Quedan 5 días y algún que otro examen para que la etapa de estudiante de escolapios termine. Cuesta creer que queden 5 insignificantes días para que una etapa que parecía que iba a ser para siempre llegue a su fin.
Llevo desde que tengo un año entrando por la misma puerta y, siendo sinceros, con las mismas pocas ganas, o menos. Es cierto que nunca me ha gustado venir al cole a hacer como que presto atención, pero ya que estamos llegando al final, echando la vista atrás, tengo que estar agradecido por todo lo que me llevo.
Sobre todo, me quedo con las personas que he conocido. A lo largo de estos años, he ido relacionándome con personas con las que he acabado viviendo anécdotas que nunca se me olvidarán, aunque esto también me produce el miedo de que cuando salgamos de aquí, cada uno por nuestro lado, perdamos el contacto.
También me llevo miles de historias de aquellas clases de 3º y 4º de la ESO que siempre recordaré. Siempre se nos ocurría algo que acababa convirtiendo nuestra clase de tutoría en una interminable bronca, aunque nunca servia para nada, porque a la semana siguiente hacíamos algo peor. Desde el altavoz con Silvia y Jon Ander hasta meterme en un armario que movimos desde la otra punta de la clase hasta la mesa del profesor, son anécdotas que nunca se me van a olvidar y que aunque solían acabar con un papelito para firmar en casa, merecían la pena.
Además, en este colegio he empezado a jugar al deporte que me gusta, y gracias al cual también he conocido a personas con la que se que seguiré compartiendo años e historias.
No es fácil asumir el echo de que no vaya a volver a pisar estas clases y pasillos después de tantos años y que a partir de ahora todo será diferente, pero son etapas, y aunque esta haya formado parte de mi vida casi desde que nací, prefiero pensar que la siguiente, por muy difícil que parezca, va a ser mucho mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario