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domingo, 27 de febrero de 2022

Más que justificado

Desde pequeños, mi padre nos intentó inculcar a mi y a mis hermanos la afición por el esquí. Este es un deporte que desde joven le apasiona y es por eso que disfrutaba viéndonos a nosotros practicarlo. Dicho esto, yo nunca he sido un gran amante de esta dichosa actividad.


A pesar de todos esos buenos momentos que compartí en el pequeño piso de mis abuelos junto a mis primos, hubo un motivo claro por el que dejé de esquiar. Si bien es cierto que todo lo que engloba este deporte no me motivaba en exceso (Levantarse a las siete para llegar los primeros a pistas, ponerse capas y capas de ropa, el dolor en los pies por las botas…), fue por culpa de un accidente que decidí no volver a pisar una pista en mi vida.


Era un día como otro cualquiera. Me levanté pronto, a regañadientes para variar, y en vez de esquiar con mi padre y hermanos como de costumbre, ese día me tocó irme con mi tío y mis primos. Ya llevábamos esquiadas aproximadamente 6 horas cuando decidimos hacer la última bajada. Siempre son esas últimas bajadas las que te acaban arruinando el día, o los próximos seis meses en mi caso. Al parecer choque contra una acumulación de nieve, con tan mala suerte que caí sobre una placa de hielo enorme. El desenlace: un hombro desplazado y una fractura complicada de húmero que me obligó a pasar por quirófano. Me pasaría los siguientes meses con dos agujas clavadas en mi brazo que sobresalían notoriamente. La peor parte, sin ninguna duda, eran las curas que me hacían dos veces al mes, para evitar una posible infección. 


Desde entonces, no recuerdo haber vuelto a esquiar en mi vida. O al menos por voluntad propia. Al principio usaba lo ocurrido como excusa para quedarme tranquilamente en casa, pero poco a poco me di cuenta que realmente le había cogido fobia a este deporte. En vez de disfrutar de las vistas o de la libertad que te transmite, lo único que me pasaba por la cabeza mientras bajaba la montaña era “No te mates”. La mejor parte de esquiar, sin duda alguna, el telesilla.

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