domingo, 26 de octubre de 2025

Mi vecina muerta

 No me gustan los dilemas, pero la vida siempre pone retos que no nos esperamos para nada… Resulta que hace unos meses mi pareja y yo nos mudamos a nuestro primer piso. Estábamos ilusionados, aunque el edificio era viejo y el ascensor sonaba como si se fuera a caer en cualquier momento. En el rellano solo había dos puertas, la nuestra y la de una vecina llamada Margarita. Desde el primer día fue un encanto, pues nos trajo una planta, y siempre tenía tiempo para conversar un rato.

Era una señora de esas que te hacen sentir en casa aunque apenas te conocen. A veces nos reíamos porque parecía tener más energía que nosotros. Pero un día la vi bajando las escaleras con una bolsa de cuero enorme, casi más grande que ella. Me ofrecí a ayudarla y subimos juntas en el ascensor. Margarita iba hablando de lo caro que estaba todo cuando de repente falleció. Intenté reanimarla, pero lamentablemente no pude hacer nada.

Al buscar su documentación para avisarle a alguien, encontré dentro de su bolsa miles de billetes y una carta. En esa misma carta decía que quería donar todo su dinero a un partido político de ultraderecha, xenófobo y negacionista del cambio climático. Me quedé helada, pues no podía creer que aquella mujer tan dulce pensara así.

Estuve días dándole vueltas... Al final decidí no cumplir su voluntad. Tal vez no era lo correcto, pero sí lo era para mi conciencia. Doné el dinero a una fundación que ayuda a personas sin hogar. Me gusta pensar que de alguna forma Margarita también habría querido eso… solo que no lo sabía todavía...

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