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domingo, 24 de octubre de 2021

Mi experiencia en el Eneko

Ir a comer a un restaurante puede convertirse en toda una experiencia. No solo por los platillos, que también, sino por todo lo que a estos les rodea: la decoración del propio restaurante, la vajilla, la presentación, las conversaciones con los camareros… Hace mucho tiempo que, para mí, ir a comer a un restaurante no se limita a lo meramente gastronómico. Es tal mi afán por la comida, no hay mejor placer que el de comer, que no dude ni un solo minuto en pedir por mi cumple ir a comer a uno de los restaurantes de Eneko Atxa, uno de los mejores cocineros del mundo. La experiencia fue, sin duda, una de las mejores de mi vida.

Sobre las tres del mediodía, llegamos al restaurante y nos recibieron dos chicas que nos indicaron cuál era nuestra mesa. Una vez en nuestro sitio, nos preguntaron si queríamos añadir algún platillo de temporada al menú degustación que todos los comensales tienen ya preseleccionado. Decidimos añadir unas piparras (guindillas), mejillones al sarmiento y pulpo a la brasa. Teníamos un total de trece platillos esperándonos, todos ellos espectaculares. Algunos de mis favoritos fueron las setas al ajillo, la yema de huevo sobre estofado de trigo sarraceno, los mejillones al sarmiento y la ostra con mantequilla de café.

Algo que me sorprendió mucho fue que nunca sabías qué esperar, nada era como lo imaginabas al leer la carta. Todos los platillos estaban preparados de una manera muy especial que hacía la experiencia mucho más sorprendente y divertida. Por ejemplo, creo que todos hemos tomados setas al ajillo alguna vez, pero el plato que nos trajeron solo se les parecía en el sabor. Las setas parecían fideos y el ajo se encontraba entre los ingredientes de la deliciosa salsa que las envolvía. 

En la misma línea, todos los platillos venían servidos en una vajilla espectacular y con una presentación de otro planeta. Cada plato, cazuelita, tabla… era diferente a lo que yo había visto antes y tenía ciertos elementos que recordaban al lugar de origen de los ingredientes que el plato tenía. Por poner un ejemplo, la ostra venía servida en una especie de cazuelita sobre una manto de piedras y algas y, en el momento de traerla a la mesa, vertían sobre él un preparado de nitrógeno líquido con aroma a mar.

En definitiva, la experiencia fue inolvidable, todos los detalles estaban cuidados al milímetro. Salí maravillado del restaurante y con ganas de seguir probando nuevas experiencias. Creo que la calidad-precio es inmejorable y no tengo ninguna duda de que volvería. Si os gusta la gastronomía, os recomiendo enormemente que le déis una oportunidad a este sitio. Espero poder seguir probando restaurantes de esta categoría y disfrutando de lo que en ellos se vive. 


https://eneko.restaurant/comer/

 

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