Etiquetas

domingo, 14 de enero de 2024

Más que una historia

 


Apoyé el paquete en la mesa del comedor y saqué su contenido. Se trataba de un proyector, viejo y roto, pero con el encanto que las cosas antiguas a menudo tienen. Lo había visto en una tienda de segunda mano, y con la intención de darme un capricho tras un largo día de estudio, decidí comprarlo. 


Como ya he dicho no estaba en sus mejores condiciones, pero yo confiaba en que era capaz de arreglarlo y darle un uso de nuevo.  Además, no me pasó desapercibida la cinta que contenía. Y sentía una gran curiosidad por conocer la historia que encerraba.


Así que sin pensarlo ni un minuto más, me puse manos a la obra. ¿Qué podría ser? ¿Tal vez una película? ¿Y en ese caso, qué tipo de película? 


Las preguntas no paraban de rondar por mi cabeza hasta que por fin terminé con mi trabajo. El proyector estaba arreglado. Con gran emoción coloqué el proyector y lo encendí. 


Al principio, no pasaba nada, ni se veía ni se escuchaba nada. Empecé a temer que después de todo no había conseguido repararlo. Suspiré, desanimado, cuando de repente escuché el llanto de un bebé. Me giré y lo primero que vi fue una sala de hospital. Y ahí tumbada en la camilla se encontraba una madre sonriendo a su bebe recién nacido. 


Casi antes de que pudiera procesar la escena, ya había cambiado. Ahora, ví a un niño aprendiendo a montar en bici, con su padre corriendo tras él gritando ánimos. Sentada en un banco del parque, observando con una sonrisa, estaba la misma mujer de la escena anterior, y comprendí que aquel niño debía ser el bebé.


La escena volvió a cambiar, una y otra vez, tan rápido que tenía que esforzarme por seguir la historia; y con cada cambio, veía al niño crecer. Ví cómo aprendía a leer y a escribir, cómo lloraba y cómo reía, hasta que por fin llegó a la universidad. 


Ví cómo el niño, ahora ya un adulto, se enamoraba de una compañera, una chica de rostro amable y sonrisa fácil. También observe como al cabo de unos años, se casaba con esta misma chica y formaban su propia familia.


La grabación continuaba, y la familia crecía. Observe cómo los hijos se hacían mayores, y cómo el paso del tiempo se hacía obvio en la pareja. 


Llegué a una escena que duró más que las demás. En ella, la pareja, ya envejecida, avanzaba paseando junto al río. Entonces es cuando me di cuenta de que había visto toda una vida en tan sólo unos minutos. Aquel bebé del principio, con toda una vida por vivir, la había vivido ya y era ahora un anciano. Mientras reflexionaba, la escena cambió una última vez. Era el mismo paseo, pero esta vez, el anciano estaba sólo, contemplando el río. Su reflejo oscilaba con las ondas del agua, y observándolo, por un breve momento, me ví a mí mismo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos pagamos por pecadores.

 Cada vez el ser humano es mas cruel y no tiene piedad en hacer cualquier cosa por conseguir lo que quieren, sin importar si muere un inocen...