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domingo, 14 de abril de 2024

Semana Santa

 Esta Semana Santa podría describirse como una de las más emocionantes. Hice un viaje inolvidable al sur de España junto con otros 15 amigos y familia. El objetivo era llegar el sábado a Sevilla para ver la final de la copa, pero queríamos aprovechar el viaje para hacer algo más.


Partimos el martes desde Bilbao y no fue hasta esa misma noche cuando llegamos a Monachil, el pueblo donde se encuentra la estación de Sierra Nevada. El primer día lo dedicamos a conocer bien la estación, ya que ninguno había estado allí antes. Esa noche fuimos a cenar fuera todos y volvimos pronto a casa para madrugar el siguiente día.


El segundo día fue el que menos esquiamos, ya que como era el cumpleaños de mi madre fuimos lo antes posible a Granada, donde visitamos la ciudad durante la tarde y cenamos en un restaurante local. 


El tercer día fue el último que esquiamos. La verdad que tuvimos mucha suerte los tres días porque hizo un tiempo buenísimo y la nieve también estaba muy bien. Además, ese día nos pusimos la camiseta del Athletic para esquiar ya que el próximo día era la gran final y nos sacaron fotos hasta para el periódico. Esa noche,

decidimos irnos pronto a dormir dado que el siguiente día teníamos 3h de viaje hasta Sevilla.


El cuarto día nos levantamos a las 7 de la mañana para recoger toda la casa y prepararnos para ese día tan especial. Llegamos a Sevilla alrededor de las 12 y nos encontramos con algo muy especial. Ver la ciudad pintada de los colores de nuestro equipo, la ilusión en las caras de todos con los que te cruzabas… ese sentimiento de orgullo era indescriptible. Estuvimos por la ciudad hasta que llegó el momento de la kalejira y después finalmente entramos en la hiria para ver el partido. Tuvimos mucha suerte ya que pudimos verlo en las primeras filas de la pantalla grande. 


Fue uno de los partidos más emocionantes que he visto, pero el subidón después del penalti de Berenguer compensó toda la tristeza que sentimos en el momento del descanso. Ver a todo el mundo con las lágrimas cayendo por sus caras me hizo darme cuenta de la suerte que tenemos por tener una afición inigualable. No había mejor manera que celebrar esta victoria que con mis mejores amigas y así fue. 


El día siguiente fue un poco más duro, ya que a pesar de tener que hacer un viaje en coche de 10h con resaca, dejabas atrás una ciudad y muchos recuerdos imposibles de olvidar, porque me atrevería a decir que este fue uno de los mejores días de cualquier athleticzale.

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