El año ya empezó mal cuando me colocaron en una clase que era de un nivel más bajo de lo que debería ser. Por lo tanto tuve que ir a reclamar a secretaría para que me cambiaran de clase. Además, el servicio que me dieron cuando fui a quejarme no fue especialmente adecuado. La mujer que estaba como recepcionista me trató todo el rato como si fuera mi culpa el problema de las clases, aunque ni siquiera tuve la opción de elegir. Por si esto fuera poco, gasté dinero en dos libros de texto que ni siquiera iba a usar, los cuales no estaban precisamente baratos. En resumen, que el año no comenzó con buen pie.
Tras esto, uno se esperaría que todo siguiera sin más contratiempos, pero nada más lejos de la verdad. Para empezar, la calidad de las clases era bastante peor. Esto es algo comprensible, ya que la cantidad de alumnos era mucho mayor que la de St. George, de unos 10 más, aproximadamente. El profesor, como es lógico, no podía dar tanta atención y resolver las dudas de todos los alumnos, así que no se podía preguntar al profesor las cosas con tanta libertado como en la anterior academia. Como he dicho, otra de las mejores características de las clases a las que iba antes era lo entretenidas que eran las clases. En comparación, las clases en la Cámara de comercio se hacían increíblemente pesadas. Todos los días se resumía en hacer ejercicios del libro y al final una pequeña actividad de hablar en grupo. Ninguna de las clases tenía nada interesante ni aportaba más que si yo hubiera hecho los ejercicios por mi cuenta.
No recomendaría ir a este sitio para dar clases de inglés ni de nada. Igual simplemente me tocó una clase mala, pero por sea caso, yo que vosotros no me arriesgaría.
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