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domingo, 19 de diciembre de 2021

Lo que hacen la guerra y el hambre

Estoy segura de que muchas veces habréis llegado a vuestras casas con borborigmos en el estómago del hambre que tenéis. A mi también me ha pasado; aunque en vez de encontrarme con un plato de menestra del comedor, soy muy afortunada por encontrarme con todo tipo de comidas ricas de amama. El “problema” viene cuando en vez de irte de su casa habiendo comido bien y habiéndote quedado saciada, te vas con la sensación de que has comido unas “pocas” alubias de más. 


Mi amama es una persona muy insistente con el tema de la comida. Hasta que no te ve explotar por la cantidad de comida que has engullido, no para de ofrecerte cosas. Yo siempre le digo que en caso de querer más comida, ya se la pediré pero, nada, es como si le hablara a una pared, ¡por un oído le entra y por el otro le sale! Lo cierto es que disfruta viéndonos comer y eso le llena más que ponerse hasta las trancas de comida. Siempre me está ofreciendo de su plato a pesar de que el mío esté mucho más lleno. Vosotros diréis: “ claro, María, es que tu amama quiere ser generosa y compartir lo que sea con la familia”. En cambio, la cosa va más allá:

Mi amama es del año 1930, lo que implica que vivió la dictadura de Franco. Aunque fueran tropecientos mil, tenían de lo que alimentarse porque poseían ganado. Sin embargo, cuando estalló la Guerra Civil, tanto el bando Nacional- es decir, el que estaba liderado por Franco- como el de los 'rojos' quitaron a la familia de mi amama (al igual que a otras familias) todo lo que tenían. Esto provocó una gran hambruna que llegaba al extremo de tener que sobrevivir durante muchas horas, con la peladura de naranja que habían encontrado en el suelo (y da gracias a Dios si es que llegaban a encontrar alguna porque no duraban ni dos segundos). También nos ha llegado a contar que, una vez, hasta se llevó un buen mordisco por robarle algo de patata cocida al perro del vecino o que se iban comiendo las migajas de pan como si fuesen las palomas del cuento de Pulgarcito. Es triste e increíble la cantidad de cosas que hacían con tal de comer. 


Es por todo ello, por lo que creo que es tan insistente con la comida. Al fin y al cabo, ella en esos tiempos echó de menos el poder comer y no quiere que vivamos lo que ella sufrió. Así que seguirá ofreciendo a todo aquel que pase por su casa, un generoso plato de comida.




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