeño esfuerzo, los podemos adquirir y verdaderamente tenemos suerte de ello. El problema aparece cuando esta actividad se vuelve patológica y nos volvemos consumistas.

Quizá vivamos en una sociedad  basada en la posesión y acumulación de bienes  de forma inmoderada y los modelos a seguir  hacen demasiada ostentación de productos de lujo.

Por ejemplo Georgina (la mujer de Ronaldo) saliendo en su Instagram enseñando bolsos de tres mil euros. El propio Ronaldo y muchos futbolistas enseñando coches de cien mil euros…y luego muchos jóvenes y no tan jóvenes” matando “por tener el mismo tatuaje o el mismo bolso.

Para muchos, el objetivo de la vida es acumular cosas de forma inmoderada ,es decir ,consumir en exceso sin tener realmente una necesidad.

Tenemos que ser sinceros y reconocer que todos compramos en exceso y que realmente podríamos pasar con cuatro cosas, pero la realidad es que nos auto convencemos de que con esa nueva compra o producto en cuestión,vamos a ser más felices y a vivir mejor. Vivimos en una sociedad de consumo y nos ofrece la posibilidad de adquirir bienes y servicios y eso contribuye a mejorar nuestra  calidad de vida.

Pero hay que reconocer  que en este tipo de sociedad  cada vez hay más personas con adicción a las compras , almacenan objetos que no necesitan y no tienen la capacidad para controlar el deseo de comprar y este tipo de patología implica la aparición de problemas académicos ,laborales ,familiares ,jurídicos.. Llegando a dañarse ellos mismos o a los que les rodean. Por tanto es importante ponerse en manos de profesionales que permitan a la persona aumentar su autocontrol y disminuir su  ansiedad.


miércoles, 6 de abril de 2022

Raparse

Desde siempre y desde que tengo uso de razón he tenido el pelo relativamente largo, sobre todo este último año y medio. Mi pelo ha sido siempre MI PELO, ya que digamos que no tengo un pelo muy común, mucho menos en hombres, porque con el pelo largo se me forman un sinfín de tirabuzones y rizos por toda la cabeza. Tan solo con fijarse en la parte más alta de mi persona se puede saber que soy yo sin lugar a dudas. Pues bueno, tras años y años con una cantidad considerable de pelo, el pasado viernes 1 de abril de 2022 decidí cambiar lo que hasta entonces había sido una de mis peculiaridades más características, me rapé.

Quiero dejar claro que esto no fue un venazo así porque sí. Llevaba pensando en raparme desde bastante antes del verano pasado, pero no me había atrevido a hacerlo porque no tenía claro si el resultado iba a ser el esperado. Hablé con amigos, familiares… y todos me decían que “solo se vive una vez” y que “el pelo crece”, por lo que una tarde cualquiera pedí cita en la peluquería y, como se suele decir, el resto es historia.


Ahora que llevo poco más de una semana puedo enumerar una serie de ventajas o comodidades que me ha traído el no tener pelo que me llegue por debajo de la nariz. Lo primero de todo y en lo que más lo he notado es por las mañanas. Antes tenía que empaparme el pelo de agua cada día para que se me rizase y no parecer que me acababa de despertar de una siesta de 3 días y medio. Pues bien, ahora puedo decidir si me apetece lavármelo o no por las mañanas, cosa que antes era obligatoria hacer. También me encuentro más cómodo a la hora de hacer deporte, no pierdo tanto tiempo arreglándomelo, no se me puede despeinar…  


Como ya he dicho, tan solo llevo poco más de una semana con el nuevo corte y no he podido sacar todo el provecho que tener el pelo corto me da, por lo que si queréis que os actualice mis sensaciones de aquí a un tiempo no tenéis que hacer nada más que preguntarme. Y a todos los que estéis pensando en hacer cualquier tipo de cambio, os recomiendo pensarlo lo justo y llevarlo adelante porque, como me han dicho a mí todo este tiempo, vida solo hay una.


martes, 5 de abril de 2022

Esta entrada no se va a leer.

Bueno, he hecho cálculos y si todo va bien, creo que esta entrada no se va a leer.

Me impacta cómo de rápido pasa el tiempo. Este año se me ha pasado mucho más rápido que de costumbre. Tengo los primeros días de septiembre tan cercanos, que los recuerdo con una casi perfecta nitidez. Los nervios de empezar el último curso, lo divertido que es siempre los encuentros en septiembre, ver quién estaba más moreno o morena… Ahora recuerdo hasta con cariño las interminables presentaciones de los profesores y de las asignaturas…


Que fuerte me parece!! En un abrir y cerrar de ojos nos hemos plantado  a días de empezar la Semana Santa, lo que significa que a la vuelta no quedarán más que días de lo que es NUESTRO ÚLTIMO AÑO EN EL COLEGIO. Hemos  pasado tanto tiempo ejerciendo la misma rutina que obviamente no me imagino cómo será la nueva del año que viene. Además, tengo “la desgracia” de ser de aquellos que todavía no tiene nada asegurado, así que no puedo ni crearme una posible idea de lo que podrá ser mi vida el año que viene.


Me acuerdo de lo que me costó ponerme a escribir la primera entrada al blog. Sin embargo, ahora, le he cogido hasta gustillo. Me ha parecido una muy buena idea para obligarnos a escribir y así mejorar nuestra expresión o incluso como momento de parar a reflexionar.


La verdad que no se me ocurre mucho más que escribir… 
Dicho esto, concluyo “mi última entrada al blog”, más corta de lo normal, pero cargada de esperanzas e ilusión. Espero que todo nos vaya bonito :D


lunes, 4 de abril de 2022

Volando sola teniendo miedo a volar

A diferencia de la mayoría de personas de nuestra edad, no tengo un pueblo al lado de la esquina al que pueda ir todos los fines de semana. Mi “pueblo” (porque tampoco es que lo considere pueblo como tal) es Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. A este sitio llevo yendo desde pequeña porque toda la familia de mi padre vive ahí o por los pueblos de al lado. Por ello, 1 vez al año me toca coger un par de aviones para poder ir allí y volver a Bilbao una vez se hayan acabado las vacaciones. ¿El problema? que me da miedo volar y que, al no tener relación con mi padre, me toca hacerlo sola. Es por eso que, después de esta introducción un tanto larga, me gustaría explicaros cómo es el proceso de volar en avión teniendo pánico a volar. 

Todo empieza haciendo la maleta. En este punto del proceso no me voy a enrollar mucho porque ya hice una entrada contándoos cómo se hace una maleta como Dios manda. Yéndonos al segundo paso, este se basa en pegarme una buena ducha para intentar quitarme por arte de magia los nervios que llevo acumulando las últimas 24h. De todas formas, como este paso no suele funcionar me toca salir de la ducha y prepararme para salir. 

El siguiente paso consistiría en subirme al coche y poner música a tope para intentar no pensar en lo que me espera en unas horas. Este paso no le suele gustar mucho a mi madre que es la que está conduciendo, pero hace un excepción porque es mejor lidiar con la música a tope que con su hija histérica hablando sin parar. 


Una vez llegamos al aeropuerto, lo primero que hacemos (porque no lo puedo hacer yo sola y me tiene que acompañar mi madre) es facturar la maleta. Una vez hecho esto, salimos fuera para que ama se fume un cigarro y yo me relaje un poco tomando el aire fresco (que no es mucho si me viene todo el humo del asqueroso cigarro). 


Ahora empieza una de las partes más difíciles del proceso, el control de seguridad. Bueno, antes de esto me he pegado la llorera del mes al tener que despedirme de mi madre pensando que ya no la voy a volver a ver (paranoias, lo sé). El caso, cuando llego al control de seguridad, repaso mil veces todas las cosas que me tengo que quitar y, aunque haya muchas que no me tenga que quitar, me las quito por si acaso. 


Una vez pasado el control, suelo ir directamente a la puerta de embarque (si esta se encuentra abierta) para asegurarme de que no pierdo el vuelo. A todo esto, todo el tiempo que transcurre desde que atravieso el control de seguridad hasta que me monto en el avión me gusta pasarlo hablando con alguien por teléfono, para distraerme. 


Ahora sí que sí, el momento más difícil de todo el proceso, subirse al avión y sentir cómo despega. En estos minutos pueden pasar 2 cosas. Una es que me puedo poner a llorar desconsoladamente de los nervios que tengo y del pánico que me da el hecho de sentir que dejamos de estar en el suelo. Por otro lado, la segunda cosa que puede pasar, y de las pocas veces que me vais a ver hablando con desconocidos por voluntad propia, es hablar con la persona de al lado y explicarle que tengo miedo a volar y que por favor me hable hasta que la dichosa lucecita del cinturón de seguridad se apague. Eso sí, una vez que la luz se apaga, no sé por qué, me relajo. 


Por último, y tras una hora y veinte de trayecto, por fin llegó a tierra firme donde me esperan mis tíos y mi abuela con los brazos abiertos. Este es el mejor momento y simplemente es por lo que paso por todo el proceso que os he contado anteriormente todos los años.


domingo, 3 de abril de 2022

MASCOTAS


Os mentiría si os dijera que llevo desde pequeña fantaseando con tener mascotas. La verdad es que nunca he sido de esas niñas que insistían a sus padres para que les compraran un perrito, no obstante, en los últimos años mis ganas de adoptar un animal han ido en aumento. 


Creo que lo que más me atrae es ese sentimiento que describen todas las personas que tienen mascota. Esa alegría al entrar en casa y ver la ilusión del animal por verte. Esa profunda conexión con otro ser con el que no puedes comunicarte de la misma manera que con los humanos, pero con el que te entiendes mejor que con los de tu propia especie. 


Además, quiero adoptar un animal maltratado, para darle una segunda oportunidad, o mejor dicho para que él me la dé a mí, y demostrarle, que no, que no todos los humanos somos iguales y darle ese afecto que merece y no ha recibido. Me genera una tormenta de sentimientos los programas en los que enseñan el progreso y recuperación de un animal maltratado. Por un lado me produce impotencia y me entristece que haya gente así, con tan poco corazón. Por otro, me enternece ver cómo ganan confianza, se van quitando el miedo y dan una nueva oportunidad a otra persona.


No obstante, adoptar, o tener una mascota en general me parece una responsabilidad terrible. Tienes que asegurarte de proporcionarle un hogar cómodo, sacarle a pasear X veces al día, alimentarle como corresponde, prestarle atención, llevarle al veterinario, etc. Por no hablar de que no puedes ir a numerosos sitios públicos porque no están aceptados y tienes que volver a planear tu rutina y actividades.


Por último deciros que os envidio a aquellos que habéis crecido rodeados de animales, sobretodo perros y gatos, ya que la única mascota que he tenido en mi vida, y la que más me ha durado ha sido un pez, que duró dos días.


El chocolate

 Desde hace aproximadamente dos años le tengo una especie de trauma al chocolate. Esto empezó cuando en cuarto de la ESO me fui a estudiar un año a Estados Unidos. Allí, como todos sabéis, el mayor porcentaje de comida que los americanos ingieren es comida basura, pues bien, algo que se come mucho y que supongo que la gran mayoría de vosotros conoceréis son los reese’s. Estas son chocolatinas rellenas de mantequilla de cacahuete, un dulce que me encantaba y como consecuencia, acabé abusando de él. Compraba unos 5 paquetes de estos al día, y, a parte de ser uno de los dulces con más calorías, la consecuencia que me pagó factura a mayor escala fue el efecto que tuvieron en mi piel. 


Nunca he sido una niña con muchos granos, es decir, antes de irme a USA tenía la cara bien, como la mayoría de niños y niñas de mi edad. Sin embargo, fue irme a este país donde se cuida tan poco la alimentación y automáticamente caer en la tentación de empezar a comer lo mismo que ellos. Llegué al colegio en septiembre, y para navidad tenía la cara como una paella. Con el tiempo me empecé a acomplejar y dedicaba mis noches a buscar en Internet tratamientos antiacneicos de todo tipo. Cambié el invertir mi dinero en comida a invertirlo en cremas para la cara, sin embargo, ninguna de estas me funcionó. Seguía teniendo la cara igual, de hecho, cada vez iba a peor por lo que acabé descubriendo la existencia del roacután, unas pastillas para eliminar el acné. Desde el internado llamé a mi madre y le propuse empezar a tomar estas pastillas, propuesta a la que respondió que no (teniendo en cuenta que ella no era consciente de cómo tenía la cara en esos momentos). 


Debido a todos los granos que tenía, empecé a maquillarme y tapármelos como pudiese, cosa que tampoco ayudaba a mi piel. Después de navidades, en enero, me propuse dejar de tomar los famosos reese’s, ya que pensaba que estos eran los principales culpables. Desde entonces, no he vuelto a comer uno de estos chocolates. 


Todo esto hasta que en marzo, cuando fuimos enviados de vuelta a España debido al Covid, empecé a cuidarme la cara como nunca aprovechando que no podía salir de casa, al igual que eliminé de mi dieta todo tipo de alimentos que contuvieran chocolate. En cuanto a la realidad, el mito de que el chocolate saca granos es falso, no existe ninguna evidencia científica que demuestre que esto los provoquen, sin embargo, mi trauma sigue ahí. Con esto no quiero decir que no coma absolutamente nada con chocolate, me puedo comer galletas de chocolate, bollos con chocolate… pero lo que no se me pasa por la cabeza es comerme un onza de una tableta, es decir, chocolate a secas, por no hablar de que no creo que me vuelva a comer un reese’s entero en mi vida, simplemente por el hecho de que pienso que por uno que me coma me saldrán 8 granos por lo menos.


A todo esto, hoy en día si que estoy tomando las pastillas que le pedí a mi madre cuando estaba en Estados Unidos, y por ahora yo creo que es una de las mejores decisiones que he tomado ya que llevo 5 meses con ellas y se va notando el resultado. :)


Coleccionista

Me considero una persona a la que le gusta guardar cosas. Cosas que, según muchos, carecen de valor, pero que por algún motivo yo encuentro realmente interesantes. No creáis ahora que tengo el síndrome de Diógenes. Soy completamente consciente de que no puedo guardar todo lo que tenga un mínimo de valor sentimental. Simplemente tiendo a guardar cosas que otros considerarían basura. 


Un claro ejemplo de esto son los tickets. Cuando voy a un museo, al cine con mis amigos, a alguna convención… siempre guardo los tickets como recuerdo. Es más, ha habido ocasiones en las que me he llegado a enfadar, pues en vez de darme el ticket como un papelito, me lo daban en forma de pulsera, que después me vería obligado a romper. Otro caso sería el de las cajas o bolsas en las que viene el merchandising que compro. Todavía conservo, después de dos años, el plastiquito donde venía metido el llavero de un grupo de música que me gusta. Es una tontería, pero no puedo evitar que me duela tirarlo.


Existen muchos motivos por los que decido guardar estas tonterías, pero el principal es que cuando los veo, consigo recordar aquel día con total vividez. Es como si a través de ellos pudiera viajar a aquel preciso instante, sin importar el tiempo que haya transcurrido. Por otro lado, parte de mi tiene la esperanza de que en algún momento, eso que no tiene ningún valor, pase a costar algo de dinero. Quizás haya un hombre que se dedique a comprar tickets ajenos, que sé yo, hay gente para todo.


En resumen, seguiré guardando todas estas pequeñas cosas, ya que no hacen ningún mal y a mi me hacen el día. Ahora bien, creo que ya va siendo hora de deshacerse de alguna que otra, porque me empiezo a quedar sin espacio y hay que dejar hueco para nuevas adquisiciones.

El fin de una etapa

Sé que a veces puedo resultar una pesada hablando constantemente sobre la música (lo siento), pero de verdad que es algo que me apasiona y en gran parte se lo debo a mi madre, ya que fue ella quien insistió en que sería una buena idea apuntarme a esas clases (y estaba en lo cierto). La verdad es que ahora que estoy acabando mi etapa escolar también me está ocurriendo lo mismo con mis tardes en el conservatorio y creo que es algo que voy a echar mucho en falta. Las amistades que he hecho allí, todo lo que he aprendido y el tiempo que he pasado allí es algo que no cambiaría por nada del mundo. 


Todavía recuerdo lo contenta que estaba cuando comencé a ir con 7 años sin ser consciente de lo mucho que me iba a aportar esta experiencia, o cuando comencé a tocar el violín con un pequeño instrumento que sonaba a rayos (y no digo que fuera culpa del instrumento). Tampoco digo que todo fuera perfecto, no voy a pasar por alto las audiciones que tenía que hacer todos los años que no eran del agrado de nadie (excepto de los profesores y de los padres, claro). La verdad es que a día de hoy, creo que habría disfrutado mucho más de esas audiciones estos últimos años, justo cuando ya no hemos podido hacerlas por temas de aforo.


Sin duda, creo que lo que más voy a echar de menos son las clases de instrumento, ya que llevo desde primaria dando clase con la misma profesora (una de las mejores que he tenido). Es una persona que siempre ha puesto mucho empeño en sus clases, hasta el punto que ha llegado a emocionarse alguna vez cuando, al parecer, he tocado bien una pieza. Por otra parte, también me llevo muy buen recuerdo de mi grupo de cámara (grupo instrumental de unas 4 o 5 personas), aunque posiblemente, si los horarios me lo permiten, siga formando parte de él el año que viene. 


Lo cierto es que no tenía pensado escribir sobre esto, pero me he puesto un poco melancólica mientras escuchaba música y es lo primero que se me ha venido a la cabeza. De todas formas, trataré de aprovechar todo lo que he aprendido estos años y de esa forma seguir disfrutando de ello.


Imágenes

 Hay imágenes que nos hacen daño. Otras, sin embargo, nos reconfortan. ¡Cuántas imágenes recordamos! ¡Cuántas fotos en nuestra cabeza! Un momento pasado con cicatrices, una emoción sentida en un paisaje concreto, un gesto que se nos quedó grabado... Somos un contenedor de imágenes que a veces nos atacan sin avisar. Se enciende una imagen en nuestra mente y recuperamos lo que creíamos olvidado a través de un 'viaje en el tiempo'.

A veces las imágenes que guardamos están totalmente sin decodificar; son emociones, difíciles de explicar o de darles sentido. Tienen que pasar años para definir esas emociones, para que las imágenes adquieran un sentido, para poder traducirlas. Pero todo ese tiempo están con nosotros, guardadas en algún rincón de nuestro cerebro, y basta con un olor, una melodía o volver a un lugar para que surjan de la nada.´

Las imágenes que se encienden por sorpresa a veces son maravillosas; otras, dolorosas, y vienen sin avisar. Estos días pienso en las imágenes que quedarán grabadas de por vida a tantos niños en la guerra de Ucrania y en las que tienen dentro tantos niños que sufren otros conflictos a los que hacemos menos caso. Hay imágenes que podemos recordar con cariño toda nuestra vida, pero por desgracia también hay recuerdos que nos pueden atormentar de vez en cuando.

Estamos formados por un sinfín de imágenes que aparecen y desaparecen proyectadas sobre una pared blanca. Cada vez que ocurre algo de gran intensidad en la vida de alguien, sobre todo si aún es un niño, le surgen imágenes que durarán para siempre. Las cosas no ocurren sólo en el momento en que suceden. Ver las imágenes que tenemos grabadas, recordarlas, es vivir esos momentos una y otra vez.

Mi experiencia en un torneo de magic (2 de 2)

La segunda batalla fue muy difícil ya que el oponente tenia 20 años de experiencia y su mazo era muy caro ( aproximadamente unos 1500 €, en tan sólo 8 cartas). La batalla duro casi una hora, dicha batalla termino con mi derrota.

La siguiente batalla no tomo tanto tiempo, ya que duro entre 5 ó 10 minutos. Esta batalla termina con otra derrota para mí, pero termine perdiendo con -30 de vida  y él gano con 20 de vida . El número 20 es con lo que comienza un jugador la partida, por lo tanto no le he hecho nada de daño.

Estas dos derrotas consecutivas me posicionaron en el decimo primero del pódium. Sin embargo, en la siguiente ronda no voy a jugar ya que fuimos un número impar de participantes. Por lo tanto hubo algunas personas que no jugaron las mismas partidas que otros yo solamente jugué ocho partidas.

Continuando con las batallas, yo jugare la cuarta batalla. En esta partida no hay mucho que decir, porque no me dio tiempo para hacer algo, porque en la segunda ronda él ya tenia una criatura 20/20 y yo solamente tenia 2 tierras, él único que entenderá y se impresionara de esto será Unai, lo dijo porque el sabe lo difícil que es invocar una criatura 10/10 e imagínate invocar una criatura 20/20 y en la segunda ronda. Obviamente, esto fue otra derrota para mí. Yo era un simple principiante que pensaba que este torneo sería fácil de ganar.

De aquí en adelante solamente diré los resultados de las peleas, ya que no fueron tan emocionantes como las otras tres que os comente y la primero que os comente en la otra entra.

La quinta batalla fue una derrota para este ingenuo, es decir, para mí. La siguiente batalla termina con otra derrota para mí, esta derrota me llevo al último puesto del pódium y la penúltima batalla fue otra derrota.

La última partida fue una derrota para mí, pero los participantes me apodaron el perdedor más fuerte, esto es porque el campeón de este torneo fue el participante al que gane en la primera partida, esto me asombro muchísimo, yo un simple principiante gano al campeón  del torneo. Esta información me causo mucha gracia.

En conclusión, para mi fue una experiencia inolvidable, el primer torneo en el que participo y espero que no sea el último, para mi estas derrotas no fueron una derrota fueron una victoria ya que aprendía algo nuevo en casi todas las contiendas. Además, el organizador de este torneo me regalo un sombre de cartas al ver que solamente gane una partida.

Punto final

Parece mentira pero todo llega a su fin. Llevamos desde septiembre escribiendo en este blog sobre gran variedad de temas y esta es mi última entrada. Todavía no soy consciente de que tras 8 meses haya sido capaz de escribir sobre 17 temas, entre ellos, deportes, hobbies, críticas y hasta viajamos a la Edad Media. 

Probablemente sea esta, la última entrada que he mencionado, la que más me gustó escribir. Como ya mencioné, la Edad Media es mi etapa favorita de la Historia y por ello, ví la oportunidad de escribir sobre ella. Asimismo, aquella entrada tenía una crítica intrínseca sobre la escasa (e incluso nula) conservación de monumentos históricos que hay en España. No obstante, últimamente sí que se ha empezado a poner cartas en el asunto.

La siguiente historieta con la que me quedo es aquella dilogía que hice sobre mi deporte, la piragua. Como ya comenté, acabé en este deporte por casualidad y después de 6 años, he acabado amando ese deporte. Además de esto, aquellas entradas sirvieron para dar visibilidad a un deporte que no suele aparecer en los medios (como muchos otros). Aunque también, fue una forma de enseñaros a qué “me dedico” fuera del horario lectivo. 

Pensé que nunca diría esto pero, creo que voy a echar en falta esa rutina dominguero de sentarse en frente de la pantalla a escribir sobre algún tema que se me haya ocurrido a lo largo de la semana (aunque muchas veces era en el mismo domingo). Por mi parte, creo que este tipo de blogs, en los que puedes expresarte libremente, son muy necesarios ya que, a parte de mejorar tu gramática, también desarrollas tu expresión escrita y tu pensamiento crítico. 

Dentera

El otro día estaba yo en clase cuando de repente vi y escuché como cierta persona empezó a arañar las hojas del libro de lengua. En ese preciso instante, un hormigueo en los dientes acompañado de un erizamiento de todo mi pelo se produjo, causándome una sensación de incomodidad, para justo después coger la mano de la persona y quitarla inmediatamente para que parase. Esto me dio que pensar, porque, como la gran mayoría de cosas relacionadas con la psicología humana y el cerebro, la dentera es todo un misterio.

Hay numerosos estudios que buscan una respuesta a por qué sentimos dentera cuando escuchamos y vemos como un tenedor ralla un plato o una tiza chirría al deslizarse por la pizarra, incluso cuando nos imaginamos alguna situación parecida ya nos produce una sensación de rechazo. Pues bien, lo cierto es que no hay una respuesta sólida que explique este fenómeno, pero hay diversas teorías bastante interesantes.


La más interesante de todas cuenta que la dentera proviene de una reacción evolutiva, ya que, en general, los sonidos agudos en el reino animal se relacionan con situaciones de peligro. Al igual que los monos chillan para advertir al resto de un peligro  nuestros antepasados prehistóricos hacían lo mismo. La cosa es que el oído humano puede escuchar un rango determinado de frecuencias, entre los 20 y 20.000 Hz. A partir de una determinada frecuencia e intensidad los sonidos nos resultan molestos e incluso dolorosos, tanto que el cerebro impulsa la reacción de huida, al igual que la que nuestros antepasados tenían al escuchar los chillidos de uno de ellos.


Lo más curioso de todo es que no hay forma de contrarrestar esa sensación de incomodidad ya que es un acto reflejo innato, una acción gestionada por el sistema nervioso autónomo. Así que lo poco que podemos hacer es evitar estas situaciones y huir de ellas, como si de cromañones se tratase.




El contraste entre la playa y la montaña

Playa>>>>>Montaña

Mi pueblo es uno de los lugares que más paz me da en la vida y uno de mis refugios a los que acudo para desconectar. Sin embargo, siempre he envidiado a los que tienen un pueblo con playa como plencia. Creo que el no tener playa es lo único que le falla a mi pueblo.


Pese a que prefiera la playa antes que el monte, creo que el monte también puede llegar a ser muy bonito y es algo que me ha acompañado mucho en mi vida ya que he crecido al lado del monte (vivo cerca del pagasarri). Además, mi balcón da a unos edificios que tienen un jardín comunitario con huerto y todo alrededor de donde vivo es verde. En mi pueblo, tengo jardin y mi abuelo tiene un huerto. Mi pueblo, tiene más monte que casas y hay muchas lagunas con aguas verdes y turquesas que se entremezclan y dan lugar a olas de colores muy bonitos.


Mis abuelos por parte de padre, viven medio año en Burgos y medio año en mi pueblo y mis abuelos por parte de madre viven casi todo el año aquí y unos 4 meses en mi pueblo. Yo creo que de mayor haré algo parecido ya que me gusta mucho el contraste entre estos dos paisajes, al final me he criado con los dos y los dos me han terminado gustando mucho. Cuando el verano está a punto de terminar y vuelvo a Bilbao después de haber estado todo el verano fuera, siento muchas ansias por ver el mar y es de las primeras cosas que hago aquí.


Finalmente, creo que el hecho de que mi pueblo sea solo monte no está tan mal. Los paisajes son bonitos y me hacen llegar a la ciudad con más ganas que nunca de ver el mar y a su vez apreciarlo más. Además, he aprendido muchas cosas como plantar semillas en un huerto o recoger setas y saber diferenciar entre las comestibles y las venenosas.

La tortilla ganadora

Como todos sabréis, el pasado 25 de noviembre, se celebró en el cole un concurso de tortillas y para la sorpresa de muchos, incluso la mía, Olatz, Sarah, Julia, Carlota y yo, conseguimos llevarnos el primer puesto. ¿Por qué no volver a restregaros nuestra victoria?

26 de noviembre. Suena el despertador a las 9 y 30. Me levanto y la verdad es que estoy de muy buen humor al no haber tenido que madrugar. Desayuno bastante porque no tengo mucha confianza en que nuestra tortilla vaya a estar muy buena. Me visto, cojo las cosas que hacen falta y me dirijo al cole. Cuando llego me dicen Julia y Sarah que las otras dos integrantes del grupo se han quedado dormidas y llegan tarde ¡Lo que faltaba! Y de repente, cuando todo parecía ir mal, me acuerdo de algo: ¡Esa noche había soñado, no una, sino dos veces, que ganábamos el concurso de tortillas! No suelo creer mucho en este tipo de cosas, pero aquello no parecía una coincidencia. En menos de 20 minutos llegan Carlota y Olatz y nos ponemos manos a la obra. Sarah, nuestra líder, nos dirige y al ver mi poca experiencia, me manda batir los huevos. 


De fondo, se escuchan los vaciles de nuestros compañeros: “se nota que no habéis hecho una tortilla en vuestra vida”- decían algunos como Barandi. En la mesa de enfrente también se oían ciertas risas como la de Alex, que tenía tanta confianza en sí mismo, que había decidido apuntarse solo. ¿De verdad creía que podía ganarnos él solo?

La tortilla seguía en proceso y he de admitir que unos cuantos consejos de Loren no nos estaban viniendo nada mal. Y de repente tocaba, ¡darle la vuelta a la tortilla! Ese momento del que hay millones de videos en internet, en los que a la gente, después de estar dos horas haciendo la tortilla, se les cae y se quedan sin cenar. Y ahora era nuestro turno. Por supuesto la capitana era la que debía hacerlo pero a pesar de su confianza, media tortilla acabó por lo suelos. Y ahí, llegó Alex. Sí he de admitir que fue un poco como nuestro ángel de la guarda al darle la vuelta a la tortilla, aunque el trabajo de fondo ya había estado hecho por nosotras…


Cuando vimos el resultado de nuestra tortilla nos quedamos maravilladas. Puede ser porque nuestra confianza en que saliera algo decente había sido nula o porque al ver las tortillas de otros grupos (que parecían más bien pasteles), la nuestra parecía de 3 estrellas Michelin.


En resumen, ganamos aquel concurso y aunque para muchos sea una tontería, avivó mi espíritu competitivo y me hizo tener una sonrisa de oreja a oreja toda la tarde y pensé ¿por qué no escribo una entrada en el blog y les restriego a todos otro vez (sobre todo a Font) nuestra victoria?


sábado, 2 de abril de 2022

Cosas que pasan

 Digamos que no he sido la niña más fácil del mundo. Según mis aitas desde que nací, no he parado de darles sustos y liarla. Cuando era bebe estaban desesperados porque me podía pasar horas seguidas llorando sin motivo aparente. Los pobres no dormían más de 4 horas seguidas.


Dicen que uno de los mayores sustos fue cuando me puse mala cuando tenía un año. Empecé a estar mala de la tripa, parecía una gastroenteritis de toda la vida. Sin embargo, se empezó a alargar más de la cuenta y hubo un momento en el que devolvía todo lo que comía. Probaron a darme todo tipo de comida a ver si mi cuerpo aceptaba algo pero no fue el caso. Me llevaron al pediatra muchas veces pero no supieron diagnosticarme, al parecer debía ser algún virus pero no sabían cual. Llevaba dos semanas casi sin comer y llegó un punto en el que me quedé tan delgada que el médico dijo que si en dos días seguía así me iban a tener que ingresar en urgencias.


Mis aitas ya desesperados, probaron a darme como última opción petisui. Fue lo único que no devolví en casi tres semanas. Le dijeron al pediatra que el petisui era lo único que no devolvía y les dijo que siguieran dando hasta que pudiera comer más cosas. Estuve durante casi tres meses alimentándome sólo de petisui porque seguía sin poder comer otras cosas. Quien sabe que habría sido de mí sin los benditos petisuis, se podría decir que me salvaron.


Otro de los sustos que les di a mis aitas fue dos años más tarde, cuando mi tía vino de visita a casa. Como cualquier niño, yo era una niña curiosa y tenía la manía de probar y oler todo lo que tenía a mi alcance. 


Mi tía solía traernos chicles siempre que venía y me dijo que los cogiera del bolso. No me acuerdo qué hice pero debí de confundir unas pastillas con los chicles o creí que eran caramelos. La cuestión es que me tomé una caja entera de antidepresivos y gracias a dios me vieron tomarlas en el momento. Me llevaron corriendo a urgencias y mi queridísimo pediatra Pepe que ya me conocía de la cantidad de veces que había ido, me echó una bronca que todavía me sigo acordando. Me obligó a tomarme un potingue grisáceo para neutralizar el efecto de las pastillas que me bebí sin rechistar. 


En conclusión, mis aitas no se aburrían conmigo ni un momento. Era un no parar, susto tras susto. Creo que llegaron a desarrollar un sexto sentido para tenerme vigilada 24 horas.


viernes, 1 de abril de 2022

Estudiar fuera

Al principio del curso ya hice una entrada hablando de todos los cambios que íbamos a experimentar este año, ya que este curso es muy importante para nuestra vida. No obstante, no es lo mismo hablar de este tema en septiembre que ahora, que estamos apenas a final de curso y muchos ya tenemos que decidir finalmente qué estudiar y dónde.


En mi caso ya he ido mirando algunas universidades a las que me gustaría ir, y una de ellas se encuentra en Madrid, lo cual me ha empujado a escribir esta entrada. Pienso que ir a estudiar a un lugar diferente a donde has vivido toda tu vida, donde te has acostumbrado y donde ya piensas que tienes tu vida “hecha” con tu familia y amigos, puede tener numerosas ventajas y desventajas. 


Una de las grandes ventajas que tiene ir a estudiar a otro sitio es que vas a conocer a un montón de gente, y no va a costar hacer amistades nuevas, ya que al igual que tú, hay miles de personas en la misma situación, por lo que en el ámbito social no habría ningún problema. Otro aspecto positivo que le encuentro es el cambio de aires que supone. El cambiarte de ciudad puede ser muy útil para encontrar un sitio en el que, en principio pensabas que ibas a estar menos agusto que en tu ciudad natal, pero que puede terminar siendo un lugar en el que te sientes realmente cómodo y que quieras terminar viviendo allí.


Por otro lado, esto también puede tener una serie de desventajas, como por ejemplo el separarse de tu familia y amigos, que a pesar de que vayas a conocer a mucha gente allí, es duro alejarse de todas esas personas con las que llevas estando toda tu vida. También veo como un gran aspecto negativo el hecho de que, depende del sitio al que vayas, puede haber un gran choque cultural y puedes encontrarte con costumbres, idioma, nuevas rutinas… lo cual puede hacer que te sientas incómodo y muy poco a gusto con aquel cambio.


En resumen, pienso que el hecho de ir a estudiar a otro sitio (a pesar de que pueda haber algunas desventajas) es una gran oportunidad para conocer nueva gente, hacer cosas a las que no estabas acostumbrado y, sobre todo, estar lo más cómodo y mejor posible.


Todos pagamos por pecadores.

 Cada vez el ser humano es mas cruel y no tiene piedad en hacer cualquier cosa por conseguir lo que quieren, sin importar si muere un inocen...