He tenido la suerte de haber podido viajar a muchos sitios. Mi padre se encarga de recordármelo cada vez que planeamos una aventura nueva. He podido experimentar diferentes tipos de viajes, normalmente son de turista, pero también he estado estudiando fuera un tiempo. De todos modos, el viaje que hicimos a Londres hace dos años lo recuerdo con mucho cariño.
Por aquel entonces, me gustaba un rapero londinense y el simple hecho de estar en la ciudad de la que tanto hablaba en sus canciones era increíble. Cuando llegamos mi padre ya nos dio la primera sorpresa, alojarnos en el hotel de Stanford Bridge, el estadio del Chelsea, un sitio mítico de fútbol que impactaba de ver. Estuvimos allí alojados los próximos tres días, en los que por suerte nos hizo un tiempo buenísimo, cosa que no es nada fácil en la capital Británica. El metro se encontraba a 5 minutos a pié del hotel. Acostumbrados a la línea de Bilbo, aclararnos con las 12 del metro de allí se nos complicó en un principio, teniendo que ir a todos lados con el mapa de mi aita.
La primera parada fue la de los museos, el British Museum y el National History Museum a mi aita le van las obras de arte pero a mi hermano le encantan los dinosaurios y se me acabó contagiando. La verdad es que formábamos un buen equipo, mi aita al mando organizando las cosas, yo ayudando en lo que podía y mi hermano esforzándose en hacerlo todo más difícil.
Visitamos también el Buckingham Palace, para ver el cambio de guardia, además tuvimos la suerte de coincidir con que la guardia era la de Gibraltar, que vestían distinto que los que nos imaginamos normalmente, con cascos blancos acabados en punta.
Por último fuimos al barrio de Tottenham para ver un partido de la premier. Es un campo muy moderno, que tiene un tour por el que puedes ir por encima del estadio. Ese día jugaron contra el Brighton y se les oía más animar a los aficionados visitantes, el ambiente era casi nulo y para colmo acabaron perdiendo por un tanto.
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