Hace poco me mudé a un piso nuevo con mi pareja. En el mismo rellano solo vivimos nosotros y una vecina, una señora mayor muy simpática. Desde el primer día fue muy amable y empezamos a tener una relación cercana. Hablábamos mucho, le ayudábamos con cosas de la casa y la acompañábamos cuando lo necesitaba. No tenía hijos ni familia, así que nos tenía mucho cariño.
Un día, mientras ayudaba a subir una bolsa muy pesada al ascensor, le dio un ataque. Murió en mis brazos. Fue muy triste. Cuando miré dentro de la bolsa, había muchísimos billetes y un sobre con una carta. En la carta decía que quería donar todo ese dinero a Vox.
Yo no estoy de acuerdo con las ideas de Vox. Creo que ese dinero se usaría para cosas con las que no me siento bien. No creo que ella supiera todo lo que ese partido representa. Yo la conocí como una persona buena, solidaria, que ayudaba a los demás. Y no creo que donar a Vox sea la mejor forma de recordarla.
Por eso, aunque su carta lo diga, no voy a cumplir su última voluntad. Me voy a quedar con el dinero. Pero no para gastarlo en caprichos, sino para ayudar a personas que lo necesiten de verdad, como ella habría hecho si hubiera tenido otra información. Así siento que honro su memoria, pero sin apoyar una causa con la que no estoy de acuerdo.
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