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domingo, 27 de marzo de 2022

Mis meñiques

Es la primera vez en mi vida que hago esto público, no es que sea nada del otro mundo pero tuve mi época en la que estaba realmente acomplejada de ello. Lo que les pasa a mis meñiques tan sólo los saben mis amigos más cercanos y familia, y no porque se hayan dado cuenta (porque es algo que siempre he intentado esconder), sino porque se lo he dicho yo.


Repito, no es nada excesivamente extraño, tan sólo que mis dedos meñiques de ambas manos son más cortos de lo normal. Si os miráis ahora mismo las manos, os podéis fijar en que vuestros dedos meñiques llegan más o menos al comienzo de la tercera falange del anular, pues bien, los míos llegan a un poco más de la primera, es decir, son casi la mitad respecto a la proporcionalidad que todos los dedos de la mano deberían tener entre ellos. 


Como bien he dicho antes, desde que de pequeña descubrí que mis dedos no eran proporcionales, me empecé a acomplejar, de hecho, hoy en día me sigue dando vergüenza enseñarlos. Lo que solía hacer a menudo era pasarme bastante rato estirándolos, pensando qué crecerían y algún día llegarían a medir lo mismo que cualquier dedo meñique normal. No es que me causen inseguridad pero, por ejemplo, a la hora de conocer a alguien que desconoce la largura de mis mini dedos, procuro hacer lo posible por que no se den cuenta.


Hay situaciones en las que realmente lo paso mal como cuando me piden que enseñe mis anillos, cuando me doy la mano con alguien, cuando me dicen de comparar el tamaño de manos juntando mi mano con la de la otra persona donde se ve perfectamente que mi meñique es un cuarto del suyo… Pero sin duda, la peor de todas era cuando hacía esto del “pinky promise” donde tienes que cruzar tu meñique con el de la otra persona para hacer una promesa, situación en la que yo automáticamente decía que me creyeran cuando les prometía algo y que se dejaran de chorradas con las manitas. Todo esto por no hablar de lo que me costaba llegar a tapar el último agujero de la flauta para que Coto no me gritara y me mandara repetir la partitura.


No os penséis que esto es todo lo que tengo para contar sobre mis meñiques, porque para colmo, aparte de ser unos garbancitos, también están torcidos. Esto no es porque haya nacido con ellos torcidos si no porque de pequeña, mientras me crujía los dedos descubrí que la parte superior de mis meñiques también crujía si la doblada hacía un lado y a raíz de ahí, se han ido desviando hacia dentro.


La verdad es que mis dedos son curiosos, y con el tiempo les he encontrado su gracia además de que, con la tontería, me han servido para escribir otra entrada al blog.






 

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