El debate sobre los temas libres en el ámbito académico o creativo suele generar opiniones divididas. En lo personal, nunca me ha gustado trabajar con temas libres, y creo que hay razones sólidas que justifican esta preferencia. Para muchas, la libertad de elegir un tema puede parecer un regalo; sin embargo, para mí, se convierte en una carga difícil de sobrellevar.
Primero, la amplitud de opciones me resulta abrumadora. Cuando un profesor me da la posibilidad de elegir cualquier tema, me siento perdida entre un mar de posibilidades. Es cierto que tener libertad para escoger puede parecer una oportunidad para explorar mis propios intereses, pero, al mismo tiempo, esta amplitud genera una presión para seleccionar el tema "correcto". ¿Qué pasa si elijo un tema que no me apasiona lo suficiente o que no capta la atención del lector? Esta incertidumbre es, para mí, una fuente de ansiedad que afecta mi rendimiento. En cambio, cuando los temas son más estructurados o definidos, el camino a seguir es mucho más claro.
En segundo lugar, la falta de límites dificulta mi proceso creativo. Las pautas claras me ayudan a mantenerme enfocada; en cambio, cuando no existen, mi mente divaga y pierdo el sentido de dirección. Puede parecer contradictorio, pero la creatividad, en mi caso, florece cuando hay restricciones. Enfrentarme a un marco concreto me motiva a encontrar soluciones dentro de ese espacio limitado. Los temas libres, por otro lado, me dejan sin una base desde la cual empezar a construir ideas.
Además, la responsabilidad de seleccionar el tema implica una evaluación personal que no siempre estoy dispuesta a hacer. Al elegir un tema, siento que revelo algo muy personal sobre mí misma, sobre mis intereses o mis opiniones. Este ejercicio introspectivo no siempre es cómodo. A veces, prefiero que el tema sea impuesto para evitar exponer demasiado mis pensamientos y mantener cierta distancia emocional.
Por último, creo que los temas definidos promueven una igualdad de condiciones entre los estudiantes. Cuando todas trabajamos sobre el mismo tema, la evaluación puede ser más justa; todas estamos en el mismo terreno y se puede medir mejor nuestra capacidad para desarrollar una idea. En cambio, con los temas libres, algunas estudiantes pueden destacar solo porque han elegido un tema que les resulta más fácil o interesante, mientras que otras, como yo, pueden sentirse atrapadas en un proceso de decisión interminable.
En conclusión, no disfruto los temas libres porque me generan inseguridad, dispersan mi creatividad y me obligan a un proceso de introspección que no siempre es bienvenido. Prefiero las pautas claras que me permitan enfocarme en el desarrollo del contenido, sin la carga de tener que decidir primero el "tema perfecto". Aunque entiendo que la libertad creativa tiene su valor, en mi caso, los límites y las estructuras definidas resultan ser una herramienta más útil para alcanzar mis objetivos académicos.
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