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domingo, 25 de febrero de 2024

Desde los ojos de lo invisible

El colegio nos ha traído muchos buenos como malos momentos o experiencias. Pero sobre todo, lo que   mas nos ha dado y con lo que mas agradecido estoy son las personas que nos ha dado a conocer a lo largo de nuestra vida. Personas que no olvidaremos jamás. Personas que sentimos como familia. Personas como, en mi caso, mi amigo Andoni.

He compartido con Andoni toda mi vida desde que teníamos 3 años, y le conozco como si hubiésemos crecido en la misma casa. Lo curioso del caso es que nunca he tenido la ocasión de conocer a su familia ni de estar en su casa, lo cual me empezó a parecer extraño hace un par de semanas.

Andoni comenzó a hablar menos con nosotros y ya no quedaba con la cuadrilla, hecho que me sorprendió mucho, ya que siempre ha sido muy activo socialmente. Hablando con él sobre el tema, me comentó que vivía una situación muy frustrante en casa y que se había planteado escaparse. Mis sospechas se centran en los estudios y la presión que ejercen sus padres sobre él. 

Desde mi posición solo pude limitarme a ofrecerle todo mi apoyo y a darle a entender que a lo mejor no se está dando cuenta de lo que sus padre realmente quieren. Creo que simplemente Andoni lo ha exagerado todo un poco, cosa que suele hacer mucho. 

A pesar de todo lo que más coraje me da no es el hecho de que mi amigo sea un exagerado, sino que seguramente haya gente que está viviendo la situación que describía Andoni de verdad. Lo más importante en la vida de esas personas se reduce a tener las mejores calificaciones y el mayor número de títulos posibles. 

Mandados por una sociedad en la que reina el consumo y lo superficial, las personas son resumidas en números y méritos, ya que lo único que importa es la rentabilidad que se le pueden sacar.

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