Dicen que la traición viene de quien menos te lo esperas…¡Cuanto de cierto hay en esa frase! Puede que el como me sienta no sea traición pero desde luego sí desilusión. Gertru, mi vecina que era un amor falleció el otro día justo delante de mis ojos.
Cuando ocurrió estábamos en el ascensor ella llevaba una descomunal bolsa de cuero que para mi sorpresa estaba a rebosar de fajos de billete. Además también había una carta que desearía no haber leído, pues sin darme cuenta me estaba metiendo en un berenjenal.
En la carta estaban expresadas las últimas voluntades de Gertru, donar todo el dinero a un partido conservador, xenófo y racista. Estaba segura de que primero necesitaría un montón de tiempo para pensar que hacer con la pasta. Así que, cogí el dinero y lo guardé en casa. Por suerte o por desgracia, no fui capaz de apoyar monetariamente a un partido que va en contra de mis valores, pero de esta forma tampoco estaba cumpliendo sus últimas voluntades. Tampoco fui capaz de quedarme el dinero, me sentiría muy culpable…La opción que he acabado tomando es la de donarlo a una organización o proyecto progresista. Si me tiene que llegar el karma, prefiero que sea por no haber concedido las últimas voluntades de una anciana retrógrada, que por haber contribuido al retroceso de la construcción de una sociedad más liberal y progresista.
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