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jueves, 27 de enero de 2022

4 meses fuera

Hace dos años fui cuatro meses a Irlanda para aprender inglés. Fue una experiencia que me ayudó a madurar y que jamás olvidaré, pero que a la vez me hizo darme cuenta de  las cosas que tengo aquí, en Bilbao y me hizo valorarlas mucho más de lo que lo solía hacer. 


A finales de agosto de 2019 empezó mi viaje. Volamos desde el aeropuerto de Bilbao hasta llegar a Irlanda. El viaje se me hizo eterno, fueron las dos horas más largas en mucho tiempo, los nervios me invadían todo el cuerpo, al fin y al cabo iba a dejar por cuatro meses toda mi vida de Bilbao y empezar una nueva en un sitio nuevo. En aquel momento, no llegaba a ser consciente del gran cambio que se iba a producir en mi vida.


Aterrizamos en Dublín y nos llevaron a cada estudiante en coche hasta el pueblo en el que íbamos a vivir durante los siguientes meses. Por suerte, me tocó en el mismo pueblo que Leire Gallego con la que tenía una buena amistad por lo que eso me tranquilizó bastante. El nombre del pueblo era “Kells” lugar donde me tenía que recoger mi “nueva familia”. 


Conocí a la madre, al padre y a sus dos hijos y me llevaron a su casa. La casa era bastante grande y la familia era muy agradable por lo que no tenía que tener queja alguna. No obstante, en cuanto me quedé sola en la habitación me entraron unas ganas inmensas de llorar, estaba sola, en otro país, con una familia desconocida y con un idioma que no dominaba. 


Los primeros días en el colegio fueron horribles, las irlandesas no nos hacían nada de caso, por lo que los días se hacían duros y largos. Con el paso del tiempo, las irlandesas se abrieron más y conseguimos hacer alguna amiga. 


Tuve la gran suerte de ser correspondida por la familia que me acogió.  Me trataban como una más y me intentaban hacer sentir como si estuviera en mi casa. Considero que tener una buena familia en Irlanda facilita mucho las cosas, si no llega a ser por ellos mi estancia y experiencia en Irlanda no hubiese sido tan bonita.


La vida en Irlanda, con la edad con la que fui, es muy aburrida. Las irlandesas no quedan habitualmente con sus amigas sino que quedan de vez en cuando para hacer un plan concreto como ir al cine o ir a una cafetería. Es una vida muy de quedarse en casa con la familia y no salir. Para mi fue una diferencia significativa en relación con nuestros hábitos de ocio de aquí. 


Con todo lo anterior llego a la conclusión de que la vida que tenemos aquí en Bilbao es un privilegio y que solo hace falta irse cuatro meses fuera para darte cuenta de todas las cosas positivas que hay aquí y que no las cambiaría por nada en el mundo.


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