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miércoles, 28 de febrero de 2024

Discomanía

 Estaba escuchando música mientras andaba por la calle. Llegaba el final de una canción de Fito que me gusta mucho. Justo cuando acaba  voy a mirar qué canción viene después en la pantalla, pero  una guitarra me interrumpe. Me quedo paralizada, porque la canción que suena no es una cualquiera, es LA CANCIÓN. 

De repente cierro los ojos, y al abrirlos, me encuentro en un Volkswagen azul. Me suena mucho. De hecho, es el coche que tenía de pequeña. Me miro en el espejo del retrovisor y solo veo a una niña de 9 años. Me veo a mi. Al lado mío está mi hermana pequeña cantando esta canción a todo pulmón. Y delante mi ama está guiando a mi aita mientras él mueve la cabeza al ritmo de la música. Me acuerdo de este momento, es como si fuera un deja vú. Este es el viaje que hicimos en familia cuando fuimos a un camping en Soria. Casi sin pensarlo vuelvo a cerrar los ojos.


Pero esta vez al abrirlos el paisaje es distinto, aunque la música que escucho de fondo sea la misma. Ahora estoy en medio de montes. A lo lejos veo a una cuadrilla viendo el amanecer. Me acerco para verles mejor y me doy cuenta de que es gente conocida. Distingo a Unai, Arrate, Maite y alguna más. Entonces, caigo en la cuenta de que estoy en el ibón de Anayet, y que ese grupo de chavales es mi grupo scout. Este momento era el comienzo del volante que marcó a muchas personas, el volante de Pirineos. Justo cuando me voy a acercar para ver mejor el atardecer y hablar con mis amigos, pestañeo otra vez.


Y como era de esperar el sitio que me rodea vuelve a ser distinto. A mí alrededor veo a gente saltando al ritmo de la canción. Hay muchas luces y una orquesta tocando la canción. Una vez situada me doy cuenta de que estoy en la verbena de las fiestas de mi pueblo. A un lado veo a mi amiga Paula y al otro a Lara. Me encantaría quedarme en esta noche que recuerdo con tanto cariño. Pero entonces, otra vez vuelvo a pestañear.


Cuando vuelvo a abrir los ojos estoy otra vez en Bilbao, donde estaba al inicio de la canción. Y las últimas notas y acordes me sacan de ese ensimismamiento en el que estaba. Pero, a pesar de haber vivido la canción al completo y de haberla escuchado entera, siento que no la he disfrutado suficiente. Así que me meto en Spotify y busco 20 de abril de Celtas Cortos. Y vuelta a empezar.


Esta canción no solo ha marcado mi infancia y mi adolescencia, sino que también me hace sentir nostalgia por un futuro que desconozco, aunque suene paradójico. Un futuro en el que recuerde mi presente y escriba a mis amigas al igual que el narrador de la canción. Un futuro que a pesar de no saber cómo será tengo ganas de conocer. Entre el ritmo y la letra de la canción, se me hace imposible retener las lágrimas de melancolía cuando la escucho. Y lo mejor de todo es que es una canción que siempre me recuerda  a mis aitas.


20 de abril - Celtas Cortos https://youtu.be/Z9mH0rPunmg?si=lTbS4wlZ98uSY06h

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