El otro día mi amigo Joseba nos invitó a cinco amigos y amigas de la adolescencia a una comida en su casa, con su familia y también nuestras parejas e hijos incluidos. Tiene una casa preciosa y es muy buen anfitrión así que todos estábamos encantados de ir y cada uno llevamos nuestra mejor receta para poner en la mesa.
Estábamos disfrutando todos de
los exquisitos platos y de una conversación amena cuando de repente alguien comenzó
a hablar de un caso que unos días atrás todos los programas de televisión estaban
comentando y que, como no, ponía sobre la mesa 2 opiniones políticas totalmente
contrarias y que ponía en desacuerdo a nuestra sociedad y también a nuestros
amigos de toda la vida.
De repente el hijo de 17 años de mi
amigo Joseba dice textualmente “al hijo puta del presidente del gobierno lo que
hay que hacer es meterle dos tiros lo antes posible”. Se hizo un silencio sepulcral
que me hizo sentir fatal, era evidente que todos los presentes se sintieron
igual que yo. Era increíble que un chaval le deseara la muerte a otra persona
con una violencia tan extrema. Incluso fue peor que seguidamente su padre le riera
la gracia y mostrara total acuerdo con él.
Creo que tendría que haberle dicho que ese comentario muy desafortunado,
que quería pensar que realmente no pensaba eso y que por favor se fuera a su habitación.
De esa manera todos hubiéramos pensado que al día siguiente hablaría tranquilamente
con su hijo sobre cómo había llegado a pensar algo así, de donde venía esa influencia
y como cambiarla.
En mi opinión la violencia nunca
es el camino bajo ninguna ideología. Es muy triste que estemos viviendo este
momento político que enfrenta y produce tanto odio entre las personas.
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