Los tequeños son una comida que me gusta mucho y que mí padre me enseñó a preparar, aunque aquí se les conoce como dedos de queso. Es un plato que como muy a menudo y que he hecho en varias ocasiones, incluyendo una vez que lo preparé en el colegio para una asignatura. El día de hoy les voy a enseñar como yo los preparo paso por paso.
Para preparar estos tequeños vas a necesitar una taza y media de harina de trigo, dos cucharadas de azúcar, una pizca de sal, cien gramos de mantequilla cortada en cubitos, ciento cincuenta gramos de queso (puede ser blanco duro o el que prefieras para fundir), y aceite suficiente para freír. Si quieres, puedes tener un poco más de harina a mano para espolvorear la mesa cuando estires la masa.
Primero mezcla el azúcar con la harina en un bol grande hasta que se integren bien. Remueve con una cuchara o una espátula hasta que no queden grumos visibles. Luego añade la sal y sigue mezclando un poco más para que todo quede bien repartido.
Agrega la mantequilla cortada en cubitos y mézclala con las manos o con un tenedor. Al principio la mezcla estará algo suelta, pero poco a poco se volverá más arenosa. Si la mantequilla está muy dura, puedes dejarla reposar unos minutos a temperatura ambiente. Cuando la textura se parezca a migas de pan, incorpora el queso y mezcla hasta que se forme una masa uniforme. Junta todo, forma una bola, envuélvela en film transparente y déjala reposar en la nevera unos veinte minutos para que tome firmeza.
Pasado ese tiempo, espolvorea un poco de harina sobre la mesa o la superficie donde vayas a trabajar. Coloca la masa encima y estírala con un rodillo hasta que quede lisa y de un grosor parejo. Corta tiras de unos dos centímetros y medio de ancho y de diez a quince centímetros de largo. Luego corta el queso en bastones de unos seis centímetros de largo y un centímetro de ancho. Coloca cada bastón en una tira de masa y enróllalo con cuidado, sellando bien los extremos para que no se salga el queso al freír.
Calienta suficiente aceite en una sartén o freidora a temperatura media-alta. Cuando esté bien caliente, fríe los tequeños por tandas hasta que estén doraditos y crujientes por fuera. Sácalos con una espumadera y colócalos sobre papel absorbente para quitar el exceso de aceite.
Por último, sírvelos calientes y disfrútalos recién hechos, solos o acompañados de alguna salsa. Son perfectos para compartir o para disfrutar como un antojo a cualquier hora.
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