El grafiti es una forma de expresión moderna que ha generado diversidad de opiniones creando una gran polémica. Para algunos, es una manifestación artística y que en muchas ocasiones se lleva a cabo en propiedades privadas. Estos grafiteros manifiestan ideas u opiniones sobre distintos temas de actualidad como la política, la sociedad o los deportes. Para otros, es simple vandalismo. Piensan que algo manifestado en un lugar privado no puede ser bonito y mucho menos arte. Esta dualidad lo convierte en un acaecimiento cultural lleno de debate.
Viendo estas dos corrientes, pienso que los grafitis son arte ya que arte es algo cargado de ideas y de belleza. Considero que el arte es abstracto y subjetivo si no, preguntádselo a Justin Sun, comprador de un plátano con cinta aislante por el módico precio de 6,2 millones de euros.
Como bien he dicho antes, estas pinturas modernas me parecen creaciones dignas de admirar. Sin embargo, me parece denigrante pintar en una propiedad ajena. Existen muchos lugares donde se puede pintar sin afectar a la sociedad, por ejemplo: en edificios abandonados como hospitales, trenes, conventos o escuelas. Así, los grafiteros no estarían perseguidos por la policía, o ¿es esta una de las razones por las que hacen estas pintadas?
Por culpa de estos artistas algunos individuos pierden dinero contratando servicios de limpieza. Tengo muy claro qué haría ante una situación igual o similar.
En primer lugar analizaría el grafiti. Si llego a la conclusión de que me gusta, lo dejo. En cambio, si no me gusta intentaría quitarlo con mis propias manos. Por consiguiente, habilitaría unas cámaras de seguridad para persuadir a posibles vándalos. En el caso de que estas cámaras no funcionen y tenga varios grafitis en un intervalo escaso de tiempo, acudiría a la comisaría más cercana para interponer una denuncia.
La clave está en encontrar un equilibrio que permita a los artistas expresarse sin invadir los derechos de cada individuo. La mejor opción para ello sería buscar edificios en ruinas que no pertenezcan a nadie y así encontrar ese equilibrio.
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