En Escolapios, siempre ha estado la cultura de que en 4 de primaria cuando se puede empezar a jugar en un equipo en el cole, la mayoría de niñas se apuntan a baloncesto. Para mí no fue diferente y ese mismo año empecé a jugar el deporte que ahora mismo es mi pasión. Al principio juegas un poco por jugar, por estar con tus amigas y para hacer deporte. Y eso se ve cuando, con el tiempo, la gente va dejando el baloncesto a medida que se hace mayor.
Mi primer año de cadete fue el que para mí cambió mi trayectoria. Habíamos salido de dos años de pandemia en los que no podíamos jugar casi nada de basket y yo empecé el año bastante desmotivada. Aunque estaba en un equipo con muchas amigas el entrenador era alguien que no conocía. Recuerdo decirle a una amiga que yo al año siguiente dejaba el baloncesto y que solo jugaba por obligación de mis padres.
Pero mi entrenador sinceramente lo cambió todo. Supo cómo gestionar nuestro equipo a la perfección y cómo hacer que nos volviésemos un equipo de verdad, en el que sabes que puedes contar con el resto tanto dentro como fuera de la cancha. Además hizo que el baloncesto me gustase mucho más que como solo un modo de hacer deporte. Gracias a él jugué una de las mejores temporadas que me ayudó a a partir de ese momento jugar en equipos mejores y seguir jugando al deporte que me enseñó a amar.
En definitiva, mi primer año de cadete será uno que recodaré siempre y mi entrenador alguien al que estaré siempre agradecida por darme la oportunidad de disfrutar del baloncesto. Si ahora mismo sigo jugando es por ese año, y si en el futuro sigo jugando o tan solo disfrutando de ver partidos también será por eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario