Si tuviera que elegir una canción que realmente marcó mi infancia, sin duda sería "Boquita de cereza" del grupo Tarancón. Aunque la conozco tan bien que podría cantarla al revés, lo curioso es que nunca había escuchado la versión original del cantante. Esto es porque quien me la cantaba era mi padre.
A mi padre le apasiona la música. Desde que entró en la universidad forma parte de un grupo de tunos. Toca la guitarra junto a unos veinte amigos más, que también cantan y tocan distintos instrumentos. Al menos una vez al año, viaja con ellos para actuar en bodas, cumpleaños y otras celebraciones. Antes de esos viajes, pasa una semana entera practicando las canciones que van a interpretar, y esas canciones suenan en bucle por toda la casa. Podría parecer cansino incluso, pero para mi no lo es. Siempre me va a alegrar despertarme por la voz de mi padre cantada, o distraerme de los estudios porque mi padre esta cantando una canción que inevitablemente yo también la tengo que cantar.
Pero "Boquita de cereza” es especial para mí, porque es la favorita de mi padre. La tocaba todos los días; incluso había mañanas en las que me despertaba con esa canción antes de que él se fuera de viaje. Fue él quien me la enseñó, y con el tiempo se convirtió en nuestra canción. Llegó un momento en que él solo tocaba la guitarra, y yo era quien la cantaba.
Esta canción es tan especial para mí porque no solo marcó mi infancia, creo que también es la razón por la que me gusta tanto la música hoy en día.
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