Mi sitio favorito en el planeta entero es mi villa, La Villa de Ocón así se llama. Pocas casas y pocos habitantes forman ese increíble y valioso sitio para mi, hallado en el valle de Ocón en la Rioja. No hay tanta cosa, solo se compone de casas rodeando la montaña y arriba de esta se halla el castillo del siglo XI-XII. Pero el valor de mi villa va más allá de lo físico, es cierto, no habrá gran cantidad de gente viviendo todos los días del año, pero en verano en invierno y festivos rebosamos de ambiente. Allí no importa como eres ni de dónde vienes, si eres de esta forma o lo eres de otra, allí nos mezclamos todos con todos, hay peñas, como en todos lados, pero estas dependen de la edad y no de otras tonterías, y eso nos hace ser más abiertos, aprendemos diferentes formas de ver la vida gracias a conocer a diferentes tipos de personas.
Y cómo no voy a hablar del momento más especial del año, las fiestas. Ojalá otras fiestas tendrían el significado que tienen las fiestas De la Villa, estas van más allá de estar unos días bebiendo, estas son diversión, son risas, son comidas, son canciones, son todos hablando con todos, son las mañanas cotilleando la noche de ayer, son el cohete y son la traca final. Pero lo más más especial de mi villa no se trata de instantes se trata de personas, las cuales han sabido estar en todos los momentos, los peores y los mejores, esas ya son parte de mí.
Entonces a este sitio yo deseo agradecer, y por eso le doy las gracias. Gracias por haberme cambiado la perspectiva, por haberme hecho espabilar, por tener un sitio al que volver siempre que estoy mal, por haberme regalado a las mejores personas, por haberme dado a otra hermana más allá de lo biológico. Gracias por ser el sitio donde más he sentido, donde he llorado, he reído, me he enamorado, y he llorado otra vez pero esta vez de alegría.
La Villa de Ocón donde el irse sin más no existe, a pesar de que físicamente lo hagamos, jamás nos vamos, siempre lo llevamos allí donde vamos.
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