Tengo el claro recuerdo del día exacto en el que descubrí los CDs de Camela, que se encontraban guardados llenos de polvo en la guantera de la furgoneta. Le pedí a mi abuela que pusiera uno en la radio, y a medida que pasaban los días subiendo a la cabaña, yo me fui aprendiendo las letras del CD, el cual se componía por 7 canciones de las cuales solamente escuchaba 3, porque el viaje era corto. Mis tíos siempre me pedían que quitara la repetitiva música, pero lejos de hacerles caso yo solo subía el volumen.
Un día en el que mis abuelos estaban llevándome a una feria de animales, pude escuchar por primera vez la quinta canción del Cd; “Cuando zarpa el amor”. Me enamoré al instante del ritmo que la componía y se convirtió en mi canción favorita. Desde entonces, descubrí la manera de ponerla una y otra vez cada vez que tenía la mínima oportunidad de subir en la furgoneta.
Con el paso de los años, muy lejos de olvidar esa canción con la que tanto me emocionaba con apenas 9 años, la guardo con mucha nostalgia y cariño en mi corazón. A día de hoy, se la suelo poner a mi primo Martin de 10 años y le cuento las tantísimas historias que me vienen a la cabeza de solo escucharla. El parece escucharme e interesarse por lo que le estoy contando, pero creo que no entiende la vibra que me transmite la canción.
Para mi sorpresa, este verano he tenido la oportunidad de escucharla en muchísimas romerías y DJs a los que he ido con mis amigas. A parte de vivirla como buen temazo que es, me hace recordar los buenos momentos que pasé con mis abuelos y mis tíos con esa canción de fondo, y la buena infancia que he tenido la suerte de vivir. Bendito el día en el que decidí abrir la guantera de la furgoneta.
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