Etiquetas

lunes, 21 de marzo de 2022

La vida bohemia.

Es como echar de menos algo que no has vivido. 

Mar. Arena. Sol. Salitre. Música. Brisa. Verde. Atardeceres. Olas. Montañas. Pájaros. Selva. Humedad. Arte. Museos. Libros. Escribir. Violín. Galerías. Pintura fresca. Piano. Arpa. Vino. Uvas. Queso. Autocaravana.
En cuestión de segundos he podido crear una lista bastante larga de palabras que me evocan deseo. Todavía exactamente no sé qué es lo que deseo, pero estoy segura de que si siguiera haciendo esta lista, suspiraría unas cuantas veces más de las que ya lo he hecho. 


Dentro de este estilo de vida bohemio, se me hace difícil decantarme por uno en concreto. Es más, acabo de volver a leer la lista y la verdad es que es bastante amplia. Con esa secuencia se puede imaginar una desde en una playa de una isla desierta perdida en cualquier rincón del mundo hasta en un pequeño y probablemente polvoriento ático de escritora en París. 


Me imagino muchas veces cómo será la vida de cualquier artista que se dedique a pintar, tocar algún instrumento o escribir. Precisamente este último, es quizás uno de los que más curiosidad me cree. 
Un pequeño apartamento. Cama de matrimonio, pero no para compartir. Sábanas arrugadas. Te despiertas con los primeros rayos de sol. Abres la ventana que da a una calle no muy ruidosa de un barrio de la ciudad en la que has decidido vivir un tiempo hasta que termines de escribir tu novela. Obviamente, me imagino un apartamento pequeño pero al que se le ha sacado buen provecho, a pesar de estar desordenado. El humo del café que tienes en las manos entra por tu nariz y empiezas a despertarte un poco. Tras desperezarte, te pones manos a la obra, y para cuando te quieres dar cuenta, llevas horas escribiendo. Podría pasarme horas fantaseando con este estilo de vida, tan bonito y tristemente surrealista.


Desgraciadamente soy consciente de que el tipo de vida del que estoy enamorada desde hace años, es bastante irreal. Está claro que todo esto no es más que una idealización, ya que en mi historia no he mencionado (ni pienso mencionar) ningún tema amargo, como el económico.
No obstante, no puedo parar. Ver videos de esos afortunados que viajan por todo el mundo, viven descalzos y tienen a diario el pelo duro por efecto del salitre se ha convertido para mí, en un vicio y en una tortura.


Dicho todo esto, acallo mis suspiros y procedo a acostarme. Mañana me despertaré en mi cama de metro ochenta, en la que amaneceré con ojeras marcadas, cara hinchada, la boca pastosa, y en la obligación de asistir a clases. La verdad es que es difícil romantizar este "estilo de vida".


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos pagamos por pecadores.

 Cada vez el ser humano es mas cruel y no tiene piedad en hacer cualquier cosa por conseguir lo que quieren, sin importar si muere un inocen...