El otro día al darme cuenta de que me faltaba una agenda, a mi parecer algo imprescindible para la vuelta a clase, mi primer impulso fue entrar a El Corte Ingles; spoiler, fue un gravísimo error. Subí por las escaleras mecánicas con total calma sin saber lo que me estaba por venir. Nada más poner un pie en la planta de papelería y material escolar, mis esperanzas de encontrar una agenda se desplomaron al ver ese panorama. Aquel sitio, o mas bien dicho averno, era una mezcla perfecta de colas infinitas, padres estresados con hijos pasotas, madres peleándose por el último cuaderno de tapa blanda… Mirara por donde mirase solo veía caos, aun así, me centré en la búsqueda de mi agenda. Busqué por cada rincón de cada polvorienta estantería pero nada, ni rastro de agendas ni de mi optimismo. Aparte de no tener agenda, tampoco tengo el placer de poder opinar sobre el precio porque como ya he comentado no encontré nada. Al cabo de casi media hora de angustia innecesaria, salí de allí sin mirar atrás. Para colmo me perdí buscando la salida.
2/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario