La historia de Andoni refleja un problema que, por desgracia, sigue ocurriendo en muchos colegios. El acoso escolar no siempre empieza de forma clara con insultos o agresiones, sino que muchas veces comienza con risas, burlas o supuestas bromas que para algunos pueden parecer inofensivas, pero que hacen mucho daño a quien las sufre. En el caso de Andoni, utilizar sus inseguridades y sus sentimientos por una chica para reírse de él demuestra una gran falta de respeto y de empatía.
Es fácil ponerse en su lugar y pensar en la ilusión que pudo sentir al encontrar la carta en su cajón. Después de haber sido ignorado y ridiculizado durante tanto tiempo, creer que alguien se había fijado en él seguramente le dio esperanza. Por eso el golpe fue todavía más duro al descubrir que todo era una mentira y que, además, otras personas se estaban riendo de la situación. Ese tipo de humillación delante de los demás puede afectar mucho a cómo una persona se ve a sí misma.
Lo primero que habría que decirle a Andoni es que no tiene la culpa de lo que pasó. Él no hizo nada mal y no debería sentirse avergonzado por mostrar sus sentimientos. También es importante que no se lo guarde para él solo y que hable con sus padres, con un profesor o con alguien de confianza, para sentirse apoyado y poder buscar una solución.
Respecto a los alumnos que se burlan de otros, no se debería quitar importancia a su comportamiento ni decir que son “cosas de niños”. Tanto en casa como en el colegio es fundamental enseñar valores como el respeto. Ningún niño debería pasarlo mal por culpa de otros, y menos aún sentirse ignorado por los adultos que podrían ayudar.
Además, los compañeros que presencian estas situaciones también tienen parte de responsabilidad. Reírse o no hacer nada solo empeora el problema. En conclusión, casos como el de Andoni nos recuerdan que el acoso escolar es algo serio y que no podemos mirar hacia otro lado cuando ocurre.
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