El fanatismo

Seguramente todos hemos conocido o conocemos alguna persona que se considera muy fan de una actriz o una religión, un jugador de fútbol… Esto a primera vista no tiene nada de malo, sentir admiración hacía alguien o algo es del todo correcto e incluso te puede servir de inspiración. El problema viene cuando sienten algo más que admiración y se convierte en fanatismo.  

Voy a empezar aclarando la definición de fanatismo. El fanatismo según la Real Academia Española es el apasionamiento y tenacidad  desmedida en la defensa de creencias u opiniones. Es decir, es cuando una persona deja la racionalidad y el sentido común a un lado y lleva al extremo la adoración hacia esa persona, religión, opinión… La racionalidad y el sentido común son justamente dos cosas totalmente necesarias si queremos evitar argumentos inútiles o innecesarios, y la ausencia de esos dos rasgos los creará. ¿El problema de todo esto? Que la ignorancia, las discusiones y la mediocridad se hacen cada vez más presentes entre nuestra sociedad. 

El fanatismo no perjudica únicamente a nivel social, sino que también al  individual. Estas personas están cerradas a nuevos aprendizajes y opiniones que no coinciden con las suyas, lo que les frena en su desarrollo personal y potencia su intolerancia. Además, son más propensas a poder ser manipuladas por otras personas, que se aprovechan de ese fanatismo y cómo esto les quita el criterio.  Al mismo tiempo, como ya he mencionado, también dañan a la sociedad polarizandola. De manera que se crean barreras y conflictos entre nosotros. 

Teniendo todo esto en cuenta, quiero recalcar lo importante que es evitar el fanatismo y no caer en él. Saber diferenciar entre algo que te sirva de inspiración y  adorarlo sin medida. La manera más efectiva de prevenirlo es recibiendo una buena educación, para así ser conscientes de las críticas, ser más tolerantes y para construir una perspectiva más equilibrada de la realidad.