jueves, 23 de octubre de 2025

El dinero de la vecina muerta

 

Siendo sincera, yo no lo haría. 

A pesar de que esa era su última voluntad. Sería incapaz de donar dinero a un partido político de ultraderecha , xenófobo , negacioncita del cambio climático y contrario a denunciar la violencia de género. Aunque la voluntad fuese de esa mujer, a la que había conocido durante años, con la que había compartido charlas, risas y muchos cafés. Pero que resultaba tener unas ideas que chocaban completamente con mis principios.

En teoría, cumplir su voluntad sería lo correcto, ¿no? Es lo que la mayoría esperaría de alguien que ve como su vecina muere y que deja en mis manos su última voluntad. Pero cuanto más lo pienso, más claro lo tengo: yo no podría hacerlo. Creo que la voluntad es algo que pertenece a los vivos, a los que aún pueden decidir, actuar, rectificar. Ella ya no está, y si su intención era donar ese dinero a ese partido, podía haberlo hecho mientras vivía. Aunque suene un poco cruel.

Y no, tampoco me quedaría yo con el dinero. No podría. Pero sí lo donaría, aunque a otros fines, a organizaciones que realmente ayuden a la gente, o que trabajen por causas en las que creo: el medioambiente, la igualdad, los derechos humanos. Sé que, en cierto modo, sería como hacer con su dinero justo lo contrario de lo que ella quería. Pero al final, ya no está aquí, y yo al menos estaría destinándolo a algo que considero bueno, justo, necesario.

 Y quizá alguien me juzgue, pero creo que, en el fondo, ser fiel a uno mismo también es una forma de respeto: respeto por la propia conciencia, por lo que uno considera justo y ético. A veces, la línea entre lo correcto y lo moral no coincide, y ahí es donde realmente se pone a prueba quién eres y que tipo de persona quieres llegar a ser.

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