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miércoles, 17 de enero de 2024

Un hogar inesperado

             Hace unos años, mientras intentaba estudiar historia para un examen que tenía la siguiente semana, quise desestresarme y fui a comprar a mi tienda de confianza algo con lo que distraerme un rato. Desde pequeño mis padres me habían prohibido usar cualquier cosa que tuviera una pantalla, por lo que tuve que arreglármelas para no aburrirme. Vivíamos en una casa grande en un pueblo, por lo que todo mi tiempo lo pasaba fuera de casa jugando y trasteando con cosas. Así nació mi afición por arreglar cosas, la cual me llevó a reparar desde un reloj hasta mesas de madera. 


Mi tienda favorita era una de segunda mano en la que había miles de cosas increíbles, por lo que me dirigí ahí a ver que había nuevo. Mientras iba paseando por los ya conocidos pasillos, mi mirada se dirigió hacía una casita de madera que descansaba sobre una de las estanterías más altas. Tenía las ventanas sucias y las paredes un poco desgastadas, pero no le di importancia.


Fui a pagar y le pedí al cajero que lo envolviera en papel de periódico para evitar más desperfectos. Volví a casa muy contento por la compra que había hecho. Nada más llegar, aparté los cuadernos, la saqué y la puse en mi mesa lista para renovarla. Empecé pintando el techo y las paredes, arreglé las puertas y decoré el exterior con unas plantas a su alrededor. 


Para acabar, cogí un paño húmedo para quitar el polvo de las ventanas. Al limpiar la primera ventana, pude ver como el interior de esa habitación se parecía mucho a la cocina de mi casa. Pensando que era una coincidencia, me puse a limpiar el resto. Todas las habitaciones eran iguales a mi casa. Aterrorizado, observé como solo quedaba la ventana de mi habitación por limpiar.


Al limpiarla, pude ver una copia idéntica de mi habitación, solo que a lo lejos parecía haber alguien. Me acerqué para poder verlo mejor, y cuando menos me lo esperaba se dio la vuelta y me miró fijamente. Era un señor mayor, con aspecto cansado. No me quitaba la mirada de encima, cuando todo se volvió negro.


Me desperté de mi escritorio, pensando que todo había sido un sueño. Sin embargo, la casa había desaparecido. No me preocupé y bajé preparado para ir a clase. Cuando iba a salir, la puerta estaba cerrada y no se podía abrir. Al mirar por la ventana, me mareé. 


Llevo 5 años encerrado en la casa de juguete, y mientras veía como todos mis familiares  y amigos me buscaban, yo no podía hacer nada. Me encuentro ahora mismo en una tienda de segunda mano, listo para que alguien me saque de aquí.


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