En muchos institutos hay alumnos que se meten con otros por su físico, por no ser populares o simplemente por diferenciarse del grupo. Estas bromas pueden parecer “inofensivas” para quien las hace, pero para quien las recibe son como un puñetazo al autoestima: duelen y hacen sentir solo. Y lo peor es que a veces ni sabes si puedes confiar en alguien o si todo era una broma… que al final no hace gracia.
Si me tocara aconsejar a Andoni, le diría que no se quede callado. Hablar con un profesor, tutor o familiar de confianza puede ser un primer paso vital. También sirve buscar apoyo entre amigos que respeten y valoren a la persona, o incluso llevar un registro de lo que ocurre, anotando fechas y nombres, para que haya pruebas si el acoso sigue. Y sí, ponerse firme y decir “esto me duele y no lo acepto” puede sonar difícil, pero a veces decirlo en voz alta es el primer paso para recuperar la confianza.
Los que hacen bromas o rumores también deberían aprender que sus acciones tienen consecuencias. Aquí el instituto puede intervenir con charlas, dinámicas de grupo o actividades que fomenten la empatía y la cooperación entre todos los alumnos. Al final, lo importante es que nadie se sienta invisible ni débil, y que se entienda que el respeto no es opcional: es básico para poder convivir. Porque, seamos sinceros, un poco de respeto y comprensión no cuesta nada… pero cambia mucho.
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