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domingo, 24 de octubre de 2021

Primera impresión

 Cuando empezamos a tener confianza con una persona, a todos nos han dicho alguna vez o hemos escuchado la típica frase de “Cuando te conocí por primera vez no me caíste bien” o “Vaya carácter que tenías, no lo parecía”. A los pocos segundos de haber conocido a alguien, sin haber intercambiado ni siquiera una palabra, ya elaboramos una teoría sobre quién es y cuál es su personalidad.


Tenemos 15 segundos, 15 miserables segundos para dar una primera buena impresión. En ese tiempo somos juzgados y etiquetados. Es muy triste pero ¿Quién no ha juzgado a alguien por la primera impresión? Yo me atrevería a decir que nadie.


Todos damos una primera impresión y el 55% de la opinión que los demás crean de nosotros, es por la expectativa visual. Es decir, como es nuestro cuerpo, bajo, alto, pequeño, grande...Y además, que es lo que decidimos ponernos, qué tipo de indumentaria, el peinado, gafas, no gafas, maquillaje, no maquillaje... El 38% de la opinión se crea por la expresión no verbal, es decir, como caminamos, gesticulamos, la postura...El 7% restante, es la expresión verbal y de este 7% el 2% es el contenido del mensaje, lo que decimos. Lo demás es la voz, el tono y la modulación. Todo esto da información a la gente de lo que parecemos ser. 


También, cuando conocemos a alguien tendemos a buscar características físicas similares a las de una persona que ya conocemos, tenemos la tendencia a atribuirle algunas de esas características. Si la persona se parece a alguien que nos cae bien, también nos caerá bien y tendremos una actitud más abierta. Si por lo contrario se parece a alguien que nos cae mal, nos generará rechazo. Por lo que ya estamos creando una imagen errónea de la persona.


Crear una imagen de la gente nos viene de naturaleza, es como un instinto de supervivencia. Nadie se acercaría a un animal con dientes afilados pero a un animal gordito y pequeño sí. Lo mismo ocurre con las personas, la gente con facciones menos marcadas, cara más redonda nos crea una sensación de ser amigable y ternura. Por el contrario, la gente con facciones marcadas nos transmite más seriedad y nos dan más respeto. 


A pesar de que esto sea un instinto de naturaleza, tenemos que intentar que no nos influya. Intentar conocer a la gente con calma, conocerlos bien y a fondo porque como todos sabemos las primeras impresiones no siempre son correctas.


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