BLOG XVI

Cuando vamos a comprar algo en una tienda o a comer a un restaurante, todos queremos y esperamos que nos traten bien, con respeto y nos ayuden con lo que necesitemos, pero no siempre es así. En estos casos es frustrante que nos traten de mala manera, y es cuando nos surge la siguiente duda: al dar la valoración de atención al cliente, ¿debemos ser sinceros sabiendo cómo puede perjudicar al trabajador o dejarlo pasar? La respuesta a la pregunta no es sencilla, ya que puede implicar ser honesto o hacer la vista gorda.

Por un lado, las empresas hacen uso de este tipo de valoraciones para saber de primera mano cómo funciona su negocio o cómo actúan sus empleados. Por ello, lo que buscan es la máxima honestidad posible para detectar sus fallos y poder mejorarlos, así evitando que futuros clientes pasen por lo mismo.

No obstante, no creo que sea justo que por una mísera valoración se ponga en riesgo el trabajo de alguien. Todos tenemos malos momentos, días o temporadas. Sin querer justificar este tipo de actitud, puede que el mal trato provenga de problemas personales o circunstancias por las que esté pasando el trabajador y tendrían que tomarse en cuenta a la hora de redactar el comentario negativo. 

Además, en muchas ocasiones la actitud o impaciencia del cliente puede que tenga mucho que ver en cómo responde el empleado. Es muy sencillo ver cómo en diferentes comercios los clientes tratan mal o gritan a los trabajadores porque o no consiguen lo que quieren o no lo consiguen en el tiempo deseado. En la mayoría de ocasiones, el cliente escribe su valoración con el objetivo de hacer daño, sin tener en cuenta cómo su actitud ha contribuido a que la atención al cliente haya sido mala.

Por todo esto, aunque al principio con el cabreo se nos haga fácil dar una mala valoración, creo que antes de hacerla tendríamos que contrastar opiniones, mirando en internet o hablando con conocidos. Sin embargo, creo que al tener una mala experiencia es necesario dejar constancia de ello, pero de forma constructiva y no intentando perjudicar al trabajador por el enfado que tenemos.