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domingo, 30 de enero de 2022

Agur Calasanz


El otro día me paré a pensar en que este iba a ser mi último "Calasanz" ¿Qué tontería no? Pues lo cierto es que me da mucha pena no este día en sí, sino cerrar esta etapa de mi vida, la escolar. La verdad es que he sido muy feliz o al menos así recuerdo mis días en este cole y saber que tendré que despedirme de él en menos de un año y empezar una etapa nueva, es algo que me da cierto miedo.


Por un lado, sé que me quedan muchas cosas bonitas por vivir. Dentro de poco empezaré la universidad: un lugar donde poder conocer gente nueva y muy diferente a mí, tener menos horas de clase… Por otro lado, el ser más mayor te brinda cierta libertad e independencia. Es verdad que seguiré oyendo la famosa frase “bajo mi techo harás lo que yo te diga”, pero a partir de ahora, tú decides si asistir a clase, organizas tu tiempo como tú quieras y por supuesto podré volver a casa más tarde los findes… Imaginaos poder volver a casa de fiesta y ¡que te manden tus aitas pasar por el Bertiz a comprar el desayuno!


Sin embargo, no todo lo nuevo es tan apetecible. Cuando creces es innegable que todo se complica. Nuestra burbuja de papá-mamá se rompe y de repente te encuentras en un mundo nuevo. Sé que no es algo malo, pero por una parte, siento cierto miedo e incertidumbre. ¿Voy a ser capaz de encontrar mi camino? ¿Encontraré qué es lo que me gusta? ¿Mis amigas de ahora lo seguirán siendo?...


En definitiva, está claro que no podemos detener el tiempo y que todo llegará… así que, por el momento, me quedaré con la sensación de haber disfrutado enormemente esta etapa, que será la primera de muchas de mi vida.


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