Lo primero que hay que hacer en situaciones como esta es identificar el problema, y en este caso es evidente: Aitor está sufriendo bullying. Para abordar esta situación, lo mejor sería que hablara con algún familiar en quien confíe, ya sea su padre, madre o alguno de sus hermanos. Contar con un apoyo cercano es fundamental para comenzar a resolver el problema.
Sin embargo, puede que Aitor no encuentre a alguien con quien compartir lo que está viviendo. Guardarse todo para sí mismo solo empeoraría la situación, ya que el aislamiento puede tener un impacto emocional aún más profundo. En mi opinión, una opción sería que Aitor enfrentara directamente a los compañeros que lo acosan, aunque entiendo que no siempre es fácil reunir el valor necesario para hacerlo.
Si no se siente capaz de enfrentar el problema de manera directa, otra alternativa podría ser considerar un cambio de colegio. Aunque esta decisión puede parecer apresurada, podría ser lo más sensato si el acoso continúa y sus padres desean protegerlo. A veces, un nuevo entorno es la mejor manera de empezar de nuevo. Hablando de manera más general sobre el bullying, creo que las escuelas deberían tratar este tema con mayor frecuencia. Más charlas y actividades de concienciación podrían ayudar a que los estudiantes comprendan el daño que pueden causar con sus acciones.
Muchas veces, quienes acosan a otros lo hacen como un mecanismo de defensa ante sus propias inseguridades, pero eso no justifica su comportamiento. Aunque el bullying es un problema complicado de erradicar, con más educación sobre empatía y respeto, los niños podrían aprender a ponerse en el lugar de quienes sufren y, poco a poco, disminuir el impacto de este problema en las escuelas.
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