Si realmente mi vocación fuese ser una gran creadora y tuviera que decidir, optaría por haber tenido una vida difícil, con experiencias duras en la infancia o adolescencia. Pienso que estas vivencias te influyen y te permiten observar el mundo de un modo diferente. A pesar de que no deseamos que forme parte de nuestras vidas, el sufrimiento nos impulsa a pensar y a encontrar nuevas emociones que no son familiares para todos. Esto puede ser una magnífica fuente de inspiración.
Al enfrentar situaciones complicadas, adquieres una mentalidad distinta. Podrías aprender a convertir ese sufrimiento en algo positivo y útil para ti, como una canción, un poema o una narrativa. Asimismo, los grandes artistas tienden a compartir una característica común: su habilidad para comunicar emociones intensas, de esas que todos han experimentado en algún momento pero no pueden describir. A mi parecer, no hay nada más seductor que experimentar una conexión con una obra.
Disfrutar de una niñez placentera y sencilla es maravilloso, pero considero que, en términos creativos, puede que te falte ese elemento que te permita destacar y alcanzar el éxito. No implica que no pueda ser competente en mi labor, pero probablemente no atraeré a tantas personas como alguien que comunique algo que ha vivido y experimentado. Las vivencias difíciles te vuelven más genuino y eso es lo que distingue a cada creador. Por lo tanto, aunque pueda parecer severo, y el costo de ser una gran creadora sea bastante alto, prefiero elegir la opción de haber tenido un pasado muy difícil.
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