domingo, 29 de septiembre de 2024

Texto sin la u

 Hace bastante tiempo que mi hermano no tiene trabajo estable. Se pasa los días haciendo lo que le viene en gana, saliendo de fiesta con los amigos y malgastando el poco dinero de mis padres. Por si esto pareciera poco, no tiene ni la menor intención de cambiar esos hábitos y menos de encontrar un trabajo. Mis padres le han llamado la atención varias veces y le han echado de casa, debido al pasotismo demostrado. 

Hace varias semanas, la cosa llegó a ser desesperante. No contento con despilfarrar el dinero, rechazó cierta oferta de trabajo y a la noche, volvió a casa completamente drogado. Al día posterior, llegó a casa la carta provocante de la decisión más crítica de mis padres. La carta hablaba sobre el dinero debido por mi hermano al casino de la manzana de enfrente, una cifra exorbitante. Al cabo de tres días, mis padres lo alistaron en el ejército, decisión determinante en el porvenir de este.

Hasta la semana pasada no llegaron a casa sobre el estado de mi hermano, pero apoyé siempre la decisión de mis padres al completo. El jueves, llegaron noticias de que había regresado del servicio militar, pero no las creímos hasta la visita en persona. De no ser por la vestimenta de el estoico soldado alzado frente a mí, no habría adivinado el nombre, pero en efecto, se trataba de mi hermano. Las primeras semanas de convivencia con él sorprendieron a los allí presentes y hasta el día de hoy parece mentira el cambio drástico. 

Si soy sincero daría las gracias sin planteármelo dos por veces la cantidad de ocasiones para mejorar el camino de la vida personal. Es la ocasión provocante del cambio en la vida de mi hermano, llenándola de metas y objetivos distintos.

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