OPERACIÓN DE PERONITIS
Aquel invierno de 2018, lo recuerdo como un invierno diferente. Llevaba desde el inicio de diciembre de dicho año, bastante malito de la garganta y con fiebre alta. Me pasaba los días en la cama, vomitando y con un malestar terrible. Cuando parecía que ya se me había pasado, me entró un dolor abdominal intenso, pero todos pensábamos que eran agujetas de los vómitos de los días anteriores. Estuve así unos días, y mi aita cansado de la situación, me llevo al médico para descartar males peores.
La mañana del 13 de diciembre, cogimos un taxi camino a la IMQ de Zorrozaurre. Estuvimos en urgencias un tiempo, y me llevaron a hacer una ecografía. El médico me pregunto síntomas, el tiempo que llevaba así y míticas preguntas de todos los pediatras. Estuvo 1 minuto mirándome la tripa, y se quedo alucinado con lo que vio. Nos dijo que era una apendicitis de caballo (que se veía que era notable), y que nos tenían que ingresar de inmediato. Me metieron una vía, me subieron a una camilla y me llevaron a la habitación 232.
Tras estar un poco asustado por lo que estaba pasando, el médico entro y nos dijo que había que operar de urgencia que la infección del apéndice se estaba propagando al hígado y estaba empeorando. Cuando escuche la palabra operar me quedé pálido. Me entro sudor frío, y me quede en shock mirando al infinito. Me operaron a la mañana siguiente, a las 8 de la mañana. Cuando el médico llegó, me acuerdo que tenía unos nervios que no me aguantaba y él, al ver mis nervios y al ser la primera vez que operaban, me intento calmar un poco. Le dije que me daba miedo la anestesia, y que me dormiría momentos antes de entrar al quirófano, y así fue. Antes de entrar al quirófano, ya me había quedado seco.
La operación estaba prevista para que durara una hora, pero se alargó hasta tres porque hubo complicaciones. La infección se había propagado demasiado y avanzo a peritonitis (es cuando el hígado también esta infectado). Pero quitando eso, todo estaba bien. Lo único malo, fue que el estómago se me había parado por completo, y no podía comer nada ya que en caso de hacerlo, lo expulsaba.
Como muchos sabéis, cuando recibes anestesia, tienes la obligación de hacer pis para que los médicos se aseguraran de que se había expulsado toda. Pues bien, tras la operación, no hice pis durante 1 hora y media, así que tuvieron que meterme un mini tubo para que empezará a mear. Evidentemente lo consiguieron, y de ahí en adelante, mi ingreso fue exitoso.
Fueron, en total 13 días ingresado en Zorrozaurre, lleno de desgracias, y de esfuerzo. Toda mi familia estaba dándome ánimos y siempre a mi lado apoyándome en todo, hasta que finalmente me dieron el alta el 20 de diciembre y todos contentos, algunos mas que otros, nos fuimos a casa.
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