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martes, 1 de noviembre de 2022

Amistades de Aeropuerto Parte 2

A mi me tocó ir a trabajar a una granja a 30 minutos en tranvía del centro de la ciudad y a ella, a pesar de que le tocó en una casa cercana a la mía, tuvo que irse porque la madre contrajo Covid. Pues bien, la muy afortunada fue a una residencia llena de italianos justo cerca del centro de la ciudad a 3 minutos andando de la playa. Me alegré por ella aunque claro que me dio una envidia terrible. 

Pues bien, comenzamos a quedar desde el primer día. Visitamos todo lo que había que visitar, conocimos a multitud de personas que ella me presentaba de su residencia y puedo decir, sin ningún reparo, que si no llego a conocerla, probablemente hubiera sido un viaje muchísimo más aburrido. Hicimos amistad con personas de todas partes del mundo, como una francesa que trabajaba conmigo en la granja o dos americanas que ocuparon la habitación de la francesa una vez ésta se fue, pero aun así Mei y yo siempre nos mantuvimos juntos y es que ella fue una persona de las conoces un día y es como si la conocieras de siempre. 


Además, un día me preguntó dónde veraneaba y cuando le respondí que en Lekeitio, me dijo que ella tenía familia allí, le pregunte cómo se apellidaban y me dijo que Txakartegi. Entonces aluciné. Una chica que había conocido por no saber controlar mi tono de voz en un aeropuerto de otro país, era mi prima, claro que no era prima primera pero eso no lo hace menos familia. A mi que me registren, pero nunca me había llegado a imaginar una casualidad tan grande. Y es que cuando dicen que el mundo es pequeño, es que lo es, es enano. Para mi ella ahora es tan prima como cualquier otra, y es que hay personas que conoces en los momentos más inesperados de la vida, que pueden llegar a marcar una diferencia abismal en ella. Me ha enseñado una cantidad enorme de cosas y doy gracias a la divina providencia que Mei se presentara de una forma tan estúpida e inesperada, siendo a día de hoy alguien con la que me aseguraré de no perder el contacto jamás.


A la vuelta, en el aeropuerto no conocí a nadie porque ya me mimetizaba con las masas, entendía a las señoras faltonas al respeto y sabía cómo tenía que hacer las cosas. Y es que no solo aprendí a desenvolverme en un país extranjero, sino que aprendí que son las situaciones más inesperadas las que pueden llegar a marcar la diferencia.


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