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domingo, 20 de marzo de 2022

Juegos de mi infancia

Cuando eres pequeño la imaginación es la base de tu creatividad y creo que todos podemos estar de acuerdo que cuando eres pequeño tienes infinitamente más imaginación que cuando eres mayor. Es alucinante todos los juegos que nos inventábamos. Nos imaginábamos miles de cosas desde que los bolígrafos eran naves espaciales hasta que los muñecos cobraban vida.

El otro día, hablando con mis amigas sobre esto, recordé uno de los juegos que más me gustaba y disfrutaba con mi hermana. Consistía en que una de las dos era una trabajadora de una agencia de viajes, mientras que la otra era la clienta que buscaba un destino para viajar. La supuesta trabajadora, se tenía que encargar de encontrarle el mejor viaje al mejor precio, todo esto con una revista que contenía destinos de España para visitar. La “clienta” tenía qué contarle la situación en la que estaba, cuánto dinero se podía gastar, a qué tipo de lugar le gustaría viajar, cuáles eran sus preferencias, playa o monte… 

Parecerá una tontería de juego pero para ser sincera a mi me encantaba porque me hacía pasar por adulta y me creía mayor. Es más, lo que me fascinaba era sentarme delante del ordenador y simular que buscaba un viaje, el simple hecho de dar a las teclas haciéndome sentir una trabajadora, me resultaba increíble. 


Además de este magnífico juego, recuerdo otro que practicábamos a diario en el patio del colegio cuando era pequeña y que marcó mi infancia. Era el juego de vaqueros. Este juego lo practicábamos la mayoría de mi clase cuando éramos niños. Había dos bandos, por un lado, los vaqueros, que eran los chicos quienes ejercían este rol y por otro lado, estaban las Winx (una especie de hadas) y eran las chicas quienes lo protagonizaban. Era una especie de “polis y cacos” en el que los vaqueros tenían que pillar a las Winx y conseguir reunirlas a todas en la cárcel. Así, ganaban la partida, aunque no recuerdo ni una sola vez que se llegase a acabar el juego ya que las Winx tenían poderes y podían defenderse. No había normas como tal y para que un vaquero consiguiera llevar a una Winx a la cárcel simplemente tenía que llevarla, pero tenía que estar atento de que no se escapara en el camino a la cárcel ya que eso estaba permitido, en realidad, prácticamente, todo estaba permitido. Es por ello, que solía haber bastantes piques pero no por ello, íbamos a dejar de jugar a vaqueros y Winx.


De este tipo de juegos nos inventábamos un montón y estoy segura de que eran cien veces mejor que cualquier otro juego de los que hay en los móviles o que pasar el rato viendo la televisión. Es por ello, que agradezco haber podido vivir esa etapa y sobre todo haberla disfrutado tanto.


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