domingo, 7 de diciembre de 2025

Polémica exministro

La polémica generada por las declaraciones del exministro del PP Jaime Mayor Oreja, al sugerir que el creacionismo estaría imponiéndose en la comunidad científica frente a la teoría de la evolución de Darwin, plantea un debate fundamental sobre la educación, la ciencia y el papel del Estado. En primer lugar, es necesario reflexionar sobre si son los padres quienes deben decidir la educación que reciben sus hijos en los centros públicos. Si bien es legítimo que las familias tengan valores y creencias propias, la escuela pública tiene la responsabilidad de garantizar una formación común basada en el conocimiento científico, el pensamiento crítico y los principios constitucionales. Por tanto, los contenidos educativos no pueden depender exclusivamente de las convicciones individuales, sino del consenso científico y académico.

La teoría de la evolución es uno de los pilares fundamentales de la biología moderna y cuenta con un amplio respaldo empírico y científico. Cuestionar su validez desde posiciones ideológicas o religiosas supone confundir el ámbito de la fe con el de la ciencia. Las palabras del exministro resultan problemáticas porque transmiten una imagen distorsionada de la comunidad científica, en la que el creacionismo no tiene reconocimiento como teoría científica. Equiparar ambas explicaciones implica relativizar el método científico y debilitar la educación científica.

Respecto a quienes proponen el creacionismo como explicación del origen del ser humano, es importante señalar que se trata de una creencia religiosa respetable en el ámbito personal, pero que no puede presentarse como una alternativa científica en la educación pública. El creacionismo no se basa en la experimentación, la observación ni la contrastación empírica, elementos esenciales del conocimiento científico. Su inclusión en el currículo escolar supondría un retroceso en términos educativos y un riesgo para la formación crítica del alumnado.

En conclusión, la escuela pública debe enseñar ciencia basada en evidencias y no en creencias. Respetar la libertad religiosa no significa renunciar al rigor científico. La educación debe preparar a los ciudadanos para comprender el mundo desde el conocimiento racional, fomentando el pensamiento crítico y el respeto a la diversidad, pero sin confundir fe y ciencia.


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