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domingo, 30 de enero de 2022

El género de la ropa

Hace un tiempo, junto con unas amigas, fui a mirar ropa a las diversas tiendas que se pueden encontrar en la Gran Vía. Nunca pensé que ese día iba a hacerme ver una realidad latente en nuestra sociedad. Como cualquier otra persona me dispuse a ver la gran cantidad de prendas que podemos encontrar a día de hoy en las tiendas. Sin darme cuenta acabé entrando en la sección de “chicas”. Todo iba bien, yo continué buscando ropa de mi gusto. De pronto uno de los trabajadores se me acercó diciéndome que estaba en la sección de chicas y que la de chicos estaba en otra dirección, dando a entender que si quería algo para mí, ese no era el sitio. Esto me dio que pensar.

Lo primero de todo, y esto sí lo tengo claro, la ropa no tiene género. Son meros trozos de tela unidos con ciertos patrones para formar una bonita prenda. Nada más. Clasificamos en categorías todo lo que vemos para sentir que lo conocemos y que está bajo control, y la ropa no es excepción. Nos empeñamos en dictar lo que las personas deben llevar, basándonos en su aparato reproductor. Y digo aparato reproductor y no género porque, quienes somos nosotros para presuponer la identidad de género de nadie.


Unido a la idea anterior, que una persona se sienta obligada a llevar cierto tipo de ropa debido a la presión de la opinión pública es algo triste. Si estuviese normalizado que los hombres llevaran falda o que las mujeres utilizaran ropa en la que expongan más su piel, entre otros muchos casos, estas barreras que se han construido en la moda durante tanto tiempo caerían una tras otra como piezas de dominó, dejando por fin como resultado libertad para que cada uno se exprese como quiera.


En conclusión, al clasificar la ropa por géneros automáticamente damos por hecho que las mujeres visten de cierto modo, los hombres de otro y, por supuesto con comentarios como el que me hizo el trabajador a mí, la identidad de género de alguien. Al final del día todos somos personas. Da igual nuestro género o sexualidad, nuestra raza o cultura. Son estas diferencias que marcamos entre nosotros las que cada vez más nos separan. Sueño con el día en que me ponga una falda y unos tacones sabiendo que no me juzgarán por ello.

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