Ama, si te llega esta carta, ya estaré muerta.
No me imagino lo difícil que sería escribir una carta que empezase así, ni mucho menos recibirla. Pero si pudiera despedirme, sin duda lo haría, de todas la personas que han significado mucho para mi. Así, empezaría por agradecerle todo lo que me ha dado en la vida, los momentos que hemos compartido. Le diría que me siento afortunada por haber crecido con ella, y que aunque la situación sea dura, nunca me arrepentiré de todo lo vivido.
Le explicaría que, aunque me da mucha rabia que esto termine tan pronto, no quiero que se arrepienta ni que se sienta responsable de nada, porque no es su culpa que nos pillara la guerra, ni mucho menos que me haya tocado a mí morir. Le pediría que se cuidaran mucho entre todos y que no se sienta culpable por seguir adelante, porque la vida no se para, y quiero que sea feliz.
Le diría que no se preocupara, que estaré muy bien rodeada. Y por último, no haría falta que le pidiera que se acordara de mi, porque doy por hecho que lo haría, así que le pediría que siguiera viviendo y disfrutando de lo que tiene, y sobre todo que viviera una vida que merece la pena vivir, porque me lo debe.
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