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jueves, 2 de febrero de 2023

Resaca emocional

Vienen pensamientos a mi mente e intento desviarlos como si estuviese dando batazos a cada cosa que pasa por mi cabeza.

Sé que dentro de años, o incluso meses no recordaré nada de lo que me atormenta a día de hoy. Pero lo que parece que en el futuro será una tontería en estos momentos me pesa como si llevase una mochila cargada de piedras a la espalda.

Continuamente, en cuanto cierro los ojos se proyectan imágenes borrosas de la noche anterior en mis pensamientos, trato de apartarlas porque sino sé que no soy lo suficientemente fuerte como para ganar esta batalla, perdida desde que el día anterior decidí abrir la boca. Porque aunque parezca no ser para tanto imagino a todo con quien hablé recordándome con desprecio, edulcoro involuntariamente momentos no para que sean más alegres, sino para incrementar esta sensación que me carcome cada vez que salgo.

Lo cierto es, que aunque muy en el fondo de mi persona sé que no hago más que convertir pequeños granos de arena en grandes montañas, no puedo evitar pensar que hay algo en mí que he de cambiar, cohibirme, callarme, incluso quedarme en casa. 

¿Y todo esto por qué? Todo se debe a esa necesidad que tengo de intentar agradar al resto. Todos esos fantasmas que me persiguen tienen nombre y apellidos, pero el hecho de que se hayan instalado en mi cabeza es simple producto de mí misma, y aquello que dicen es lo que no quiero admitir que pienso.

Mi mirada vaga perdida, me encuentro inmersa el silencio que reina en mi cabeza en estos momentos, hasta que de pronto una voz interrumpe mis pensamientos:

-Y tú, ¿ cuántas veces has pensado en las cosas que hicieron los demás ayer?

Giro la cabeza y le dirijo una mirada incrédula a mi hermana; aunque parezca mentira, no había pensado en eso en ningún momento.

-Bueno, mi misión aquí está cumplida, me voy a la cama.

Y es entonces cuando se va, dejándome con la palabra en la boca y la conciencia mucho más tranquila.



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