sábado, 25 de enero de 2025

blog XIII

La decisión de tomar la pastilla o no dependería de algunos factores, como la edad o el tipo de sobrepeso (mórbido, solo un poco por encima de la media, rollizo…). 


En primer lugar, la edad juega un papel crucial. Si fuera una persona muy mayor con sobrepeso, me quedaría poco tiempo para un proceso de cambio físico, por lo que una solución rápida sería más atractiva. Las articulaciones estarían probablemente un poco dañadas, y hacer ejercicio aeróbico y cardio, que requieren movimiento, sería un verdadero infierno.


La actividad física podría ser muy limitada, lo que haría que tomar la pastilla no solo fuera más fácil, sino también más seguro para mi salud. En ese caso, no me importaría admitirlo, ya que lo importante sería mejorar mi calidad de vida, y no tanto lo que piensen los demás. Optar por un tratamiento farmacológico en vez de esperar a cambiar mi cuerpo de manera lenta y dolorosa sería una opción razonable.


En cambio, si fuera un chaval o un adulto relativamente joven, intentaría hacer un cambio físico más que nada por demostrarme a mí mismo de lo que soy capaz. A esa edad, aún tendría tiempo y energía para implementar una rutina de ejercicio regular y mejorar mi alimentación.


 Si el sobrepeso fuera exagerado, por ejemplo, si moverme me costara mucho, levantarme de la silla o caminar fuera una dificultad constante, tomaría la pastilla sin importar la edad que tuviera. La prioridad en ese caso sería mejorar mi salud lo antes posible. La salud es lo primero, y en esa situación no dudaría en elegir la opción que me permita empezar a mejorar. No me importaría lo que los demás pensaran de mí, ni siquiera lo que yo mismo pensara, ya que lo esencial sería poner mi bienestar por encima de todo. 

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