Muchos de vosotros viviréis a 5 minutos del colegio andando, o incluso menos. Otros muchos vendréis al colegio en algún transporte público que os traiga en 10/15 minutos máximo. Pero ¿Y la gente que viaja más de 20 kilómetros diariamente para ir a estudiar?
Pues bueno, yo soy una de estas personas que viene desde muy lejos. Pero no os confundais, no es todo los días. Mis padre están divorciados y paso 2 semanas con cada uno alternamente y es cuando estoy con mi aita cuando me toca venir desde un pueblo situado a 50 kilómetros de aquí.
Vengo a clase en un Bizkaibus que tarda aproximadamente 1h y 10 minutos en llegar a Bilbao, por lo cual os imaginareis el madrugón que supone. Me levanto a las 6:00 y aunque pueda asustar, no es tan malo como parece. Lo único que echo de menos es salir de casa con luz diurna en algún momento del año, pero por lo demás, como todo en la vida, te acostumbras.
Por otro lado, no todo es malo. En un transporte público en el que al cabo del año pasas tanto tiempo, te da la oportunidad de observar cantidad de personas, comportamientos y situaciones cuanto menos normales que, si sabes apreciar, vas a disfrutar de lo lindo. Además, por la hora del día en la que coincide, durante gran parte del año puedo disfrutar de amaneceres completos que son una forma perfecta de comenzar el día.
Otra oportunidad que 1h y 10 de bus te brinda es la de dar ese último repaso a la materia del examen de ese día. Eso sí, mientras vayas por la autopista, porque como lo hagas en zona de curvas, olvídate. Acabas pasando un mal rato de mareo además de desaprovechar el tiempo.
Y muchos os preguntareis ¿Para qué me está contando esto?. Pues bien, me he dado cuenta de que el año que viene a muchos de nosotros nos tocará recorrer distancias medianamente largas para ir a la universidad. En un principio parece un mundo y es totalmente comprensible, sin embargo, a mi me hubiese ayudado que alguien me contase lo que yo os acabo de contar.
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