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domingo, 19 de diciembre de 2021

El precio de la fama

Todos, en algún momento, nos hemos imaginado una vida en la que la fama y los lujos nos rodean. Vivimos en una mansión con grandes ventanales y con vistas a un grandioso paisaje. Por supuesto, los grandes armarios con infinidad de ropa, junto a zapatos de todas las clases y colores, no pueden faltar. Todo esto, claro está, acompañado de miles y millones de fans que, aunque para algunos sea un incordio, son parte del lote. Una vida así puede parecer apetecible de primeras, pero, ¿realmente lo es?

Es cierto que tener todo lo que quieres y deseas es divertido, pero solo por un rato. Cuando uno consigue el dinero como quien consigue agua de una fuente, este pierde completamente su valor. Con esto no quiero decir que una persona vaya a ser más feliz teniendo menos dinero, es más, estoy completamente en contra de esa frase que dice: “El dinero no da la felicidad”. Creo que el dinero puede aportar estabilidad y hacer más feliz a una persona que se encuentra entre la deuda y la pared. Sin embargo, en el hipotético caso de que nos encontráramos con una gran suma de dinero entre manos, muchos empezarían a despilfarrar y, en el momento en el que no hay nada más que comprar, se aburrirían.


Si tenemos en cuenta este posible desenlace, ¿Os la jugaríais a sacrificar vuestra vida privada?  Yo desde luego que no. Me considero una persona reservada a la que no le gusta compartir sus vivencias por redes sociales. Si tenemos eso en cuenta y encima el hecho de que yo personalmente me cansaría muy rápido del dinero, mi decisión está más que razonada. De todas formas, entiendo a la gente que aceptaría. En mi caso, por mi forma de ser, las dos cosas que se me ofrecen no terminan de encajar conmigo. Pero habrá a quien la atención de un público le guste, y el apoyo que recibe de esa gente anule lo negativo. 


En definitiva, yo no me veo capaz de soportar esa presión pública que tantos famosos deben de sentir. Es por eso que me conformo con un sueldo y una buena vida en el anonimato. Quizás no tenga una mansión, pero por lo menos podré bajar a tomar algo sin que me cosan a flashazos.


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