CÓMO SOBREVIVIR A UN LUNES POR LA MAÑANA
Sobrevivir a un lunes por la mañana es como pasar una de las peores pruebas de resistencia física y mental. Todo empieza cuando suena la alarma. Tu primer pensamiento es lanzarla por la ventana, pero te conformas con posponerla cinco veces. Finalmente te levantas, derrotado, andando como si te acabaran de dar una paliza.
Frente al espejo piensas “¿Qué he hecho en otra vida para merecer esto?”. Te duchas si es que hay tiempo y ganas(aunque tus compañeros lo agradecerán), te vistes con lo primero que encuentras (aunque no combine, da igual, es lunes) y buscas algo rápido para desayunar. Si no hay desayuno, tu estómago se encargará de recordártelo en cada clase.
Llegas a clase en modo automático, con las legañas en la cara y cero ganas de hablar con nadie. Las clases se hacen interminables. Intentas parecer atento, pero en realidad estás pensando en tu cama o en tu comida favorita (aunque te comerías cualquier cosa).
En el patio con suerte te da tiempo a estirar las piernas e ir al baño. Después, más clases, más sufrimiento y, con suerte, algún profesor también odia los lunes y se lo toma con calma. Vuelves a casa comes, duermes una siesta que te deja peor que antes de dormir y luego miras los deberes con ganas de llorar.
Al final, te acuestas tarde (otra vez). Y vuelve a empezar el bucle, pero un día más cerca del finde y de las vacaciones.
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